viernes, 25 de octubre de 2019

EL AMANTE MISTERIOSO CAPITULO 6 Y ULTIMO

Capitulo 6 y ultimo. ERA ÉL.

Cuando el policía estuvo a su altura, bajó de la moto y se acercó a Alma. Llevaba el casco puesto, así que Alma no podía verle la cara.
- Buenas tardes, señorita – le dijo – Veo que lleva una luz estropeada.
Alma se extrañó:
- No puede ser esta mañana funcionaban todas perfectamente – alegó.
- Pues ahora no, señorita. ¿Me puede enseñar su carnet de conducir y los papeles del coche?
- Claro.
Alma buscó en la guantera y sacó los papeles para mostrárselos. El policía los miró y luego dijo:
- Este carnet está caducado.
- No puede ser – alegó nuevamente Alma.
- Salga del coche, por favor – le pidió el policía con tranquilidad y firmeza.
Alma sin saber por qué obedeció, por un segundo pensó que quizás aquel policía…Salió del coche y el policía volvió a indicarle.
- Apoye las manos sobre el capó y abra bien las piernas.
- … Pero yo… - trató de protestar Alma.
- Cállese y deje actuar a la policía.
Alma empezó a sentirse preocupada. El agente empezó a palpar su cuerpo como si buscara algún tipo de arma, primero sobre la ropa pero cuando descendió a las piernas, lo hizo sobre la piel y fue ascendiendo por la desnuda pierna despacio, convirtiendo el paleteó en una caricia suave que hizo estremecer a Alma. Y entonces empezó a darse cuenta de lo que estaba sucediendo, y cuando los dedos del policía rozaron su húmedo clítoris lo supo. Era él, era su amante misterioso, estaba casi segura y aquella la última fantasía que le quedaba por convertir en realidad. Luego el policía le acarició la otra pierna, llegando de nuevo a su sexo, donde rozó con mucha suavidad la vulva. Alma se estremeció.
- Bien, señorita, ahora dóblese sobre el capó, por favor.
Alma obedeció, no sin antes protestar nuevamente siguiéndole el juego a su amante:
- Pero señor, yo… le juro que no he hecho nada.
- ¡Shhh, cállese! – Le ordenó el policía, dándole una sonora palmadita sobre su nalga derecha, que la hizo gimotear ,y a continuación diciendo: - Veamos que hay por aquí – le subió la falda por encima del culo dejándolo desnudo.
Alma sintió el aire rozar sus nalgas y eso la excitó. Estaba a mil, no veía el momento en que él la haría suya allí mismo, en medio de aquella carretera y encima del capó del coche.
- Separa bien las piernas – le ordenó el supuesto policía, nuevamente con firmeza.
Alma lo hizo. Se sentía abierta y expuesta a aquel semiextraño que en los últimos días le había dado los mejores momentos sexuales de su vida, tenía ganas ya de saber quien era, y estaba segura que tras aquella última fantasía hecha realidad lo descubriría. Su amante, palpó su sexo, lo sobó y masajeó a su antojo haciendo que Alma se estremeciera. Introdujo dos dedos en él, jugueteó con estos en el interior de la femenina vulva, los sacó, los llevó hasta el ano y tras introducirlos volvió a juguetear con ellos utilizándolos como un pequeño pene. Alma gemía ya, mientras se dejaba hacer, llevaba la chaqueta abierta, lo que hacía que sus senos sintieran el frío del capó a través de la tela de la fina blusa, aunque poco a poco este iba calentándose al mismo ritmo que su cuerpo, que estaba a punto de convertirse en una tea ardiendo.
- Estás caliente ¿eh, putita? – Le preguntó el policía a la chica.
Esta ni siquiera pudo articular palabra, solo afirmó con la cabeza.
- ¿Y quieres que te folle, aquí y ahora, verdad?
- Sí – gimoteó Alma sintiendo los dedos de su amante adentrarse uno en su ano y un par en su húmedo coñito.
- Bien, vamos a ello – añadió el hombre bajándose la cremallera del pantalón, lo que hizo que Alma aún se excitara más, ya que faltaba poco, muy poco para que fuera ensartada por aquella polla que tanto adoraba.
Su misterioso amante, primero jugueteó con su pene, lo restregó por su ano, por su vulva, de nuevo por el ano, otra vez por la vulva, llevándolo hasta el clítoris y embadurnándolo con los jugos de la muchacha y finalmente cuando ella ya estaba desesperada, guió el erecto pene hacía la húmeda vagina y de un solo empujón la penetró.
- ¡Ah! – gimoteó Alma, luego suspiró sintiéndose llena por fin, feliz y llena.
El hombre la tomó por las caderas y comenzó a arremeter a buen ritmo. Su amante empujaba, primero despacio, luego más deprisa, haciendo que el cuerpo de Alma rozara el capó por completo. Ella se sentía por fin, viva, feliz, había hecho realidad todas sus fantasías eróticas y aquella estaba siendo sublime. Su amante follándola allí en medio de aquella casi desierta carretera, sobre el capó de su coche; repentinamente él aceleró sus movimientos al ver un coche acercándose a ellos.
- Mira vamos a tener un espectador, putita, como a ti te gusta.
Y era cierto, lo que de verdad le excitaba a Alma, no sólo era el hecho de cumplir sus fantasías, sino también el ser vista y observada por otros en ese momento y por primera vez, podía disfrutar de ello, ya que no llevaba los ojos vendados como las otras veces, en que había tenido que imaginarse a los demás amantes observándola mientras unos y otros la follaba, no, ahora podía verlo. El coche al acercarse a ellos y darse cuenta de lo que estaba sucediendo disminuyó la marcha. Su amante, tiró de su pelo, trató de elevarla un poco y le desabrochó la blusa para que los espectadores pudiera verla con aquel aspecto de puta empedernida. Alma al verles pasar por delante y observar su cara de sorpresa se excitó y empujó con fuerza hacía su amante para sentirlo más profundamente. Eran dos chicos jóvenes. A continuación otro coche se acercaba, su amante aprovechó el momento para sacar su hinchada verga del cálido refugio vaginal y llevarla hasta el agujero posterior, de nuevo, el otro coche también disminuyó la marcha al acercarse más, iba ocupado por una pareja de unos cuarenta años, y en el momento en que pasó frente a ellos, su amante la penetró con brusquedad, metiéndole la polla hasta el fondo en su estrecho ano. Alma gimió, se convulsionó y esbozó una mueca de placer. En el coche, la mujer le dijo algo al hombre y su amante le susurró a Alma en su oído:
- Seguro que le ha dicho que te lo estoy haciendo pasar bien.
Y así era, en aquel lugar, sobre el capó de su coche, con la gente que pasaba observándolos, Alma sentía que en cualquier momento le sobrevendría el mejor de los orgasmos de su vida y su amante lo sabía, porque no dejaba de castigarla arremetiendo una y otra vez contra ella, con fuerza, haciendo que la verga entrara y saliera de su culito.
Alma comenzó a intensificar el sonido de sus gemidos señal inequívoca de que empezaba a sentir el cosquilleo previo al orgasmo, por lo que su amante se detuvo. Alma recuperó el aliento, y su amante volvió al ataque con las arremetidas, cada vez más fuertes, hasta que Alma explotó en un maravilloso orgasmo, apresando entre las paredes de su ano la verga de su compañero. Cuando el hombre sintió que Alma ya había terminado, al quedarse quieta, la cogió en brazos y la llevó hacía el interior del coche. Allí se sentó en el asiento trasero del coche y sentó a Alma sobre sus piernas, luego acarició su sexo suavemente, él todavía llevaba el casco puesto. Alma gimió cuando sintió la verga de su amante rozando su vulva, y sin pensárselo mucho, trató de insertarla en su agujerito y descender sobre ella, todavía tenía ganas de más, no se sentía totalmente saciada. El glande entró con gran facilidad, Alma gimoteo extasiada y justo en aquel momento el hombre puso sus manos en el casco y se lo quitó.  Alma no podía creer lo que estaba viendo, el hombre que durante aquellos días la había vuelvo loca de deseo y había hecho realidad todas sus fantasías era su jefe, ese hombre que la trataba con total indiferencia, incluso con dureza a veces y que ella había desechado como candidato a las primeras de cambio, ese era el hombre que la había hecho llegar hasta el límite, que le había proporcionado los mejores orgasmos de su vida. Alma se sintió desorientada primero, se detuvo y observó a su amante, luego acercó su boca a la de él y lo besó mirándolo a los ojos, era la primera vez que se besaban. Para Alma aquello era como una confirmación, y sin dejar de besarlo siguió cabalgando sobre aquella verga que tan buenos momentos le había dado, dispuesta a disfrutar de un nuevo orgasmo. Entonces Francisco llevó sus manos hasta el culo de la muchacha, abrió sus nalgas y metió un dedo, mientras la ayudaba a subir y bajar sobre su verga. En unos minutos ambos estaban enloquecidos de deseo, amándose como posesos en el interior de aquel coche. Los gemidos y jadeos de placer se intensificaron y no tardaron ambos en alcanzar el orgasmo al unísono llenándose el uno del otro. Al terminar, Francisco abrazó a Alma, luego sus ojos se cruzaron y mirándolo profundamente Alma le dijo:
- Jamás imaginé que fueras tú. Durante estos días le he dado mil vueltas a la cabeza, imaginando quien podrías ser, pero en ningún momento pensé en ti, en realidad, deseché la idea de que pudieras ser tú después de la bronca que me echaste hace unos días.
- ¿Y lo lamentas, quizás? – Preguntó Francisco con cierta preocupación.
- No, para nada, me has dado los mejores orgasmo de mi vida en estos días y has sido capaz de hacer realidad todas mis fantasías. Eres fantástico.
Volvió a besarlo de nuevo, y sintió como el sexo de él, que aún estaba en su interior se hinchaba excitado. Alma sonrió al igual que Francisco.
                                                       FIN