miércoles, 30 de diciembre de 2020

QUE ES UN LECTOR BETA

Lo has leído por ahí, en páginas de literatura, en blogs literarios, se habla de Lector Beta, pero aún no tienes claro que es. Pues aquí podrás saber ¿qué es un lector beta? ¿Qué hace un lector beta? ¿Cuál es su cometido o trabajo? Vamos a verlo

¿Qué es un lector beta?


Podríamos decir que un lector beta es un pre lector, una persona que lee un libro antes de que este sea llevado a imprenta o a un editor. 

En las editoriales el lector beta es un lector profesional que trabaja en el campo de la edición y es quien aconseja al escritor en cuestiones ortográficas, de estilo y de organización de la trama. 

La expresión beta tiene origen en la industria del software que utiliza los términos alfa y beta para sus obras internas y productos en curso, es decir, en proceso de desarrollo. El término alfa se utiliza para los productos terminados que aún son inestables y beta suele ser la primera versión de un producto, es la versión que se utiliza para detectar mejoras o errores antes de su lanzamiento. 

La expresión Lector Beta se empezó a usar entre los escritores y lectores de novelas de género, sobre todo fanficción y género fantástico. Hay páginas web donde un escritor puede ponerse en contacto con lectores beta. O a veces, los escritores pueden ejercer de lectores beta con otros escritores del mismo género. 

¿Todo escritor debe tener un lector beta? 

Si eres escritor o por lo menos has escrito una novela, o un libro, te haces esa pregunta. Pues te diré, en primer lugar que no es algo imprescindible, pero sí que es algo útil. 

Para tener un lector beta o buscarlo, debes tener en consideración lo siguiente antes de elegirlo, debes elegir uno o dos, pero hacerlo con cuidado, debes saber sus gustos y sus intereses literarios para ver si tu novela encaja con ellos, para que así su crítica sea más objetiva, pues si eliges a alguien a quien el género literario en el que escribes no le gusta probablemente no podrá hacerte una crítica acertada de tu trabajo. Y también debes tener en cuenta, aunque eso se da por supuesto, que sea un buen lector, es decir, un lector habitual. 

¿Dónde buscar un lector beta? 


Aclarado todo esto, seguramente te preguntarás, donde puedes encontrar  a tu lector beta, así que vamos a ver cuáles son las posibilidades. 

1. Colegas

Sin duda es una muy buena opción, buscar un compañero, escritor como tú y mejor si además escribe en el mismo género que lo haces tú. Además en este caso, la ventaja es que se acercará a tu obra con los ojos de un escritor, te podrá ayudar a solucionar algunos problemas. Pero también tiene sus desventajas, ya que al ser amigo no podrá ser totalmente imparcial y por tanto, corres el peligro de que no te dé su opinión completa, es decir, que no sea totalmente sincero. 

2. Amigos o parientes. 

No es una mala opción, pero como en el caso de los colegas, sobre todo si es un muy buen amigo o un pariente cercano, de que no sea totalmente imparcial y no te dé su opinión más sincera. 

3. Grupos de Escritura. 

Es una buena opción, porque además te dan la posibilidad de compartir tus opiniones, tus frustraciones, tu obra, retos editoriales. Además al tener relación con otras personas que como tú, escriben, y lo hacen para aprender, te ayudan a mejorar desde el punto de vista estructura y de redacción. Eso sí, en estos lugares debes ser cuidadoso y registrar tus obras. 

4. Internet

En internet hay muchas comunidades y plataformas donde puedes escribir y leer historias, novelas, sitios como:WattpadBooknet, etc. Son lugares ideales para dar a conocer tu obra y conocer la reacción de los lectores. 

5 Consejos útiles a tener en cuenta cuando encuentres un lector beta. 

1. Primero antes de dar por buena y definitiva tu novela, haz diversas relecturas y correcciones (utiliza programas de corrección de textos, te serán muy útiles)

2. Protege tu texto porque podría ser difundidos sin tu permiso, hay licencias, como las de safecreative que te permiten proteger tu texto contra plagios, copias, difusión, etc., y es gratuita. 

3. Busca lectores beta, pero no entre tu círculo de conocidos, ya que como he dicho antes, corres el peligro de que no te aconsejen adecuadamente. 

4. Intenta que el lector beta sea alguien que aprecie y le guste el género en el que escribes. 

5. Trabaja con un solo lector beta. 


https://escueladeescritoresmnemosine.com/2019/09/22/lector-beta/

https://www.escueladeescrituracreativa.com/consejos-para-escritores/lectores-beta-tengo-que-tener-uno/

https://blog.bod.com.es/editar/lector-beta-quien-es-y-donde-encontrarle/


jueves, 24 de diciembre de 2020

LLAMAME SEÑOR . CAPITULO 3

 DENTRO DE TI

- ¿Qué tal fue la noche con Nico? - Me preguntó Lidia, que se presentó en mi casa a media mañana del domingo con una caja de helado.

- Bien. ¿Y vosotras, como terminásteis la noche?

- Bien, pero dime, ¿Qué pasó, que hicisteis, tú y tu guapo jefe?

- Pues ya sabes, follar.

- Ya pero vamos, Carol, se supone que es tu Amo ¿no? Explícame los detalles venga, tengo curiosidad por saber como es eso del BDSM.

- Bueno, fuimos a un local BDSM, y lo hicimos en una habitación, me ató a un caballete y me folló.

- ¿De verdad? - Exclamó Lidia sorprendida.

- Sí, fué muy excitante.

- Y ¿ha cortado con la pija de su novia?

- Pues no lo sé, no he podido preguntárselo, pero supongo que si no lo ha hecho, en algún momento lo hará - le dije para evitar de nuevo su sermón.

- Sí, imagino - afirmó Lidia.

Repentinamente sonó el timbre del interfono de la calle.

- ¿Esperas a alguien? - Preguntó Lidia.

- No, la verdad es que no. Será el cartero.

- Venga ya, si es sábado - exclamó Lidia.

Ambas nos dirigimos a la puerta y descolgué el interfono.

- ¿Si?

- Carol, soy Nico, ábreme.

- ¿Nico? - Susurró Lidia.

Le abrí la puerta y colgué el interfono.

- Tienes que irte - le dije a Lidia.

- Pues claro, no voy a quedarme de mirona, pero después tienes que contarme todos los detalles.

- Por supuesto.

Lidia recogió su bolso y justo cuando se dirigía a la puerta sonó el timbre. Abrí la puerta y Lidia, pasando entre Nico y yo dijo:

- Yo ya me iba. Nos vemos cielo. Por cierto, guarda el helado en el congelador o se deshará, otro día lo tomamos juntas.

- Sí, hasta pronto.

Nos dimos un par de besos, e hice pasar a Nico.

- Hola, ¿Que quieres?  - Le pregunté.

- ¿Qué crees que quiero? - Me respondió preguntando él, en un tono serio casi enfadado. Como siempre parecía enfadado.

- Pensé que anoche...

- Anoche no tuve suficiente, por eso he venido, eres como una droga para mí.

Me gustó que me dijera aquello, y no pude evitar que una sonrisa de felicidad se dibujara en mi cara.  

- Desnúdate - me ordenó entonces, de nuevo en un tono firme y serio.

Obedecí, quitándome la poca ropa que llevaba despacio.

- Vamos, no tengo todo el día - replicó Nico nervioso.


Cuando por fin estuve completamente desnuda, Nico empezó a andar a mi alrededor, observándome. Yo también le observaba a él expectante, nerviosa. Y tras unos minutos me dijo:

- Quiero que te depiles el coño. No quiero ni un solo pelo ahí.

- Si, Señor - le respondí.

- Las manos a la espalda, por favor - me ordenó.

Obedecí poniendo mis manos en la espalda, y entonces, él se quitó la corbata que llevaba y me ató las manos con ella.

- Abre la piernas - de nuevo obedecí.

Sentí sus dedos acariciando mi sexo y no tardé en empezar a gemir al sentir la suave caricia. Metió una de sus dedos y lo movió dentro y fuera un rato, haciéndome estremecer y gemir.

- ¿Te gusta esto? - Me pregunto.

Y un lacónico:

- Síii - salió de mi garganta.

Claro que me gustaba, me volvía loca y hacía que quisiera más. Oí la cremallera de su pantalón, ese sonido se estaba convirtiendo para mí en un sonido maravilloso.  Sentí que se ponía tras de mi y sujetándome por la cintura, guió su sexo hasta el mío y de un solo empujón me penetró. Gemí, casi grité al sentirle dentro de mí. Se abrazó a mí y me susurró al oído:

- Me encanta estar dentro de tí - y por un segundo, su voz se volvió dulce, calmada. Todo él pareció calmarse.

Se quedó inmóvil durante un rato, como si estuviera saboreando aquel momento, como sino quisiera que terminara nunca y luego empezó a moverse despacio, dentro y fuera, dentro y fuera. Luego fue aumentando el ritmo hasta que sus embestidas fueron tan rápidas y fuertes que alcancé el éxtasis y poco después él también lo alcanzó. Y vencidos nos dejamos caer sobre el sofá. Ambos estábamos exhaustos. Descansamos un rato, en el que Nico fué muy cariñoso y atento conmigo. Parecía otro hombre. Esa era una de las cosas que más me sorprendía de él, que en la oficina, o cuando llegaba parecía un hombre frío, sin sentimientos y cuando terminábamos parecía el hombre más cariñoso del mundo. Era como la noche y el día, como si fuera dos hombres distintos.

- Tengo que irme - dijo al cabo de un rato.

- ¿Ya?

- Sí, tengo cosas que hacer.

Empezó a vestirse mientras yo me quedaba en el sofá. Estaba cansada.

- ¿Cuándo volveremos a...?

- No lo sé, pero te llamaré.

- Ya, vale.

Me miró como diciéndome que no teníamos otra opción. Luego se acercó a mí y me dió un dulce y corto beso en los labios para despedirse y se fué.

Me quedé allí en el sofá, un poco triste. Porque me sentía como un juguete en sus manos. Un juguete que usaba sólo cuando le apetecía jugar.


No volvió a llamarme en todo el fin de semana y cuando nos vimos en el trabajo el lunes, de nuevo, todo fue como si no hubiera pasado absolutamente nada entre nosotros. Me sorprendía el auto-control que tenía, su facilidad por pasar de mi después de aquel fin de semana. A mí me costaba controlar, tratar de no mirarlo, de no decirle que me había encantado estar con él aquel fin de semana. En cambio él, se mostraba tan frío que me preguntaba si de verdad sentía algo por mí por poco que fuera o sólo me estaba utilizando.

- Hola nena - me respondió Lidia, le llamaba porque necesitaba hablar con alguien de él y de su manera de comportarse conmigo.

- Hola, ¿cómo va?

- Eso me gustaría saber a mí, ¿cómo te va? Porque eso de que me llames tú...

- Bueno, es que Nico, no sé, me tiene loca y muy desorientada - le expliqué a mi amiga.

- Ya me parecía que era él la fuente de tus problemas y el motivo de tu llamada.

- Ya soy como un libro abierto ¿no?

- No, pero es la primera vez que te veo así por un tio.

- ¿Así como, que quieres decir?  - le pregunté.

- Pues no sé, pero yo creo que estás enamorada de él y él te trata como si fueras un juguete y eso no te gusta ¿verdad?

- Sí, que bien me conoces.

- Por eso somos amigas, y porque te quiero. Mira, quizás deberías dejarlo. Todo esto no te llevará a buen puerto, así que déjalo - me aconsejó mi amiga.

- Bueno, no sé, quizás si se lo pido, deja a su novia.

- Bueno, por intentarlo no pierdes nada.

- Ya. Hablaré con él - le dije dando por terminada la conversación.

 

 

El Martes pasó sin ninguna novedad, intenté encontrar algún momento para hablar con Nico, pero no pude. Y el miércoles otro tanto de lo mismo, no puede encontrar un solo momento para hablar con él. Pero aquella noche, justo cuando terminé de cenar y cuando no me lo esperaba me llamó.

- Hola princesa - era la primera vez que me dedicaba unas palabras cariñosas.

- Hola.

- ¿Estas sola? - Me preguntó.

- Sí, claro. ¿Por qué?

Y justo en ese momento sonó el timbre.

- Espera llaman a la puerta - le dije.

Me acerqué a la puerta y era él.

Entró y cerró la puerta tras de sí, agarrándome por la cintura y dándome un beso largo y apasionado.

- ¿Qué haces aquí? - Le pregunté cuando rompió el beso.

- Tenía ganas de verte - dijo simplemente, y seguidamente añadió: - Desnúdate.

Obedecí como siempre, desnudándome. Me llevó entonces hasta el sofá, y doblándome sobre el respaldo de este, empezó a acariciar mi culo. Me retorcí empezando a excitarme. Y entonces, ¡zas! lanzó una palmada sobre mi culo. Me quejé y mi instinto me llevó a que mi mano se deslizara hasta mi culo, pero inmediatamente, Nico la cogió, junto con la otra, y me las ató por encima de mi cabeza con su cinturón. Volvió a pegarme, y todo mi cuerpo se estremeció. Le sentía detrás de mí, sus piernas pegadas a las mías, empujé hacía él y pude sentir su sexo hinchado chocar contra mi culo.

- Nico, por favor, fóllame - le supliqué.

- ¡Uhm, mi putita quiere que la folle, ¿eh?! - Musitó.

- Sí.

Oí como se bajaba la cremallera del pantalón, un sonido ya muy familiar para mí,  y enseguida sentí el glande en la entrada de mi vagina. Empujé, pero él se apartó advirtiéndome.

- ¡Shu, yo decido cuando!

-¡Oh, por favor! - volví a suplicarle. Estaba ardiendo, sedienta de sexo, sedienta de él.


Acarició mi sexo y cuando menos lo esperaba, me penetró. Luego empezó a moverse, dentro y fuera, dentro y fuera. Me cogió del pelo, tirando de él, y empujando con más fuerza aún, por lo que no tardé en correrme, y seguidamente fué él quien se corrió. Tras eso, me desató, y nos acostamos en el sofá el uno junto al otro y descansamos un rato. Hasta que de repente y como siempre, Nico miró el reloj y dijo:

-Tengo que irme.

- ¿Ya? ¿Tan pronto? - Le pregunté.

- Sí, he quedado con Vicky para salir con unos amigos.

- Oye, ya sé que quizás no sea el momento pero... ¿Vas a dejarla? - Le pregunté.

- ¿Qué? No, ¿Para que?

- Porque tu y yo...

- Tú y yo, solo follamos cuando nos apetece, nada más - dijo él como si yo sólo fuera un juguete para él.

- Mejor dí, cuando te apetece a tí, porque eso es lo que haces, me llamas, quedamos y me follas o apareces por aquí de manera inesperada. Después te largas, a veces, tan enfadado como viniste, haciéndome sentir que sólo soy un juguete para tí, tu puta, nada más.

- Pues esto es lo que querías, ¿No? Sino te gusta lo dejamos y se acabó, pero sabías desde el principio que una puta es lo que ibas a ser, mi puta, nada más.

Me dolió que me dijera eso. ¿De verdad era yo eso para él? ¿Alguien con quien follar cuando le apetecía y ya está? ¿Una puta? ¿Su puta?

-  Y tienes razón, no es el momento de hablar de esto. Nos vemos - se despidió saliendo de mi casa y dejándome allí sola.

Me quedé allí quieta, pensativa. Hasta aquel momento no me habían importado demasiado los hombres con los que me enrollaba, pero él... él era diferente, por él... empezaba a sentir algo, algo que no había sentido nunca antes.

 

Puedes leer el capitulo anterior aquí:  https://relatoserotikakarenc.blogspot.com/2020/12/llamame-senor-capitulo-2.html

miércoles, 23 de diciembre de 2020

CHICK LIT, QUE ES Y DE DONDE VIENE

Seguramente habéis oído y leído por ahí sobre este término, Chick lit, referido a la literatura y probablemente te preguntas que significa, por lo menos yo me lo he preguntado alguna que otra vez, al leer dicho término. Así pues, vamos a ver que significa. 

¿Qué es el Chick Lit? 


El Chick Lit es un subgénero dentro de la novela romántica, dirigido a mujeres jóvenes, de entre 20 y 40 años, trabajadoras y que esta escrito por mujeres. Generalmente tiene un tono personal, ligero y humorístico y los argumentos de este tipo de novelas, tratan sobre los aspectos habituales de la vida de cualquier mujer, es decir, el amor, el matrimonio, las relaciones, etc. 

¿De Dónde viene el término? 

El término chick lit, parece ser que en un principio fue usado por los hombres de forma despectiva. Y se usó por primera vez en 1995, en una antología titulada: Chick LitPostfeminist Fiction, aunque no era chick lit tal y como lo conocemos actualmente y además, se usaba el término de manera irónica.

Más tarde, en 1996 el término volvió a usarse, fue en un articulo de James Wolcoott para el periódico The New Yorker titulado "Hear me Purr" ,en el cual se definía al chick lit como la tendencia infantil en la escritura de las columnistas, en los periódicos de mujeres de esa época. Y precisamente los títulos más importantes y significativos de este género surgieron en esas columnas. Títulos como el Diario de Bridget Jones de Helen Fielding o Sexo en Nueva York de Candance Brushnell, y se puede decir que ese fue el inicio del Chick lit.

El Chick Lit actualmente

Actualmente el Chick Lit es un género escrito con frescura, en un lenguaje divertido y directo, que habla de temas tabú con normalidad. Sus protagonistas suelen ser mujeres independientes, trabajadoras, con encanto, generalmente solteras y que quieren encontrar al amor de su vida, enfrentándose a los típicos problemas de las mujeres de hoy en día. 

De este género además han derivado otros géneros como:

- Chica Lit: sobre mujeres latinas de clase media

- Matrona Lit: para y sobre mujeres maduras 

- Teen Lit: para y sobre adolescentes. 

 

Fuentes:

7 claves para renocer el género Chick Lit

¿Qué es el genero Chick Lit?

¿Que es el chick-lit? una critica desde la perspectiva de género.ca de

¿De donde viene el genero Chick Lit?

lunes, 21 de diciembre de 2020

LLAMAME SEÑOR CAPITULO 2

 QUITATE LA ROPA

Tras el fin de semana en que no volví a saber nada de Nico después de nuestro primer encuentro sexual, el lunes se presentaba como un día normal, o eso parecía. Era ya mi segunda semana en mi nuevo trabajo y me preguntaba como reaccionaría Nico al verme. Pero me sorprendió, porque aquel lunes me trató como si nada hubiera pasado entre nosotros el viernes en la fiesta. Me extrañó un poco, pero todo cambió cuando casi unos minutos antes de terminar la jornada laboral Nico me envió un mensaje en el que me decía:

"Cuando todo el mundo haya marchado, ven a mi despacho, tenemos que hablar de ciertas e importantes cosas"

Me desconcertó aquel mensaje, pero aún así, obedecí e hice lo que me indicaba. Pablo mi compañero,  empezó a recoger todo y al ver que yo no lo hacía me preguntó:

- ¿No recoges? es hora de marcharse ya.

- Sí, pero quiero acabar esto - mentí, fingiendo estar ocupada en unos textos que debíamos traducir.

- Bien, entonces hasta mañana.

- Hasta mañana.

Todo el personal fue abandonando la oficina, hasta que finalmente me quedé allí sola. Comprobé que así fuera y entonces me dirigí hacía el despacho de Nico.

Le encontré tras su mesa, sentado, observando por el gran ventanal de su despacho hacía la calle. Era un ventanal que ocupaba toda una pared, acristalado y desde el que se podía ver toda la calle. Gracias a Dios, el cristal era tipo espejo, y desde fuera no podía verse nada.

- Buenas tardes - dije para que se percatara de mi presencia.

Se giró hacía mí y una sonrisa se dibujo en su cara al verme.

- Hola, ven siéntate, tenemos que hablar.


Entré, y me senté en la silla que había al otro lado de la mesa, expectante, mientras él seguía de pie. Tenía un vaso de lo que parecía algún tipo de bebida alcohólica en la mano y le dió un sorbo saboreándolo.

- Bueno, creo que el viernes ambos disfrutamos de nuestro encuentro en el baño - empezó a hablar, yo le escuchaba - y a mi me gustaría poder seguir de algún modo, aunque obviamente sería todo en secreto. Pero antes de seguir creo que debes saber algunas cosas -dijo - Primero que, me imagino que ya te diste cuenta, pero me gustan las relaciones BDSM y eso, así sería la nuestra, tú serías mi Sumisa y me obedecerías en todo momento, es decir, yo decidiría como, cuando y donde en cada momento y tú te limitarías a obedecer, a hacer lo que yo te pidiera. ¿Estarías dispuesta?

 Le miré aún sorprendida por su confesión y sopesando los pros y los contras de aquella proposición.

- Sí - respondí algo desconcertada, y sin pensármelo demasiado, en aquel momento, estaba tan embrujada por él, que hubiera dicho sí a cualquier cosa. Luego pensándolo más detenidamente llegué a la conclusión que como siempre me ha gustado experimentar cosas nuevas y más en el sexo, esto iba a ser eso, un nuevo aprendizaje, una nueva experiencia.

- Bien, nuestras reglas son las siguientes:- Añadió, apoyandose sobre la mesa frente a mí -  yo decidiré como, cuando y donde. Las instrucciones te las daré siempre por mensaje. No puedes llamarme, seré yo siempre quien te llame a ti. Llevarás siempre faldas, y sin ropa interior debajo, por lo menos cuando quedemos. Cuando te dé una orden siempre responderás: Si, Señor. Sino obedeces, te castigaré.

- ¿Cómo? - pregunté sorprendida.

- Uhm, no sé, tengo que pensarlo. Nunca haremos nada aquí en la oficina. Siempre será fuera, o en tu casa, o en la mía o en algún hotel. ¿Entendido?

- Sí.

- Bien, ahora vamos - dijo recogiendo su mesa.

- ¿Dónde? - pregunté confundida.

- No sé, a tu casa.

- ¿Ahora?

- Sí, ahora, ¿hay algún problema?

- No, ninguno. Vamos.

Recogí mis cosas y bajamos hasta el parking en el ascensor, donde aprovechó para besarme apasionadamente, pegando su cuerpo al mio y haciéndome sentir de nuevo su bendita erección. El ascensor se detuvo y salimos, dirigiéndonos a su coche al que subimos, e indicándole por donde debía ir, llegamos a mi casa. Subimos en el ascensor, hasta mi piso. Entramos y justo tras cerrar la puerta Nico me ordenó:

- Quítate la ropa.

Yo inexperta en eso de la sumisión le pregunté:

- ¿Aquí? ¿Ahora?

- Si, aquí y ahora. ¿Hay algo que no hayas entendido de lo que hemos estado hablando en la oficina? Venga, desnúdate.


Finalmente obedecí quitándome la ropa despacio, quitándome prenda por prenda. Mientras él me miraba  paseando sus ojos por todos y cada uno de los rincones de mi anatomía. Cuando estuve totalmente desnuda me arrinconó contra la pared y me besó, sus labios sabias al licor que había tomado en su despacho. Luego, me puso de espaldas a él, sujetándome fuerte por el cuello, y metiendo su mano entre mis piernas acarició mi sexo, jugó con sus dedos acariciando mis labios, mi clítoris y finalmente me penetró con uno de sus dedos, me estremecí y cuando empezó a moverlo dentro y fuera de mí, no puede evitar gemir. Mi respiración era entrecortada, y la excitación subía poco a poco de mi sexo hasta extenderse por todo mi cuerpo.

- Ven, putita - me dijo, cogiéndome del cuello y llevándome hasta el salón.

Me llevó hasta la mesa y me hizo inclinarme apoyándome sobre ella. Sentí el frío de la madera en mis tetas y mi piel.

- Abre bien las piernas - me ordenó. Estaba claro que él llevaba la voz cantante, y cumplía a la perfección su papel de Amo y a mí me estaba gustando mucho aquello.

Qué él tuviera el control, que yo no tuviera que tomar ninguna decisión y sólo me dejara llevar por lo que él quería y pedía, me gustaba, me hacía sentir libre, por extraño que pareciera.  

Cogió mis brazos, juntó mis muñecas y me las ató con un pañuelo. Sin saber porqué empecé a sentirme más excitada aún. Sentí que se ponía tras de mí, oí como bajaba la cremallera del pantalón y no tardé en sentir su sexo empujando en mi vagina para penetrarme. Gemí, y él se puso sobre mí. Dió un fuerte empujón penetrándome y entonces me dijo al oído:

- Ahora voy a follarte tan fuerte como nunca antes lo haya hecho nadie. Sí te hago daño y no quieres seguir, sólo tienes que pedirme que pare. ¿De acuerdo?

- Sí - le respondí enajenada, sedienta de él y del placer que me proporcionaba. 

- ¿Sí, que?

- Sí, Señor.

Puso sus manos por debajo de mí, y sujetándome por los hombros empezó a empujar, como él mismo había dicho, fuerte, cada vez más fuerte, como nunca antes nadie lo había hecho, lo que hizo que en pocos segundos mi cuerpo se liberara y alcanzara el primer orgasmo. Gemí, grité y me convulsioné de placer sintiendo como si llegara a la cima de una montaña que nunca antes había escalado. También él se corrió a los pocos minutos empujando fuertemente, en el mismo instante en que yo estaba a punto de alcanzar el segundo orgasmo. Nunca antes había tenido dos orgasmos en tan poco espacio de tiempo, nunca antes me había sentido tan excitada y tan abrumada mientras un hombre me follaba.


Exhaustos y saciados de sexo, Nico me cogió en brazos y me llevó a la cama, donde nos tumbamos abrazados el uno al otro. Y entonces empezó a decir que me había portado muy bien y que se sentía muy feliz de que fuera su sumisa. Y así, mecida por el dulce timbre de su voz me quedé dormida.

 

Cuando el despertador sonó, estaba sola en la cama. Nico se había marchado y yo ni siquiera me había dado cuenta. Me levanté y me duché, y tras desayunar me marché a la oficina.Y de nuevo Nico se comportó como si realmente no hubiera pasado nada entre nosotros, y siguió siendo así el resto de la semana, lo que hizo que me sintiera frustrada. Tenía ganas de verle, de repetir, de sentir lo que me había hecho sentir en ese segundo encuentro, porque me había sentido más viva que nunca antes  con ningún otro hombre. Eso sí, me envió algunos mensajes subidos de tono, diciéndome que tenía ganas de verme, de volver a atarme, que estaba pensando en lo que haríamos en nuestro próximo encuentro, pero poco más.

El viernes quedé con Lidia y Merche, como cada viernes por la noche. Iríamos a cenar y luego quien sabía. Quizás a bailar o a tomar copas, nunca hacíamos planes concretos pero los viernes por la noche, era nuestra noche de chicas.

- ¿Qué tal con Nico, habeis vuelto a...?  - me preguntó Lidia. Ella sabía perfectamente lo sucedido con Nico y que en el trabajo se comportaba como si nada. Se lo había contado. Merche también lo sabía.

- Follar, no es tan difícil de decir - la regañé - Y no, no lo hemos vuelto a hacer.  Pero me ha pedido que sea su sumisa - les solté así de sopetón a mis amigas. Ambas pusieron los ojos como platos y Merche preguntó:

- ¡¿Qué?! ¿Sumisa, sumisa, como la de las 50 sombras?

- Sí, sumisa como la de 50 sombras.

- Joder con tu jefe - dijo Lidia - ¿Y tú que les has dicho?

- Qué sí. Me pone mucho probar eso, ya sabéis, creo que es una de las pocas cosas que aún no he probado - les expliqué.

- Esta bien, pero ten cuidado. - Me advirtió Lidia, siempre tan atenta conmigo.

- No te preocupes, lo tengo todo bajo control.

- ¿Y su novia? - Preguntó Lidia.

- ¿Tiene novia? - Preguntó Merche, bajando del guindo, como es habitual en ella.

- Sí, tiene novia, pero al parecer su relación es sólo de conveniencia - expliqué.

- Sí, ya, tú ten cuidado - repitió Lidia.

- No te preocupes, sé lo que hago. ¿Vamos a bailar? - Propuse una vez terminada la cena, tratando de dar la conversación por terminada. No tenía ganas de escuchar su sermón, porque estaba segura que Lidia en cualquier momento empezaría a sermonearme.

- Bueno, por mi perfecto - dijo Merche.

- Bien, podemos ir al Afrodita - propuso Lidia.

Pagamos la cena y al salir a la calle, justo antes de pedir un taxi que nos llevara al Afrodita, en mi móvil sonó la música de que había recibido un mensaje.

Miré el móvil y era un mensaje de Nico, así que lo leí inmediatamente, eran unas instrucciones: "Te espero en este local (me daba una ubicación), recuerda con vestido y sin ropa interior debajo, no tardes o te castigaré"

- Lo siento chicas, pero tengo que irme. El jefe me llama - le dije.

- ¡¿Qué?! - Preguntaron ambas a la vez sorprendidas.

- Que ya nos veremos - les dije, parando un taxi y subiendo para que me llevara hacía el lugar donde Nico me había indicado.

 

No tardé demasiado en llegar, estaba bastante cerca del lugar donde había cenado con las chicas. En el taxi me había quitado la braguitas y las había guardado en mi bolso, gracias a Dios, que había decidido ponerme una mini para salir con las chicas.

Cuando llegué al local, le envié un mensaje a Nico diciéndole que había llegado y nada más cruzar la puerta él estaba allí, esperándome. Me cogió del brazo y llevándome hacía el interior del local me dijo:

- Vamos, no tenemos mucho tiempo.

- Hola, buenas noches, Señor - le dije irónicamente.

- Buenas noches. Venga vamos.

Me llevó hasta el fondo del local, que por el ambiente vi que era un local donde se reunía la gente que practicaba el BDSM, pues lo evidenciaba la vestimenta de algunas de las personas que había. Entramos por una puerta, a un pasillo donde había varias puertas más y finalmente entramos en una de ellas. Era una pequeña habitación donde había un caballete en el centro y un sofá junto a la pared de enfrente. Nico cerró la puerta con llave y luego se abalanzó sobre mí, acorralándome contra la pared. Me sujetó por el cuello con una mano, y me besó fuerte, apasionadamente, casi haciéndome daño en la boca. La otra mano la colocó bajo mi falda, acarició mi culo y luego comprobó que efectivamente no llevaba las braguitas.

- Buena chica - me susurró al oído.

- ¿Va a ser siempre así? - le pregunté.

- ¿No te gusta?

- Sí, pero es que... - el seguía acariciando mi culo por debajo de la falda.

Mi corazón latía a cien por hora, y empecé a jadear. Sus dedos se movían por mi sexo, buscó mi clítoris, y lo acarició, mientras volvía a besarme, metiendo su lengua dentro de mi boca y barriéndola por completo. Gemí y entonces, sorprendente mente, me cogió de nuevo del brazo y me llevó hasta el caballete.

- Dóblate sobre él.

Lo hice y no sé de donde, pero Nico sacó dos cuerdas, con las que ató mis manos en la barra inferior del caballete.

- ¿Qué vas a hacer? - Le pregunté sorprendida, pero también sumamente excitada.

- Ya lo sabes, voy a follarte.


Me ató también las piernas, una a cada pata del caballete. Cuando estuve completamente atada, se paseó a mi alrededor. Cuando pasó por detrás de mí, se detuvo y me pegó con la mano en el culo unas cuantas cachetadas, y lo que me hizo sentir más caliente. Me gustó estar atada y sometida a él. Realmente me excitaba, cuando nunca pensé que podría hacerlo. Era una nueva sensación que además me hacía desear más.

Siguió andando a mi alrededor, se detuvo frente a mí, tiró de mi pelo levantando mi cabeza, se bajó la cremallera del pantalón y sacando su polla me ordenó:

- Chúpa, puta - que me hablara de aquella manera también me hacía sentir excitada y sucia, pero me gustaba aquella sensación.

Abrí la boca y él acercó su polla y la metió. Empezó a mover mi cabeza, de modo que su pene entraba y salía de mi boca. Lo movió rápido, fuerte, dentro y fuera, dentro y fuera, de modo violento y salvaje y a mi me gustaba, me hacía sentir que en cierto modo era suya, me poseia, me controlaba y eso me gustada; cada vez estaba más excitada y quería más,era como una droga de la que cuanto más tomaba más deseaba, quizás por eso, cuando pasaban varios días sin él y sin aquellas sesiones de sexo, le echaba de menos.

 Quería sentirle dentro de mí, quería que me usara, que me follara. Sacó su polla de mi boca y se puso tras de mí y me tensé por completo esperando que por fin me poseyera. Y lo hizo, me penetró, me folló y me hizo suya una vez más. Lo hizo feroz, salvajemente y ambos quedamos satisfechos cuando llegamos al maravilloso orgasmo. Luego me desató, y me cogió en brazos y me llevó hasta el sofá. Allí me abrazó sentándose junto a mí. Fue un momento maravilloso en que me sentí feliz.

- ¿Por qué no me has llamado hasta hoy? - le pregunté - pensé que...

- Soy tu Amo, yo decido como, cuando y donde, ya te lo dije. ¿De acuerdo? Si no te gusta, lo dejamos aquí - me dijo secamente.

- No, está bien, pero es que te echo de menos, echo de menos estos momentos cuando pasan dias sin que lo hagamos - respondí tratando de no enfadarle más.

- Ya lo sé, y yo también, pero... no puedo hacer otra cosa, ella... no tengo más tiempo, de verdad. Esto es lo que hay.

- Está bien - terminé besándolo de nuevo profundamente.

Aceptaba aquella situación porque me gustaba lo que teníamos, porque estaba descubriendo en mí algo nuevo, algo diferente que me gustaba y era gracias a él. Pero me molestaba que siempre que follábamos parecía que estuviera enfadado con alguien y que poseerme fuera su manera de liberarse de ese demonio, pero en cuanto decía algo que no le gustaba, era como si el demonio volviera a aparecer y lo pagara conmigo. 

jueves, 17 de diciembre de 2020

LLAMAME SEÑOR CAPITULO 1

 1.  LLAMAME SEÑOR

La primera vez que le vi fue en la entrevista de trabajo que él mismo me hizo para formar parte de su equipo de traductores en la editorial. Entré en una sala, yo diría que era una sala de reuniones, pues había una mesa redonda con unas cuantas sillas; en tres de ellas, las opuestas a mí, había tres hombres y entre ellos en el centro estaba él. Nico, tan moreno, tan guapo, tan atractivo y con unos ojos que enamoraban


 Nada más verle, me sentí atraída por él, no podía quitar mis ojos de él. Desprendía erotismo por todos sus poros y con solo mirarle me hacía imaginar mil y una situaciones en las que ambos estábamos desnudos y pegados el uno al otro. No sé si sería por la forma en que lo miré y él me miró, pero me dieron el trabajo. Y el primer día, fue él quien me recibió en la recepción del departamento de traducción. Me tendió la mano y al dársela, fue como si una corriente eléctrica me recorriera y creo que él también la sintió. Yo estaba muy nerviosa y no sólo por que empezaba en un nuevo trabajo.

- Buenos días, Carol, bienvenida al equipo de traducción - me dijo.

- Gracias - le respondí yo.

Me presentó al resto de compañeros y me enseñó cual sería mi puesto de trabajo y me habló de cuales serían mis funciones. Luego me invitó a una fiesta que se celebraba el viernes por la noche, ya que se presentaba uno de los libros que habían traducido.

 

- ¿Y que tal tu nuevo trabajo? - Me preguntó Lidia.

Como cada miércoles por la tarde, habíamos quedado para tomar algo y contarnos como iba todo. Lidia era mi mejor amiga, eramos amigas desde que estudiábamos bachillerato. Eramos muy diferentes la una de la otra, pero quizás eso era lo que hacía que después de tantos años siguiéramos siendo amigas, porque nos complementábamos la una a la otra.

- Bien, muy bien. Mi jefe me ha invitado a una fiesta que se realizará el viernes. La presentación del último libro que han traducido. Pero no sé si voy a ir - le dije.

- ¿Cómo que no? Claro que iras, si el que te ha invitado es el tío bueno de tu jefe, tienes que ir. Si hace falta ya te acompaño yo, pero no puedes faltar a esa fiesta.

- Ya , si tienes razón, pero no sé, tampoco quiero parecer desesperada por ligar con él ¿sabes?

- ¿Pero cuándo te ha importado a tí eso? Si fuera yo, pues sí, pero tú... - me dijo Lidi.

- Pues tienes razón. Esta bien, iremos. Pero tú vienes conmigo - le dije, pues necesitaba su apoyo, no sabía porque pero lo necesitaba.

- Por supuesto.

 

 El viernes por la tarde salí corriendo del trabajo para irme a casa, había quedado con Lidi para vestirnos juntas y ver que nos poníamos. Yo quería estar realmente atractiva y sexy, pues mi objetivo era Nico, mi jefe.

- Ponte el vestido rojo - me dijo Lidia mientras ambas nos mirábamos en el espejo.

Yo acababa de probarme un vestido negro, con escote en uve y manga japonesa.

Cogí el vestido rojo para probármelo de nuevo, mientras le decía a Lidia:

- Pues a ti te queda mejor el azul.

- Bien yo el azul y tú el rojo, te queda como un guante y te hace la figura muy bonita y sexy - sentenció ella.

Nos vestimos, nos maquillamos y cogimos los bolsos, luego salimos de mi casa.

- ¿Dónde es la fiesta? - me preguntó Lidi.

- En un pub cerca de la oficina.

Cogimos un taxi y en 20 minutos habíamos llegado. Al bajar del taxi, casi me choco con él.

- Uys, perdón - me disculpé y al alzar la vista, le vi además de oler el perfume de su colonia.

Nico no era solo guapo, era atractivo y sexy y vestido tan elegantemente con pantalón de pinzas y camisa roja perfectamente planchada, aún más. Lo malo era que no iba solo.

- Hola - dijo - me alegro que hayas podido venir.

- Sí - dije mirando a su amiga.

- Esta es Victoria, mi prometida - al oír aquello, fué como si mi castillo de arena fuera pisado repentinamente - Esta es Carol, la chica nueva de la que te hablé.

- Mucho gusto - dije tendiéndole la mano a la chica, una rubia muy estirada y pija que casi ni me miró y cuando lo hizo, fue con cierto aire de superioridad..

- Lo mismo digo - dijo

- Esta es mi amiga Lidia - les presenté a mi amiga.

Nico le tendió la mano y la saludó, la rubia ni siquiera la miró, y repentinamente mirando a alguien que estaba al otro lado de la calle dijo:

- !Yujuuuu, Adela! - Y se alejó sin decirnos nada.

- Perdonad, ella es así, no se lo tengáis en cuenta. Bueno, nos vemos dentro - se despidió Nico siguiendo a su prometida.

Entramos en el pub, y Pablo uno de mis compañeros se acercó a nosotras nada más vernos.

- Hola Carol, ¿quien es esta preciosidad que te acompaña? - me preguntó mirando a Lidia.

- Es mi amiga Lidia, Lidia este es Pablo.

Se saludaron y empezaron a hablar pasando de mi olímpicamente.

A los pocos minutos yo me sentía extraña allí, pues ninguno de los dos me hacía caso, así que decidí ir a dar una vuelta por el local.

Estaba sentada junto a la barra, con un martini en la mano cuando oí una voz.

- ¿Qué haces aquí sola? - Me preguntó Nico.

- Pues nada, mirar, observar, nada más. ¿Y tú donde has dejado a tu prometida?

- Pues no lo sé, pero tampoco me importa - me respondió simplemente.

- Vaya ¿y eso?

- Bueno, nuestra relación es más bien puramente comercial, podríamos decir - me explicó.

- ¿Puramente comercial?

- Sí, pero ¿por que no hablamos de ti en lugar de hablar de mi? - Me dijo en un tono insinuantes.

- ¿Y que quieres saber de mi? - Le pregunté.

- Ven, vamos a bailar - me dijo, tirando de mi mano y llevándome a la pequeña pista de baile que había en el pub - Allí me lo cuentas todo, empezando por lo más importante ¿tienes novio?


Me apretó contra él justo en el instante en que sonaba una canción lenta. Sentí su sexo entre ambos. Empezamos a movernos y su aparato empezó a crecer entre los dos. Lo que sin duda, empezó a excitarme. Debo confesar, que me gusta el sexo y los hombres guapos y él parecía tener ambas cosas. Le miré a los ojos y no pude evitar preguntarle:

- Pues no, no tengo novio pero ¿Y si nos ve tu prometida?

Acercó su boca a mi oído y susurrando me dijo:

- Deja de pensar en ella y déjate llevar.

Como él me aconsejó me dejé llevar. Bailamos, sintiendo como su pelvis se ajustaba a la mía y como el calor subía entre nosotros. Poco a poco, la temperatura iba subiendo y en mi imaginación se sucedían las escenas eróticas con nosotros como protagonistas una tras otra. Y entonces, casi como si hubiera adivinado lo que estaba pensando, Nico me susurró al oído:

- ¿Por qué no te quitas las braguitas?

- ¿Qué? - susurré como si no pudiera creer lo que acababa de pedirme.

- Ve al baño y quítate las braguitas, luego espérame en uno de los cubículos.

- Pero... - respondí incrédula, sorprendida.

- ¿No quieres que te folle? - Me preguntó con una seguridad pasmosa, como si yo tuviera un letrero en la frente que dijera que quería que me follara.

- Siii - acerté por fin a responder. Y obedecí dirigiéndome al baño.

 

 

Como él me había indicado, me quité las braguitas y esperé que apareciera él. No tardó en hacerlo. Llamó a la puerta un par de veces y luego en voz baja dijo:

- Carol, ábreme.

Abrí la puerta y le dejé entrar. Cerró la puerta tras de sí, y me besó. Debido al pequeño espacio que había en aquel cubículo, estábamos pegados el uno al otro. Me sujetó por la cadera y poco a poco, subió su mano por mi pierna, muslo arriba hasta llegar a mi culo para comprobar que le había obedecido y me había quitado las braguitas. Mi corazón iba a mil por hora y el roce de su mano hacía que mi sexo se mojara como nunca antes.

- Muy bien, buena chica. Ahora ponte de espalda a mí, apoyando las manos en la cisterna.

De nuevo obedecí colocándome como me indicaba, pues su voz me embrujaba, me empujaba a hacer todo lo que me pedía. Me abrazó desde atrás y sentí su erección apretándose contra mi culo y el calor de su cuerpo pegado al mio, además de su respiración en mi oído .


- ¿Sabes que he deseado esto desde el primer día en que te vi? - me susurró en mi oído, lo que hizo que todo mi cuerpo se estremeciera de excitación. Cerré los ojos tratando de recordar aquel primer día.

- No - le respondí, cuando noté que subía mi falda hasta la cintura, y de nuevo acariciaba mi muslo,sentí como mi sexo palpitaba anticipándose a lo que estaba a punto de suceder. Nico  metió su mano entre mis piernas, acarició suavemente mi clítoris y gemí excitada - No me lo creo - susurré y oí la cremallera de su pantalón bajando.

Tragué saliva, y suspiré profundamente. Estaba claro que iba a follarme.  En mi interior la batalla entre dejarle seguir o parar eso me volvía loca, ya que él era un hombre comprometido y yo no quería ser una rompeparejas, pero... me moría por sentirle dentro, por ser suya aunque sólo fuera esa vez.

- No deberíamos - protesté, tratando de recuperar la cordura.

- Pero tú lo deseas tanto como yo - susurró en mi oído, mientras sentía su polla ya erecta entre mis piernas, rozando suavemente mis labios vaginales, haciendo que me humedeciera aún más.

Afirmé con la cabeza y suspiré. Claro que quería más, claro que le deseaba y mucho, cada vez más. Y por eso le supliqué finalmente dejándome llevar por el deseo:

- Métemela ya, por favor.

- Tienes que decir: "Por favor, Señor".

Entendí su juego casi al instante y le supliqué nuevamente:

- Métemela ya, por favor, Señor.

- Muy bien- dijo él con firmeza.

Se puso un condón que ni me dí cuenta de donde lo había sacado. Volvió de nuevo a abrazarme, guió su pene y se hundió en mí. Gemí, suspiré, al igual que él en aquel momento. Me sujetó por las caderas y empezó un lento vaivén, que poco a poco fue acelerando hasta que ambos llegamos al éxtasis.

Me abrazó y dijo:

- Tenemos que volver a la fiesta.

- Sí - le respondí aún abrumada por todo lo que acababa de suceder.

- Primero saldré yo, luego espera un minuto y sales tú - me indicó.

- Vale- le respondí recomponiendo mi vestimenta.

Tras salir del baño, me dirigí hacía el salón, donde Lidia estaba junto a Pablo en una esquina, hablando. En cuanto me vió, corrió hacía a mí.

- ¿Dónde estabas? Te he estado buscando por todas partes, pensé que te habías ido sin mi.

- No, estaba en el baño.

- ¿En el baño? ¿Tanto rato, tú sola? - preguntó extrañada.

- No, sola no.

- ¡Ah, ya entiendo! - Me sonrió con cierta complicidad - Luego tienes que contármelo.

- Sí. ¿Para que me buscabas?

- Para volver a casa, estoy cansada y harta de la fiesta, necesito descansar.

- Esta bien, vámonos

Volvimos a casa y por el camino en el taxi le conté todo lo sucedido con Nico en el baño. Ella como buena amiga, me dijo que tuviera cuidado con él, ya que era un hombre comprometido. Al llegar a casa le propuse que se quedara a dormir conmigo y así lo hizo.