jueves, 23 de diciembre de 2021

A TI TE ENTREGARÉ TODO LO QUE SOY. CAPITULO 10

 UNA NOVELA TURCA


Cuando desperté por la mañana al ver a Andrey a mi lado me sentí como si estuviera en mi casa, en mi hogar. Aquella sensación era maravillosa, por primera vez desde que había llegado a Nueva York, me sentía como si estuviera en mi propia casa y todo era gracias a Andrey. Andrey abrió los ojos. Me miró y me besó suavemente en los labios:

— Buenos días.

— Buenos días — le respondí.

— ¡Qué maravilloso despertar a tu lado! — suspiró — Me voy a duchar, luego te toca a ti, ¿vale?, y te llevaré a clase.

— Vale.

Media hora más tarde me lo encontré en la cocina, sentado en la mesa donde siempre desayunábamos comiendo unos huevos revueltos que Sara acababa de ponerle en el plato.

— Buenos días — la saludé.

— Buenos días — me respondió ella — ¿Quieres un huevo frito?

— No, gracias, prefiero tostadas — le dije y ella puso un par de rebanadas de pan en la tostadora.

— ¿Has dormido bien, mi amor? — me preguntó Andrey solicito.

— Sí, muy bien — le respondí.

— Andrey me ha contado que estudias Audiovisuales y que quieres ser fotógrafa — dijo Sara.

— Sí, me gustaría, es lo que siempre he soñado y gracias a Andrey lo puedo conseguir.

Andrey me miró con adoración y yo hice lo mismo. Me sentía muy feliz compartiendo aquello con él. Sara nos miró entonces con envidia.

Desayunamos los tres juntos y después Andrey me llevó a clase. Al bajar del coche, Alex me llamó. Me estaba esperando junto a la entrada.

— ¡Ey, hoy sí que has venido!

— Sí, no podía faltar más tiempo. ¿Sabes como puedo conseguir los apuntes de las clases de ayer?

— Algunos puedes encontrarlos en el campus virtual — me dijo.

A mí aquello me sonaba a chino.

— ¿Campus, qué?

— Campus virtual, préstame tu móvil un segundo y te lo muestro.

Le dejé mi móvil, tocó algunos botones, abrió la página web de la universidad y mientras lo hacía me iba explicando como debía hacerlo. Accedió al campus virtual, como él lo había llamado y después a las asignaturas y me mostró como podía encontrar los apuntes.

— Muchas gracias — le dije.

— Bueno, ¿me vas a contar que pasó ayer?

— Es una larga historia, y creo que ahora no tenemos mucho tiempo — le dije, pues solo quedaban unos minutos para que empezaran las clases.

— Bueno, pues nos vemos en la pausa y me lo cuentas — dijo, mientras se alejaba hacia el aula que le correspondía.

Le dije que si, y yo también me fui hacía mi aula.


Un par de horas más tarde, nos encontramos en el centro del campus. Alex estaba sentado en un banco, me acerqué y me senté a su lado.

— Bueno, ¿me lo vas a contar ahora? — me preguntó antes incluso de que yo le dijera nada.

Así que tuve que contarle toda la historia de lo sucedido el día anterior.

— Pero ella, fue sumisa de tu prometido ¿no?

— Sí, así es.

— ¿Y qué te hace pensar que no quiere nada con él ahora? — me preguntó al ver lo segura que yo estaba de que ella solo estaba allí porque buscaba alguien que pudiera ayudarla a criar a su hijo.

— Bueno, él le ha dejado claro a ella que me quiere a mí, y parece ser que eso es así. Que ella lo ha entendido — le dije.

— No sé, yo no lo veo tan claro — me dijo — quizás ella quiere que así lo creas, que no la veas como una amenaza, pero su intención es tu querido Andrey.

— No, para nada, no lo creo — dije, totalmente convencida de ello.

Sara me había parecido un chica muy cabal y resuelta y no parecía que fuera a intentar que ella y Andrey… No, seguro que no, me dije a mi misma, tratando de quitarme aquella idea de la cabeza.

— Bueno, tú ándate con cuidado, que las hay muy listas.

Después de esa conversación volvimos a las clases y al salir no quise esperarle como hacía otras veces, quizás porque no quería oír cosas que no me gustarían. A veces somos así, aquello que no nos gusta no queremos oírlo. Cogí el metro y volví a casa, cuando llegué Andrey me esperaba sonriente.

— Hola, mi amor — me dijo nada más verme, añadiendo después: — Hay una carta para ti, está en la pila de cartas que han llegado esta mañana.

— ¿De verdad? — dije ilusionada, era la primera vez que recibía una carta desde que estaba allí, primero pensé que a lo mejor era de alguna de mis amigas o de mis padres.

Revisé la pila y casi al final la encontré. Al ver el sobre enseguida me di cuenta, era la letra de mi hermana.

— Es de mi hermana — le dije a Andrey.

— Sí, venga, ábrela.


Andrey estaba a mi lado, mientras el resto de empleados estaban ocupados preparándolo todo, ya que solo faltaban unos minutos para que empezara el servicio de mediodía. Abrí el sobre con un abrecartas que me prestó Andrey, había un targetón dentro, lo saqué, era la invitación de boda de mi hermana.

— Es la invitación de boda de Esvetlana. Se casan el uno de noviembre.

— Sí.

— ¿Vamos a ir? — le pregunté ilusionada a Andrey.

— Por supuesto, no podemos faltar, se lo prometí a tus padres y a tu hermana.

— ¡Qué bonito!, vais a ir de boda — dijo Sara acercándose a nosotros y con cierto tono de tristeza.

— Sí, iremos de boda. Tendré que comprarme un vestido bonito y elegante — dije.

— Si quieres podemos ir juntas un día de estos — se ofreció Sara.

— Sí, claro — acepté.

Después mientras ellos trabajaban yo subí a casa con la comida que Andrey me había preparado y comí. Mientras lo hacía no podía dejar de pensar en lo que me había dicho Alex, y entonces me acordé de que me había ido sin esperarle ni despedirme de él, seguro que me había enviado algún mensaje. Miré mi teléfono y efectivamente, había un mensaje de Alex, decía: "Qué mala amiga eres, no me has esperado ni me has dicho que te ibas sin mí. Mañana hablamos." Le pedí perdón con otro mensaje, diciéndole que estaba un poco ofuscada y que tenía cierta prisa. Después de comer, fregué los platos y me puse a ver la televisión, daban una serie turca que hacía solo unos días que había empezado a ver, una de esas en las que el chico se enamora de la chica y la chica del chico y todo parece muy bonito, pero de repente pasa algo y para que consigan estar juntos pasan mil y una cosas. ¿Y si mi historia con Andrey acabara siendo como una de esas novelas?, pensé por un segundo, pero al segundo siguiente me quité la idea de la cabeza. Y entonces apareció Andrey, miré el reloj, eran casi las cinco.

— ¿Cómo ha ido la comida? — le pregunté.

— Bien — respondió sentándose a mi lado en el sofá, luego se acercó a mí, pasó su brazo por detrás de mi espalda y me abrazó contra él.

Me gustaba estar en sus brazos, sentirme protegida por ellos. Estaba esperando se apareciera también Sara, pero al ver que eso no ocurría le pregunte:

— ¿Y Sara?

— Mijaíl la ha invitado a dar un paseo — me informó.

— ¿Un paseo después de la caminata que se habrá dado llevando y trayendo platos?

— Sí, ella sabrá — dijo apretándome entre sus brazos — pero estamos solos en casa.

— Ya, ¿y? — pregunté haciéndome la interesante.

— Que me apetece un montón jugar.

Sonreí y le seguí el juego.


— ¿Y a que le apetece jugar al señor?

— ¡Uhm! — puso los ojos en blanco y como si estuviera pensando añadió — Eso de la criada y el señor no estaría mal

— Sí, Señor — dije poniéndome en pie — ¿Desea tomar algo el Señor?

— Sí, deseo de esos jugos que la señorita tiene entre sus piernas — dijo insinuante.

Sonreí y justo en ese momento oímos la puerta de la calle abrirse. Me senté de golpe junto a Andrey de nuevo.

— ¿Ya ha vuelto?

— No sé.

Esperamos unos segundos y efectivamente, Sara apareció por la puerta.

— ¿Ya habéis terminado el paseo? — le preguntó Andrey.

— Si — respondió firmemente, como si estuviera enfadada — el muy imbécil me ha tocado el culo ¿sabéis?

— A lo mejor ha sido sin querer — le dijo Andrey.

— No, no ha sido sin querer, Andrey, sé distinguir perfectamente cuando lo hacen sin querer y cuando a posta y él lo ha hecho a posta.

— Bueno, mañana hablaré con él.

Nuestros planes de pasar una tarde de juegos se habían ido al traste, así que Andrey se levantó del sofá y bajó al restaurante, mientras yo cogía mis apuntes y me sentaba en la mesa a revisarlos. Y entonces Sara me preguntó:

— ¿Os he interrumpido?

No sabía que contestarle, pero finalmente decidí decirle la verdad.

— Pues sí, la verdad, pero no te preocupes, no pasa nada.

— Lo siento. Si lo hubiera sabido…

— Pero no lo sabías. No pasa nada, de verdad — le dije tratando de tranquilizarla.

— Bueno, os lo compensaré — dijo.

Y así el siguiente día en que Andrey libraba, Sara nos preparó una comida solo para nosotros y nos dejó solos el resto del día. Al día siguiente cuando se lo conté a Alex de nuevo me vino con aquel cuento.

— Te digo yo que esa busca algo, ya lo verás. Se hace la simpática y trata de que seis mejores amigas, pero ya llegará el día que te dará la puñalada, ya lo verás.

— Venga Alex, no hay que ser tan desconfiado. Todo lo que hace lo hace por agradecernos que la hayamos acogido en nuestra casa.

— Esa es otra — dijo Alex — ¿No se supone que tenía que buscarse un piso?

— Y lo está buscando, pero no es fácil encontrar algo asequible cerca del restaurante.

— Sí, claro. A lo mejor es que no lo busca — añadió Alex.

Empezaba a cansarme que fuera tan desconfiado y además con alguien a quien ni siquiera conocía, ya que todo lo que sabía de Sara era por lo que yo le contaba. ¿Cómo se podía juzgar a alguien de esa manera sin conocerla? Y no solo era eso ¿por qué parecía que le tenía algún tipo de manía o rechazo? Y entonces me pareció ver la luz al final del túnel cuando dijo:

— Mira Irina, no creas que todo esto lo digo por qué sí, o por algún tipo de interés, bueno, interés sí, el único interés que tengo es que quiero lo mejor para ti y sé que esa tía no te hará ningún bien. Ella ha venido para lo que ha venido, e intentará robarte el novio como sea, ya lo verás.

Robarme el novio, ¿de verdad Sara intentaría robarme el novio? Aunque para eso quizás haría falta también que él tuviera algún tipo de sentimiento hacía ella, y yo sabía de sobras que no lo tenía o eso creía yo…

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