miércoles, 24 de febrero de 2021

QUIZÁS CAPITULO 2

 - ¿Te llevo a casa? - me preguntó.

- Sí, por favor - le respondí.

Le di mi dirección, que en realidad, era muy cerca de donde vivían mis padres, o sea mi antigua casa. Durante el trayecto ninguno de los dos dijo nada, ambos parecíamos abstraídos en nuestros propios pensamientos.

Supongo que igual que para mí, saber que mi hermana había contribuido a que nos alejáramos a pesar de que ambos sentíamos lo mismo el uno por el otro, le había hecho cierta conmoción. De repente fue él el que rompió aquel silencio ensordecedor:

- 15 años, han pasado 15 años, 15 años sin saber que me correspondías. ¿No te da la sensación de que has perdido esos 15 años? - me preguntó.

- La verdad es que sí, pero ¿qué podemos hacer ahora?

- No sé, si pudiéramos volver atrás.

- Sí, pero no podemos.

Habíamos llegado a mi casa, Héctor aparcó y nos despedimos.

- Bueno, gracias por traerme - le dije.

- Oye, ¿podemos volver a vernos? - me preguntó antes de bajar.

- Sí claro - saqué mi móvil del bolso y le dije: - dime tu número de teléfono.

- 648 07 69 23 - me dijo.

Le hice una llamada perdida y le dije:

- Llámame cuando quieras.

- Gracias. Nos vemos.

- Sí, nos vemos. Hasta pronto.


Bajé del coche y subí hasta mi piso, mi solitario y vacío piso. El piso que hasta hacía unos seis meses había compartido con Julio.

Me deshice del abrigo, del bolso y de los zapatos y me senté en el sofá. Estaba cansada, agotada, era tarde ya y necesitaba dormir, alejar de mi mente los pensamientos sobre el porqué mi hermana había hecho aquello. Así que me tumbé en el sofá, pensé que solo sería un ratito, después me iría a la cama.

Cuando desperté nada era como cuando cerré los ojos y no me refiero a que fuera de día y hubiera descubierto que quería tener una oportunidad con Héctor, no. Me refiero a que nada de lo que me rodeaba era como cuando cerré los ojos. Estaba en un sofá, pero no estaba en mi sofá. Estaba en un salón, pero no era mi salón, ni siquiera llevaba la ropa con la que me había dormido, en realidad, aquella ropa me sonaba, la había visto antes, la había llevado antes, de eso si estaba segura, pero de lo demás… No sabía donde estaba hasta que:

- ¿Pero nena, que haces en el sofá? ¿No me digas que has dormido aquí?

No podía ser, aquella voz, la que me estaba diciendo aquello, era Lorena, una de mis amigas 15 años atrás.

- Lorena - dije su nombre como si no me creyera lo que estaba pensando - ¿qué días es hoy?

- ¿No lo sabes? Nena creo que te pasaste un poco con las copas, ¿no?

- ¿Qué día es? - le insté a que me lo dijera.

- 24 de junio, San Juan - respondió Lorena

- ¿De qué año?

- Mira que estás rarita hoy, joder, de 2005.

- ¿Qué? ¡No puede ser! - exclamó sorprendida.

- ¿Cómo que no? Ya digo yo que hoy estás muy rara.

- Es el día que Héctor dejó a mi hermana Isabel - dije pensando en voz alta.

- ¿Qué demonios estás diciendo, te has vuelto loca?

- Qué tengo que ir a ver a Héctor, es importante.

Me puse en pie, me arreglé un poco y salí de aquella casa. Era la casa de Julio y David, donde habíamos celebrado la verbena de San Juan el verano de 2005, el verano en que Isabel y Héctor rompieron, el verano en que él desapareció de nuestras vidas. Por eso tenía que ir a verlo, sin saber como la vida me había dado una segunda oportunidad y no iba a desaprovecharla. Después me preocuparía de como había terminado allí y por qué.

Al salir a la calle y verme en el cristal de una tienda me di cuenta del deplorable aspecto que tenía, aunque si no recordaba mal, aquella fue una noche memorable. Me lo pasé genial con Lorena y Maika, mis amigas en aquel entonces, habíamos estado en la fiesta de Julio, fue él mismo quien nos invitó y… ¡Oh, no, ahora lo recordaba! Aquella noche Julio y yo nos besamos por primera vez, después de eso estuvimos tres años en un ir y venir, en un ni si ni no, hasta que finalmente decidimos consolidar nuestra relación y llevarla más allá de aquel juego en el que igual estábamos juntos un par de meses como nos tirábamos cuatro sin vernos la cara y odiándonos a muerte.

Decidí irme a mi casa, era mejor que me cambiara y me pusiera decente antes de ir a ver a Héctor. Si no recordaba mal, aquel fin de semana mis padres se marcharon a la casa de campo el fin de semana y nos dejaron solas a Isabel ya mi. Cuando llegué a casa, no había nadie o eso creía, pero enseguida oí ruido, alguien se estaba duchando.

- ¡Isabel! ¡Isabel!

- Joder, para de gritar ya, tengo la cabeza como un bombo - salió mi hermana de la habitación de mis padres quejándose.

- Pensé que no había nadie - dije - pero al oír el agua de la ducha. ¿Por cierto, quien está ahí dentro? - pregunté, y justo en ese momento salió Pablo envuelto en una toalla de cintura para abajo.


- Buenos días, pequeñaja - siempre me llamaba así ya mi me fastidiaba un montón.

- ¿Qué hace este idiota aquí? - le pregunté a mi hermana ignorando por completo al Imbécil.

- ¿Qué crees que hace? Pareces tonta.

- Ya, pero se supone que estás con Héctor, no me digas que le has puesto los cuernos - le dije tratando de disimular, pues yo sabía perfectamente que había pasado aquella noche entre Pablo y ella.

- Bueno, no, pero sí, anoche discutimos por enésima vez y cuando vino a hacer las paces conmigo, me vio besándome con Pablo y claro, no creo que quiera volver a saber nada de mí. Pero la verdad, tampoco lo quiero. Ya no lo necesito.

- ¿Y no sabrás donde esta ahora Héctor, verdad? - le pregunté.

- Pues no, pero tampoco me interesa, ya te lo he dicho. ¿Para qué quieres saberlo?

- Tengo que darle un recado - le respondí sin darle más detalles.

Y puesto que Pablo ya había salido, me metí en el baño. Me duché, me vestí y me peiné. Sin decir nada más, me despedí de mi hermano y de Pablo y salí de mi casa. Ya en la calle traté de pensar donde podría estar Héctor, donde habría pasado la noche. Traté de recordar aquella noche, que hizo o pudo haber hecho Héctor, tras descubrir a Pablo e Isabel besándose. Recordé que él e Isabel dicho al empezar la noche que tal vez pasarían la noche en casa de Nacho, el mejor amigo de Héctor. Así que decidí ir hacía allí. No tardé demasiado pues estaba a solo unas pocas calles de mi casa. Llamé al timbre de abajo y fue el mismo Nacho quien se puso, preguntándome:

- ¿Quién?

- Soy yo Nacho, Amparo, ¿está Héctor ahí?

- ¿Si, Por qué?

- Ábreme, luego te lo cuento.

- Está bien.

Me abrió y subí, cuando llegué frente a su puerta, él ya me estaba esperando y dijo:

- No sé si podrás hablar con él, está muy borracho. No ha parado de beber en toda la noche.

- Bueno, por lo menos lo intentaré.

- Lo de tu hermana le ha partido el corazón, creo

- Bueno, yo creo que más que el corazón ha sido el orgullo, pero se recuperará. ¿Dónde está?

- En la habitación.

- Gracias.

Entre en la habitación, Héctor tenía una botella en la mano y estaba tirado sobre la cama. Al verme, arrastrando las palabras me preguntó:

- ¿Qué haces aquí? ¿Sabes que tu hermana me ha dejado?

- Sí, lo sé, venía a hablar contigo, pero no sé si es buena ideas. Estás borracho como una cuba.


- Amparo, tengo algo que decirte - dijo.

- Creo que no estás en condiciones. Mira, ¿qué te parece si dejas la botella y duermes un poco? Cuando despiertes lo verás todo más claro.

- No - dijo con voz de borracho - Te quiero, te quiero a ti y no a Isabel.

- Lo sé - le respondí.

- ¿Cómo lo sabes, te lo ha dicho ella?

- No, ahora duerme - le dije, tratando de taparle con las sábanas

- Te quiero -repitió y acercando su boca a la mía intentó besarme, de hecho, lo hizo, pero fue un beso corto, y además olía a alcohol que echaba para atrás.

- Duerme.

Salí de la habitación y dejé que durmiera. Pasé la mañana con Nacho, viendo la televisión. Y cuando íbamos a comer, Héctor se despertó.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó sorprendido al verme.

- ¿Yo? Bueno, quería hablar contigo y… - No sabía que decirle, no sabía si se acordaba de lo que me había dicho por la mañana antes de dormirse, así que no sabía que debía decirle. Así que pensé que lo mejor era sondearle. - ¿Te acuerdas de lo que me has dicho esta mañana?

- ¿Está mañana? No, no recuerdo nada después de descubrir a Isa con el cretino de Pablo besándose y empezar a beber.

- Ya me lo parecía.

- ¿Por qué, he dicho algo inconveniente quizás?

- No, la verdad es que no - le respondí - anda, vamos a comer.

- Sí, estoy hambriento - dijo Héctor.

Fue una comida muy divertida y entretenida, me dio la oportunidad de conocer mejor a Nacho, ya que hasta ese momento no sabía mucho de él, excepto que era el mejor amigo de Héctor.

Después de comer y jugar con la consola un rato, Héctor dijo:

- Creo que ya es hora de que nos vayamos. Creo que tengo que hablar con esta dama. Además me duele mogollón la cabeza. La resaca es terrible, os prometo que no volveré a beber tanto en mi vida

- Eso ya lo veremos - le dije yo.

- Tienes tu moto abajo - dijo Nacho dándole las llaves.

Bajamos a la calle, y antes de subir a la moto, Héctor me preguntó:

- ¿Te llevo a tu casa o a la mía?

Nos miramos profundamente a los ojos. Podría quedarme horas mirando sus ojos negros. Y entonces me preguntó:

- ¿Qué te dije esta mañana cuando estaba borracho?

- ¿Tú que crees? - le pregunté poniéndolo a prueba.

- Mira, ahora no tengo ni tiempo ni ganas para jugar a las adivinanzas. O me lo dices, o como me ha aconsejado tu hermana que hiciera, me iré ahora mismo y no volverás a verme.

Nada me daba más miedo que aquello, no volver a verle, no dejar pasar otros 15 años hasta que volviéramos a vernos para saber que sentía por mí.

sábado, 13 de febrero de 2021

QUIZAS CAPITULO 1

EL REENCUENTRO

Estaba observando un cuadro de David, un amigo de la infancia que pintaba desde muy pequeño. Aquella era su primera exposición y me había invitado a que la viera. Siempre me gusta estardo sus cuadros, su manera de pintar, el realismo con que lo hacía.


Y como digo, estaba observando uno de sus cuadros cuando una voz detrás de mí me dijo:

- Es maravilloso el color de la escena, ¿verdad?

No podía creérmelo, aquella voz… Me giré hacía él, era Héctor. El chico más guapo que había visto en mi vida, el ex de mi hermana y mi amor platónico cuando tenía 20 años.

- Héctor ¿qué haces aquí? - le pregunté pensando al instante que era tonta por preguntarle aquello, era evidente que hacía lo mismo que yo, mirar los cuadros de David.

- Pues ya ves, mirar los cuadros de David, igual que tú. ¿Qué tal estás? Bueno, preciosa, eso sin duda.

- Vaya, gracias - le respondí, poniéndome roja como un tomate.

- ¿Y tú hermana? - me preguntó.

- Bueno, pues ya sabes, casada y con tres preciosos churunbeles - le dije.

- Ja, ja, ja, siempre tan graciosa - nos reímos ambos.

- Pues es verdad, tiene tres ya.

- ¿De Pablo? - me preguntó algo sorprendido.

- Sí, de Pablo - le respondí.

- ¡Hola, chicos! - dijo David acercándose a nosotros.

- Hola, David - lo saludé de nuevo, ya que al entrar casi no había tenido tiempo, ya que estaba atendiendo a algunos de sus invitados.

- Hola, preciosa - dijo acercándose a mí y dándome un beso en cada mejilla - Perdona que antes no te saludara como se debe, pero estaba hablando con unos pasantes bastante importantes.

- No te preocupes David, lo entiendo.

- ¿Qué os parece mis cuadros? - preguntó francamente. Él era así directo y abierto.

- Bien, la verdad, los colores que le imprimes le dan un realismo a los cuadros que me maravilla - dijo Héctor.

- Gracias. ¿Y a ti Amparo, que te parece?

- Preciosos, como siempre sublimes. Ese de la chica - se lo señalé - es increíblemente real. La chica tiene una expresión en la cara que te lleva a preguntarte, que le estará pasando por la cabeza.

- Tú siempre tan… enigmática - me dijo David.

- ¿Enigmática, yo? - dije tratando de picarle.

- Sí, tú - y me hizo un gesto de burla sacándome la lengua.

- Vaya, os lleváis muy bien vosotros dos - indicó Héctor.

-¡David! - lo llamó su marchante.

- Voy, luego nos vemos chicos.

- Sí, hasta luego - le dije.

- Oye, ¿qué tal si vamos a tomar algo y nos ponemos al día?

- Vale, he visto un bar aquí cerca - le indiqué.

- Bien, pues vamos.

Salimos de la galería dirigiéndonos hacía el bar que estaba un par de puertas más abajo.

Nos sentamos en una pequeña mesa junto a la ventana. El camarero no tardó en acercarse a nosotros y nos preguntó qué queríamos. Yo pedí una cola y Héctor un gin tonic.

- Y bueno, decías que de tu hermana, ¿qué ya tiene tres hijos? - me preguntó.

- Sí, bueno, es que los dos últimos son mellizos, tienen un par de añitos.

- Ah, vaya. No habrá sido fácil para ella.


- Pues no, imagínate, con una de tres añitos le vinieron los mellizos. 
Fue duro para ella, pero bueno entre mis padres y yo, le hemos ayudado en lo que hemos podido.

- Entiendo. Y Pablo ¿que hace ahora? - me preguntó.

- Pues está trabajando como jefe de equipo en una empresa de marketing.

- Vaya, se lo montó bien el cabrón - dijo con cierto pesar.

Se podría decir que Pablo le quitó la novia (o sea mi hermana) a Héctor.

- Sí, bueno, tú, lo siento - le dije - Tú querías mucho a Elisa y no sé, en aquel entonces, te fuiste y…

Me sentí apesadumbrada. Después de que Elisa dejara a Héctor no me vi con suficiente valor para hablar con él, para decirle que podía seguir contando conmigo, que lo sentí y con el paso de los años perdimos el contacto.

Si es cierto, que podría haber aprovechado aquel momento de debilidad de él, para tratar de conquistarlo, pues durante todo el tiempo que estuvo con mi hermano, yo estuve enamorada de él platónicamente. Pero pensé que por el bien que ambos, era mejor dejarle él, no hubiera sido justo aprovecharme de las circunstancias en que se fueron para enamorarle. No hubiera sido un amor verdadero sino más bien, un amor forzado y yo no quería eso.

- No te preocupes, lo entendí, es más, lo agradecí. Te parecías, bueno, sigues pareciéndote, tanto a tu hermana que a veces solo verte me dolía, te miraba a la cara y la veía a ella y eso me hacía daño - me dijo.

-Lo entiendo.

- Bueno ¿y tú qué ?, cuéntame que has hecho todos estos años.

- Pues mira, terminé la carrera de magisterio y estoy como profesora de infantil en un colegio cercano - le conté.

- ¡Ah, que bien!

- ¿Y tú, de que trabajas o dónde? - le pregunté.

- Pues mira, como ingeniero en una empresa de diseño.

- Bien, me alegro por ti.

- Sí, es un buen trabajo y me pagan bien. Y además hago lo que me gusta.

- ¿Y aparte del trabajo, que es de tu vida?

- Pues la verdad, bastante aburrida - le respondí, tratando de no entrar en detalles.

- ¿No tienes novio o algo por el estilo? - me preguntó.

- Pues no, la verdad es que no. En realidad, hace solo unos meses que lo dejé con Julio.

- ¿El hermano de David? - me preguntó algo sorprendido.

- Sí, el hermano de David.

- Entonces ahora entiendo lo de antes.

- Si, en realidad me llevo mejor con David que con Julio, supongo que por eso hemos roto - le expliqué.

- ¿Por qué Julio estaba celoso de David, quizás?

- No, no - me reí por su confusión - Me refería a que no me llevaba tan bien con Julio.

- Ah, claro, lo siento. Bueno, como tú y tu hermana, ¿no? Cuando estaba con ella, me llevaba mejor contigo que con ella, sobre todo al final - dijo con cierta tristeza.

- Sí, y ella estaba celosa - añadí yo.

- Sí, muy celosa y la verdad, no entiendo por qué. Recuerdo que cuando le preguntaba siempre me decía: "No lo entenderás"

- Supongo que lo decía porque en… - no estaba segura de si debería decírselo, pero finalmente decidí que sí, había pasado ya mucho tiempo y ya no podía perder nada - estaba enamorada de ti.

- ¿Qué? ¿Tú? ¿De mí?

- Sí, lo estuve durante bastante tiempo, casi desde que nos conocimos.

Al oír mi confesión pareció sentirse confundido, se mesó el pelo, se estiró en la silla y nervioso se levantó de la mesa diciendo:

- Vámonos, David nos estará buscando, o tal vez te estará buscando a ti.

Yo también me levanté de la mesa, él caminaba hacía la barra cuando cogiéndole de la muñeca lo hice detener y que me mirara.

- ¿Qué pasa?

Siguió hacía la barra sin mirarme, sin querer contestar a mi pregunta. Le preguntó al camarero cuanto era, y pago las copas. Luego salimos del bar, y entonces de nuevo intenté detenerlo para que me explicara que pasaba, porque se había puesto tan nervioso.

- ¿Quieres decirme que pasa? ¿Por qué te has puesto tan nervioso?

- Porque yo también estaba enamorado de ti, porque por eso dejé a tu hermana, porque esa era la fuente de nuestras peleas, porque sus celos no eran infundados sino reales, y ella me hizo creer que tú no sentías nada por mí, que era mejor que me alejara de vosotras. Por eso… por eso no ha vuelto a saber de mí hasta ahora.

Me quedé sorprendida, no podía creerlo, y sentí como si me hubieran dado una punzada en el corazón, habíamos estado enamorados en uno del otro todo aquel tiempo y ninguno de los dos se lo dijo al otro, ninguno de los dos tuvo el valor para enfrentarse a sus sentimientos.

- Yo ... Lo siento. Si lo hubiera sabido.

- Si lo hubieras sabido igual que yo, todo habría sido diferente y ahora quizás estaríamos juntos. Pero no es así.

- No, no lo es, pero me siento como si hubiéramos perdido el tiempo…

- Y la oportunidad - me interrumpió tratando de completar mis palabras y mis pensamientos.

De repente, empecé a sentir cierto odio hacía mi hermana, ¿por qué había hecho aquello? ¿Por qué nos había alejado si ella sabía que estábamos locos el uno por el otro? ¿Acaso no podía soportar la idea de ver a Héctor conmigo? Sentí otra punzada y luego a sentir como si me faltara el aire, empecé a hiperventilar. Héctor me cogió por los hombros y mirándome a la cara me preguntó:


- ¿Qué pasa, te encuentras bien?

- No, me falta el aire, no puedo respirar - le respondí.

- Tranquila, tranquila. Mira será mejor que volvamos a la galería.

- Bien - acepté.

Me cogió de la mano y seguimos hasta la galería. Sentir su mano en la mía me hizo sentir un calor que nunca antes había sentido. Y entonces, recordé: la primera vez que me tocó, el calor que sentí en ese momento, el deseo, las ganas de que no fuera solo un roce. También recordé una conversación que tuvimos pocos días antes de que él y mi hermana rompieran para siempre.

Estábamos llegando a la galería.

- Espera, necesito saber una cosa - le dije tratando de detenerle.

- No, ahora no - me respondió- Entramos ahí, vas al baño y tratas de tranquilizarte, nos despedimos de David y luego te cuento lo que quieras.

- Está bien.

Entramos en la galería, mientras Héctor buscaba a David, yo me dirigí a uno de los camareros para preguntarle donde estaba el baño. Cuando me lo indiqué encaminé hacía él, aún estaba nerviosa y me temblaba todo. Me mojé la cara, me refresqué, respiré hondo tratando de tranquilizarme.

Descubrir que el amor de mi vida había sentido lo mismo por mí que yo por él, me había causado una fuerte conmoción, pero saber que además mi hermana nos había alejado al uno del otro, aún me había causado más conmoción.

Siempre había pensado que mi hermana se preocupaba por mí, que quería lo mejor para mí pero de repente, descubría que no, que en realidad era casi lo contrario, que todo el dolor que había sentido después de que Héctor desapareció, me lo había creado ella porque hizo que se alejara de nosotras. ¿Tanto me odiaba que no quería que fuera feliz? ¿O acaso era que le quería tanto que no podía concebir que él fuera feliz con otra? ¿Era eso amor? ¿De verdad había amado a Héctor? ¿O había sido la rivalidad que había entre ambas lo que hizo que decidiera alejarme de Héctor? Ella siempre había tenido envidia de mí, porque según mi madre yo era más guapa, más estudiosa y más de todo. Obviamente mi madre había sido muy injusta con ella, y todo aquellos comentarios están hechos mella en ella y he desarrollado aquella envidia y celos hacía mí, pero aún así, yo era su hermana y se suponia que debía querer lo mejor para mi ¿no? 

Salí del baño y busqué a Héctor. Le ví junto a David cerca de la puerta. Me dirigí hacía donde estaban ellos y David al verme dijo:

- Mirala. Héctor me ha dicho que os vais ya.

- Sí, tenemos mucho de lo que hablar - le dije.

- Ya, bueno, nos veremos.

- Sí, dale recuerdos a tu hermano de mi parte - le dije.

- No sé si querrá que te los dé - me respondió sonriendo.

- Ya, bueno, hasta pronto

Nos despedimos y salimos a la calle.

- ¿Dónde vamos? - le pregunté a Héctor.

- No sé, tengo mi coche ahí mismo - me indiqué.

- Bien.

Subimos al coche y una vez dentro le pregunté.

- Oye, ¿puedo hacerte una pregunta?

- Sí, claro.

- ¿Qué es lo que sientes por mi ahora?

- ¿Quieres saber si aún estoy enamorado de tí? - me preguntó.

- Sí

- No lo sé, ahora todo ha cambiado, no voy a negar que volver a verte me ha hecho recobrar antiguos sentimientos, pero…

- Estás casado - respondí yo, adivinando.

Cerró los ojos como si le fastidiara que hubiera indicado esas dos palabras. Luego me miró profundamente a los ojos y afirmó con la cabeza.

 

Esta historia participa en el OPEN NOVELA CONTEST 2021 de Wattpad. 


Podeis leer esta historia en Watpad: https://www.wattpad.com/1025750209-quiz%C3%A1s-reencuentro

martes, 2 de febrero de 2021

RESEÑA WATTPAD MI MARIDO ES UN ROBOT

Bueno, empiezo una nueva sección en el blog. Como soy una asidua lectora de Wattpad, he decidido empezar esta sección sobre reseñas de Wattpad. 

Y empiezo con la reseña de una historia que me ha robado el corazón. Es la última historia que he leído (bueno, actualmente estoy leyendo dos, pero no las he terminado aún) La historia se titula: 

 Mi marido es un robot y su autora es LauraMarsAutora y de momento solo tiene esta historia en Wattpad. Eso sí, podéis encontrar otras historias de ella en su blog: Laura Mars.

Bueno, y seguimos con lo que nos interesa que es la historia de la que yo vengo a escribir: MI MARIDO ES UN ROBOT. 

La historia cuenta como Lucia descubre que está casada con un robot sin saberlo, descubrirá quien ha metido a ese robot en su vida y por qué e iniciará una búsqueda para encontrar su lugar en el mundo y un hombre "de verdad". Esa es más o menos la sinopsis de la historia. 


En mi opinión es una historia muy buena, a mí me encantó, es divertida y original. Esa es una de las cosas que más me gustó que es una idea muy original. La historia aúna tres de los géneros que más me gustan, la ciencia ficción, romántica y erótica, y quizás por eso es una de las historias que he leído en Wattpad que más me ha llegado. 

Es una historia que está bien escrita, con un lenguaje sencillo, fácil de leer, ya que la autora no se va por las ramas para contarnos la historia entre Octavio y Lucia, o mejor dicho, la historia de Lucia y sus amores. Las escenas eróticas están bien contadas y en los momentos justos y necesarios. Tienen también un lado cómico y divertido, que hace que la historia sea amena y entretenida. 

Los personajes son muy reales y realistas, están bien construidos y es gracias a ellos que nos transportan a la historia que manera que mientras lees te puedes sentir uno más de ellos y sumergirte en la historia. Así pues, sientes el romanticismo de Octavio, la confusión de Lucia, las buenas intenciones de Alma, etc.

Para mí es una historia redonda, que me ha encantado, me he sumergido en ella gracias a los personajes y sobre todo gracias a Lucia. Ya que cualquiera de nosotros podríamos ser ella. 

En fin, que os aconsejo que leáis  Mi marido es un robot.

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Por cierto, si sois autores en Wattpad hay un concurso en marcha para San Valentin os dejo la información en este enlace: https://www.wattpad.com/story/256086753-concurso-san-valent%C3%ADn-2021