domingo, 29 de noviembre de 2020

COMO ELEGIR TITULO PARA TU NOVELA

1. El titulo lo primero que ve el lector

2. Cuando elegir el título

3.  5 Maneras de elegir un título para tu novela

4. Pequeños consejos que no debes olvidar cuando buscas título para tu novela 


EL TITULO  LO PRIMERO QUE VE EL LECTOR

No es fácil elegir un titulo para tu novela, te rompes la cabeza, y al final cuando lo lees te parece que no está bien, le falta algo y por tanto te preguntas; ¿Cómo puedo encontrar un titulo adecuado para mi novela? 

Primero debes saber que un titulo para que atraiga a los posibles lectores debe ser sugerente, intrigante y atractivo, y por supuesto, debe mantener el estilo y el tono de tu historia. Y el atractivo del titulo debe estar en las ideas que sugiere o en dejar un recuerdo memorable cuando el lector lo lea. 


CUANDO ELEGIR EL TITULO 

Primero debes tener en cuenta, que debes elegir el título una vez terminada la novela, Si bien es cierto, que en un primer momento debes ponerle un nombre, para que cuando la busques entre tus archivos sepas cual es, piensa que ese no debería ser el título definitivo y que como ya he dicho, lo mejor es que lo elijas cuando termines la novela. 

Cuando hayas terminado la novela, revísala y destaca los párrafos que te parezcan más llamativos, busca una frase o ponles un título, eso te ayudará a buscar o elegir tu título. 

Si el tema de la novela es un tema potente o actual, aprovéchalo para crear el título. 

5 MANERAS PARA ELEGIR UN TITULO PARA TU NOVELA 

1. Listas

Haz una lista. o varias, de posibles títulos que se te ocurran, por descabellados que parezcan, escríbelos todos en esa lista. Y luego vas tachando los que menos te gusten hasta que la lista se vaya reduciendo y queden pocos. De esos, elige el que más te guste o te atraiga, el que más adecuado te parezca para tu novela. 

2. Rebusca en el texto. 

Busca en el texto una frase que defina el tema o un fragmento de dialogo. En ese fragmento puedes encontrar una frase que te de el título o quizás sintetizando, o sea, resumiendo ese fragmento, puedes encontrar el título. O bien, con algunas de las frases elegidas, puedes usar alguna de ellas como título. 

3. ¿De qué va la historia? 

Crea frases o palabras que contenga la esencia del texto. Puedes crear frases del tema, de las relaciones entre los personajes principales, frases hechas o refranes, del conflicto principal, de las localizaciones que salgan en la novela. O también puedes usar el recurso de contestar a las preguntas ¿Qué cuenta? ¿De qué va? ¿Qué transmite? 

Un ejemplo de este tipo de título es: La revolución de la fraternidad. Paloma Rosado.

4. Los nombres de los personajes. 

Quizás el nombre de los protagonistas te puedan servir como título, pero si decides elegir el nombre de algunos de los protagonistas, elije sólo los que tengan realmente poder de seducción, o los más impactantes. O también puedes elegir alguna característica que desvele alguna pista del personaje. 

Un ejemplo de nombre usado como título es: Paula de Isabel Allende, o por ejemplo, El amante Japonés, es un ejemplo de título creado con alguna característica de uno de los protagonistas.

5. Nombres de Lugares 

Puedes elegir el nombres de un espacio o localización que hayas descrito en la novela, y que guarde algún vínculo con el personaje. Como en la novela "Nuestra señora de Paris de Víctor Hugo, o La Catedral del Mar de Ildefonso Falcones 

PEQUEÑOS CONSEJOS QUE NO DEBES OLVIDAR CUANDO BUSCAS TÍTULO PARA TU NOVELA

Antes de terminar quiero darte unos pequeños consejos no menos importantes que los anteriores, y es que, una vez ya tengas el título, búscalo mediante el tan socorrido Google, para comprobar que no exista ya. Lo único que debes hacer es teclear el título en el buscador, pues obviamente, a nadie le hace gracia que su novela se titule como otra que ya exista anteriormente. Sobre todo porque crea confusiones y además, seguro que quieres que tu novela sea única, y el título también debe ser único. 

Elige siempre un título que sugiera mejor que uno que explique. No sé si lo habrás oído por ahí, pero siempre es mejor sugerir que mostrar. 

Y finalmente, puedes inspirarte gracias a otros, revisa en Amazon, la casa del libro o en las editoriales, quizás leyendo algún título allí, te inspire para crear el tuyo de algún modo. Nunca hay que decir no a la inspiración, puede surgir en cualquier momento y en cualquier lugar, de cualquier pequeño detalle. 

Y seguro que con todos estos consejos, ya has encontrado la manera de elegir título para tu novela.  


miércoles, 25 de noviembre de 2020

EL HOMBRE DE MI VIDA 1

 CAPITULO 1

Sus ojos azules me miran a través de la semioscuridad del local, yo también le miro y siento que me quema la piel, necesito tenerle cerca. Y sé que él también me necesita cerca. Atravesamos el local olvidándonos de la gente que hay alrededor, y cuando está frente a mí, toma mi mano y me dice:

-          Hola – con voz suave y firme, como si nos conociéramos de toda la vida.

- Hola – le respondo acariciando su mejilla con mi mano. Raspa un poco, pero está suave.

Puedo oler su aftershave aún, tiene un olor masculino que llena mis sentidos y me embriaga. Acercó mi cara a la suya, sus ojos no dejan de mirarme, y me estrecha entre sus brazos. Siento el roce de sus labios y su cuerpo caliente pegado al mío, de tal manera que puedo sentir como su sexo crece. Me desea casi tanto como yo a él. Sus labios se pegan ahora a los míos y siento su lengua explorando mi boca, correspondo a ese beso, tratando de explorar su lengua invasora y pego todo mi cuerpo a él para que vea y note que yo también estoy ardiendo y le deseo. Y cuando nuestros labios se separan, entonces alguien lo coge del brazo y lo aparta de mí diciendo:

-          ¡Eh tío, vamos a otro local, aquí no hay nada interesante!

-          Lo siento – me dice soltando ahora mi mano, mientras su amigo se lo lleva. Y me quedo quieta, estática observando como se aleja.

Aún siento el sabor de su beso en mi boca y mi sexo tan húmedo y ansioso por él que me siento frustrada. Suspiro y entonces oigo a Lidia tras de mí diciéndome:

-          ¡Eh, Ana! Vamos a bailar un poco, anda.

Me coge de la mano y me lleva hasta la pista. Trato de concentrarme en la música, de seguir el compás, pero en mi cabeza solo el sabor de ese beso y olor de su aftershave me llenan. No puedo pensar en otra cosa, sólo en ese beso robado que  me embriaga aún. ¿Volveré a verle?.

Cierro los ojos y trató de dibujarlo en mi mente. Y entonces siento unas manos atrapando mi cintura. ¡Oh, ha vuelto! Pienso.

-          ¡Eh, nena, que culo más redondo tienes! – la voz ronca de Mario, mi novio me despierta del sueño.

-          Mario, por favor – me quejo, apartándome de él.

-          Vamos, nena – me dice cogiéndome por la cintura y siguiendo el ritmo de mis caderas pegando su cuerpo al mío.

A regañadientes sigo el ritmo con él y bailo sintiendo su evidente erección entre mi cuerpo y el suyo. Creo que eso es lo único que me une a él, el buen sexo que compartimos, porque el resto del tiempo no hacemos más que discutir como perro y gato. Ahora siento sus manos acariciando mi culo. Me tiene bien prieta entre sus brazos y me susurra al oído:

-          ¡Oh nena, te necesito ya, te necesito ahora! – su voz jadeante y deseosa me embriaga. Así que le cojo de la mano y me lo llevo a los baños.

Por lo menos con él podré desquitarme de la calentura que me ha causado el desconocido. Entramos en el baño de mujeres, ni siquiera me importa si alguien nos ve. Sólo quiero que me folle, que me quite esta sensación que tengo entre las piernas. Nos metemos en uno de los baños. Mario cierra la puerta con el pestillo y antes de que pueda darse cuenta, ya le he desabrochado el pantalón, he sacado su polla y acariciándola suavemente me arrodillo frente a él.

-          ¡Oh, nena! – musita Mario cuando siente mi lengua mojando su glande.


Enreda sus manos en mi pelo, tirando de él. Cierro los ojos y me concentro en lo que estoy haciendo. Chupo su polla despacio, haciendo que entre y salga de mi boca y mientras lo hago, no puedo evitar llevar mi mano hasta mi entrepierna y acariciarme por encima de las braguitas. Chupo y lamo su polla con esmero, imaginando que es la polla de mi misterioso amigo. Mario gime sintiendo como mi boca se llena con su polla y como la extraigo casi por completo, para volver a meterla hasta el fondo. Mario aprieta mi pelo tan fuerte que casi me hace daño. Pero yo sigo chupando su polla, me encanta hacerlo, y concentrada como estoy, imaginándome a mi amante furtivo, mis lamidas son ahora más salvajes.

-          ¡Oh, nena, para o me correré en tu boca!

Obedezco y me pongo en pie, quitándome las braguitas y poniéndome de espaldas mientras me subo la minifalda hasta la cintura el suplico:

-          ¡Fóllame, Mario, dame duro!

-          ¡Uf, nena, no me lo pidas dos veces!

Siento su glande  chocando contra mis húmedos labios, creo que nunca antes había estado tan húmeda y caliente, solo deseo tenerle dentro y liberarme. Mario me penetra de un solo empujón y yo suspiro sintiendo como su dura polla entra hasta el fondo en mí. Cierro los ojos otra vez y me concentro. Mario me coge por las caderas y empieza a empujar. Yo empujo hacía él, sus manos buscan ahora mis senos bajo la camiseta. Aparta el sujetador y los atrapa estrujándomelos con fuerza, mientras su verga entra y sale de mí en un frenético baile que me enloquece y hace que mi placer aumente poco a poco. Empujo hacía él, estoy desatada, enloquecida y embriagada, solo quiero liberarme, sentir el orgasmo y dejar de sentirme tan caliente y cachonda. Mario empuja sin parar, estrujando mis tetas, apretando mis pezones, lo que hace que la sensación de placer aumente y aumente, hasta que finalmente exploto liberándome en un maravilloso orgasmos de placer. Mario sigue empujando, y en breves segundos también él se libera vaciándose en mi.  Y entonces caigo en la cuenta:

- ¡Oh, Dios, Mario, el condón, se nos ha olvidado!

Mario saca su polla de mi y siento como su semen resbala por mi entre pierna.

-          ¡Oh, mierda, nena, lo siento! Estabas tan...

-          Ya lo sé, no sé que me ha pasado, te deseaba tanto.

-          Lo que te pasa es que nuestras peleas te ponen cachonda y la de esta tarde ha sido monumental – dice arreglándose los pantalones y limpiándose.

-          Si, lo siento – le digo sintiéndome culpable por haberle pegado la bronca, mientras me pongo las braguitas.

-          No te preocupes, tenias razón, soy un maldito egoísta que solo piensa en él.

Le abrazo y lo beso tiernamente. Nos miramos a los ojos y me pregunta:

-          Oye, ¿no estarás en tu periodo fértil, verdad nena?

-          Me temo que si – le digo dándole un tierno beso en los labios.

-          Bueno, por una vez no creo que te vayas a quedar preñada.

-          No, supongo que no – trató de convencerme y tranquilizarlo a él. Ambos sabemos que un embarazo en este momento no sería lo mejor, llevamos solo seis meses juntos y desde el principio nuestra relación ha sido tormentosa. Además aún somos jóvenes, con tan solo 21 y 23 años(yo soy mayor que Mario) creo que ninguno de los dos se ha planteado esa posibilidad seriamente – Mario, llévame a casa – le pido. Necesito estar sola y tranquila.

-          ¿Ya te quieres ir? Pero si acabamos de llegar.

Lo miro con ojitos de cordero degollado, suplicándole:

-          Por favor, estoy cansada, hoy he currado mogollón y no puedo más.

-          Ese maldito jefe tuyo te explota – se queja, abriendo la puerta del baño – Anda vamos.

Salimos del baño de mujeres y después de despedirnos de nuestros amigos, salimos del local buscando el coche. De camino hacía él vuelvo a verle, el chico del beso está allí discutiendo con sus amigos, cuando sus ojos se cruzan con los míos otra vez, me pongo roja como un tomate. De repente, me siento avergonzada porque he estado follando con mi novio, mientras pensaba en él y parece que él haya leído mis pensamientos, porque su mirada desprende un halo de malicia y complicidad que hace que mi corazón bombee a cien por hora. Mario me arrastra casi, llevándome de la mano. Y en la carrera, veo que el chico se acerca a mí y disimuladamente, hace ver que hemos chocado. Lo que hace que suelte la mano de Mario y me quedé petrificada ante tal bellezón.

Si quieres saber que pasa y seguir leyendo está novela puedes hacerlo en Amazon Kindleunlimited a través de este enlace: El hombre de mi vida

lunes, 23 de noviembre de 2020

Y SI FUERA ÉL CAPITULO 9

 Al terminar de leerlo lo miré de nuevo a la cara y me preguntó:

¿Qué te parece?

Perfecto – le respondí – Impecable. Dame un bolígrafo.

Me tendió un bolígrafo metálico, muy bonito y lo cogí. Estaba feliz, porque firmar aquel contrato significaba que era suya, suya por completo y bajo contrato. Firmé y luego cuando levanté la vista, devolviéndole el bolígrafo y tendiéndole el contrato, le dije:


Es la primera vez que firmo un contrato de sumisión y la verdad, me hace mucha ilusión, me hace feliz.

- ¿No lo habías hecho antes, con tu anterior Amo? - Me preguntó.

- No, ya te dije que él fue mi primer Amo, y aunque tenía algo más de experiencia que yo también era nuevo en esto.

Colocó el contrato frente a él y lo firmó. Luego hizo una copia con la impresora y me lo dio.

¿Volvemos a la cama? - Me dijo.

Yo preferiría volver a mi casa, mañana tengo que trabajar y por tanto madrugar y ya son más de las doce.

Puedes quedarte aquí esta noche, y mañana temprano yo te llevaría al trabajo.

No, gracias, pero contigo tan cerca no me puedo concentrar y, además, creo que aún es pronto para pasar la noche contigo - le dije.

Está bien - aceptó - Vístete y te llevo a tu casa.

Si, Señor - le contesté mientras ambos nos poníamos en pie.

Me sonrió pícaramente y me dió una pequeña cachetada en el culo que me hizo pegar un brinco.

Volvimos a la habitación y ambos nos vestimos. Luego bajamos al garaje donde tenía un montón de preciosos coches de casi todas las marcas. Estaba el Mercedes con el que habíamos llegado a la casa esa misma tarde, y luego tenía un Porsche y un Mercedes deportivo, además de un par de todoterreno y un Audi pequeño y urbano. Subimos al Mercedes deportivo y me llevó hasta casa.

Frente a la puerta de mi edificio me besó, y antes de que bajara del coche me dijo:

Léete bien el contrato otra vez, no quiero que olvides nada de lo que hay ahí escrito, quiero que lo tengas bien presente. Mañana pasaré a recogerte cuando salgas del trabajo, y luego iremos al club. ¿De acuerdo? Empezaremos con el entrenamiento.

¿Entrenamiento? - Pregunté algo confundida.

Sí, eres sumisa, es cierto, pero estás aprendiendo a ser Mi Sumisa - señaló.

Tienes razón, Señor. Buenas noches, hasta mañana.

Le dí un tierno beso en los labios y justo al abrir la puerta para bajar del coche añadió:

Te enviaré instrucciones de como debes ir vestida y que haremos a lo largo del día.

Vale, estaré pendiente de ello. Buenas noches.

Buenas noches, Princesa.

Sonreí al oír mi nombre de sumisa. El que había decidido que él usaría cuando estuviéramos juntos como Amo y Sumisa. Me encantó.

Subí en el ascensor, recordando lo pasado aquella tarde, aún sentía cierto resquemor en mis pezones, pero no era nada que no pudiera soportar. Y, además, tras el castigo me había sentido tan liberada. Por eso, luego salieron las lágrimas, el dolor, lo mal que me había sentido al darme cuenta de que le había fallado. Las lágrimas fueron parte de esa liberación. Realmente nunca me había sentido así y ni siquiera sabía por qué. ¿Acaso mis sentimientos por Armando no habían sido tan fuertes? En realidad, se suponía que habían sido más fuertes, ¿no? A Alberto sólo hacia un par de días que lo conocía y con Armando había estado tres largos años y habíamos hablado incluso de casarnos. Con Armando, había aprendido a ser sumisa, él me había enseñado todo lo que ahora era. O casi todo, por lo menos eso creía yo. Pero lo sucedido aquella tarde, me acababa de demostrar que no. Qué aún tenía mucho que aprender como sumisa, y que Alberto era ahora mi nuevo guía. Entré en casa. Estaba cansada, así que me fui a la cama directamente. Aunque al cerrar la luz, oí el ruido de mi móvil cuando recibía un mensaje de WhatsApp. Cogí el móvil y miré, era de Alberto.

“Buenas noches Princesa”. “Buenas noches, Señor” Le respondí. 


Me desperté al oír de nuevo el móvil. Había puesto el despertador y cuando lo cogí para apagar la alarma vi que de nuevo Alberto me había dejado el primer mensaje del día. “Buenos días, Princesa. Aquí van los deberes de hoy. Ponte falda y blusa, sin bragas debajo. Te he concertado una cita a las nueve en este centro de belleza, (me enviaba la ubicación y estaba cerca del trabajo) ya he avisado a tu jefe de que llegarás un poco más tarde hoy (no me parecía bien que hubiera tomado aquella decisión por mí, pero...enseguida me di cuenta, de que el juego había empezado ya). Nada de masturbarte, ni darte placer, ni tocarte. Tendrás noticias de mi pronto. Besos.” No sabía si debía contestarle y que debía decirle, sobre todo porque el hecho de que hubiera tomado la decisión de pedirme hora en un centro de belleza para que me depilaran los genitales, sin contar conmigo, me había molestado. Me duché y me vestí como él me había indicado, mientras pensaba en que debía contestarle, e iba hacerlo cuando recibí un nuevo mensaje de él: “¿Sabes que será castigada por no contestar a mi mensaje? Se que lo has leído” Me apresuré a contestarle “Perdona, Señor, no sabía que tenía que contestarte y, además, no me ha gustado que me pidieras hora en el centro de belleza sin consultármelo antes”. Se lo envié, mientras sentía que mi corazón iba a cien por hora, estaba nerviosa, por primera vez en mucho tiempo, me ponía nerviosa al enfrentarme a mi nuevo Amo. Me había pasado antes con Armando, pero era la primera vez que me pasaba con Alberto. “Debes contestarme siempre, y en cuanto al centro de belleza, puesto que como, Mi sumisa, debes depilarte la zona genital, por eso he tomado la decisión de pedirte hora sin consultarte. Te quiero libre de pelos esta noche, y quiero que entiendas que va a ser una noche especial porque te voy a presentar como mi sumisa en Mi Club BDSM, al que pertenezco desde hace muchos años, y no solo como miembro sino también como socio. Espero que entiendas lo importante que es eso para mí”. Al leer su mensaje, me sentí tan mal; un escalofrío recorrió mi cuerpo y solo fui capaz de decirle “Lo siento, Señor, no volverá a suceder” “Así me gusta, esta tarde antes de ir al club recibirás el castigo” “Si, Señor” le respondí. Tras eso desayuné y luego salí hacia el centro de belleza. 

Si quieres seguir leyendo está novela y saber que pasa entre Alberto y Emma puedes hacerlo a través de Amazon Kindle Unlimited aquí: Y si fuera él


jueves, 19 de noviembre de 2020

NUEVA NOVELA

 OS PRESENTO MI NUEVA NOVELA:

¿QUE LOCURA COMETERÍAS POR MI?

Moisés y Elisa están pasando por un mal momento en su matrimonio, cuando ella conoce a Fran, compañero de trabajo de Moisés, se sienten atraídos el uno por el otro y dejan volar su pasión cuando están juntos, pero ¿seguirá Elisa con Moisés, o lo abandonará y decidirá vivir una apasionante relación Amo-Sumisa con Fran?

 La podéis adquirir en AMAZON por un muy buen precio

https://www.amazon.es/dp/B08NHL11NW



miércoles, 18 de noviembre de 2020

COMO ESCRIBIR UNA NOVELA ERÓTICA

La novela erótica está de moda y autoras como Megan Maxwell o Elisabet Benavent han hecho que se convierta un género cada vez más consumido. 

La novela erótica es un genero que supone un gran reto para quien decide escribir, porque supone trabajar las emociones y las sensaciones, en situaciones a las que generalmente en otro tipo de novelas pasamos por alto o que para la mayoría de la gente suponen un tabú. 

Pero a tí que te gusta escribir has decidido que ese es el genero al que te quieres dedicar, pero te preguntas ¿por donde empiezo? ¿Cómo lo hago?

Pues aquí van una de consejos que te ayudaran en esta nueva aventura. 

- Erotismos versus pornografía

- Consejos para escribir una novela erótica

- Y en las escenas eróticas


EROTISMO VERSUS PORNOGRAFÍA

Primero hay que diferenciar entre lo que es erotismo y pornografía, porque no es lo mismo, y una novela puede ser pornográfica si todo lo que cuentas es sólo los encuentros sexuales, sin añadirle nada más. Y evidentemente, eso no es lo que tú quieres. 

Veamos: 

Podríamos definir como erotismo el amor apasionado unido con el deseo sexual. O sea, que debemos describir el acto sexual añadiéndole muchas dosis de sensualidad e insinuación. El erotismo es el enfoque estético que se le da al sexo, unido al deseo y al estado de excitación que surge de la incitación y la insinuación. 

La pornografía en cambió, es la descripción o representación explicita de escenas de actividad sexual. También es el material sexual explicito que se ofrece al espectador de un acto sexual. 

Así pues la diferencia entre uno y otro es que el erotismo deja todo lo que sucede a la imaginación, en cambio, la pornografía es la representación gráfica de la relación. 

Podríamos decir que el erotismo es una especie de pornografía más cuidada. 


CONSEJOS PARA ESCRIBIR  UNA NOVELA ERÓTICA

Bueno, una vez tenemos eso claro vamos a ver que necesitamos para escribir novela erótica. 

- Lee literatura erótica, sobre todo de la buena. Leyendo siempre se aprende, Así que lee "Las edades de Lulú", "El amante", al Marques de Sade y por supuesto, no nos olvidemos a las actuales autoras de este genero como Megan Maxwell, Elisabeth Benavent, Noe Casado. De ellas seguro que aprendes y mucho. 


- Escribe una historia coherente. Desde la trama, hasta el hilo argumental, deben ser impecables. Puedes escribir sobre lo que quieras, pero piensa en una historia que sea creible y verosimil y en la que las escenas sexuales sean tengan coherencia con esa historia. 

- Aporta algo nuevo, nada de sexismo, violencia machista, sadomasoquismo. Nada de hombres ricos y atractivos y chicas mojigatas e inocentes. Escribe sobre gente normal, con historias normales. Sí, puedes escribir algo que les pase sorprendente, diferente, pero que los personajes sean gente normal y real con los que el lector pueda identificarse. 

- Crea personajes seductores, que sean naturales y con decisión, y como ya he dicho antes, que sean gente normal, nada de hombres ricos y atractivos, mejor un hombre normal, eso sí, que sean seductores, que aporten algo a la historia. 


- Elige bien el tono y el vocabulario para contar las sensaciones de los protagonistas, apela a la sensualidad, pero trata de ser claro y si hace falta explicito.

- Trabaja con la insinuación y los detalles, sobre todo en las escenas sexuales y prepara bien lo que rodea a la parte sexual. 


Y EN LAS ESCENAS ERÓTICAS

En las escenas eróticas tambien hay que tener una serie de directrices: 

- Primero, hay que definir para quien se escribe la escena, ya que no escribiremos igual si es para adolescentes o para público adulto. 


- Hay que ser natural, y para ello, definir la relación sentimental o sexual de los protagonistas 

- Explica lo que sienten los protagonistas, que significa para cada uno de los protagonistas el encuentro sexual. 

- Estimula los sentidos del lector para que entiendan la pasión del momento. 

- Cuida el lenguaje, se claro pero sensible


Y además puedes leer mi entrada sobre: COMO ESCRIBIR UNA ESCENA ERÓTICA

Así pues, ya tienes unos cuantos consejos y directrices para dar el salto y escribir tú primera novela erótica, sólo ponlas a prueba y a escribir. 








viernes, 13 de noviembre de 2020

Y SI FUERA EL CAPITULO 8

 Tuve que recordar lo pasado con Armando para tratar de encontrar un sentimiento igual o parecido al que había sentido durante aquel castigo. Y en realidad, en ningún momento lo encontré.

No, nunca me había sentido así antes, no sé por qué. Y sí, claro que me había castigado, muchas veces, pero nunca utilizando algo que me resultara desagradable. Me azotaba, o me daba cachetazos, pero eso era algo que me gustaba, me excitaba incluso y supongo que, en realidad,

tocamientos en mi sexo. Por lo menos, no me hacía sentir lo que me ha hecho sentir este castigo.

Vaya, veo que aún tienes mucho que aprender como sumisa – dijo Alberto – y me alegro de que sea conmigo – me sonrió y su sonrisa hizo que mi corazón se calentara.

Yo también me alegro, Señor.

Su mano acarició la mía suavemente, me gustaba su modo de tratarme, duro cuando realmente lo necesitaba, y suave y cariñoso cuando así debía ser. Y entonces una idea cruzó mi cabeza, y tuve que preguntarle:

¿Has tenido muchas sumisas?

Me miró profundamente.

No, no muchas. A ver, déjame que lo piense – dijo sonriendo travieso – unas veinte más o menos, jajaja. – Su carcajada llenó la casa y empecé a reír yo también.

Vamos, hablo en serio, ¿cuántas has tenido?

Está bien, tu eres la número tres y espero que la definitiva – aquella confesión me hizo sentir feliz. Le sonreí tratando de transmitirle la felicidad que me estaba haciendo sentir.

Creo que contigo estoy descubriendo cosas nuevas de mí misma que nunca antes había experimentado – le dije.

Me alegro.

Habíamos ya terminado de cenar, y mirándome a los ojos me dijo:

Vamos a la habitación, creo que también tienes un premio esta noche.

Y tan solo escuchar esas palabras mi sexo palpitó excitado. Alberto se levantó de la mesa, y me tendió la mano. Se la cogí y tiró de mí. Salimos de la cocina y subimos por las escaleras. Me llevó hasta su habitación y allí primero me desnudó despacio. Quitándome las prendas una por una, primero la blusa, que tiró sobre una silla, luego la falda, a continuación, se acercó a una cómoda que tenía a los pies de la cama y sacó un pañuelo de seda. Me lo puso tapando mis ojos. Entonces me acercó a la cama y me puso de espaldas a ella indicándome:

Siéntate.

Obedecí, sentándome sobre la cama.

Ahora acuéstate, y pon tus manos por encima de tu cabeza.

De nuevo obedecí, y sentí como ataba mis muñecas la una a la otra por encima de mi cabeza. Luego me separó las piernas y sentí que me las ataba a lo que supuse era una barra de separación, ya que al tocar esta sobre mis tobillos estaba fría como el metal. Luego sentí sus labios besando los míos.

Muy bien, mi Princesa, voy a excitarte, a penetrarte y follarte de mil y una formas, puedes correrte cuando lo desees, puesto que esto es un premio, esta vez no jugaremos a controlar tu orgasmo, ya tendremos tiempo para eso en los próximos días, ¿de acuerdo?

Si, Señor – le dije.

Sentí como se alejaba de mí y tirando de mis piernas me colocaba como él deseaba al borde de la cama. Sentí sus manos acariciando mis piernas de abajo a arriba y luego su lengua sobre mi sexo, gemí y me estremecí. Siguió lamiendo, metiendo su lengua dentro de mi vagina, mordió, lamió y chupeteó mi sexo repetidamente, haciendo crecer mi placer. Oí el zumbido de un aparato, y luego como lo introducía en mí, era un consolador. Lo movió dentro y fuera de mí durante unos minutos, hasta que me corrí por primera vez.


Entonces se puso sobre mí, me besó apasionadamente y situándose entre mis piernas, sentí como movía su polla sobre mi húmedo sexo, y seguidamente sin más preámbulos me penetró y empezó a moverse dentro y fuera de mí, una y otra vez, salvajemente, tirando de mi pelo, usándome como a una puta. Me besó y finalmente, me quitó la venda y mirándome a los ojos, siguió follándome hasta que se corrió dentro de mí, dando un par de fuertes empujones. Lo que me hizo sentir satisfecha y feliz, me abrazó y me besó y luego soltó mis manos, y me acurrucó entre sus brazos colocándonos abrazados sobre la cama. Aquella calma que precedió a aquel maravilloso momento hizo que terminara cerrando los ojos y durmiéndome. Estaba cansada y necesitaba descansar.

Desperté unas horas después, estaba sola en la cama, miré a mi alrededor, pero parecía que estaba sola en aquella habitación así que me levanté, busqué algo para taparme un poco pero no lo encontré. Así que salí desnuda de la habitación. Recorrí el largo pasillo y vi que había luz en la habitación que había al final. La puerta estaba abierta, y dentro estaba Alberto. Era su despacho. Alberto estaba sentado en la mesa, frente a un ordenador en el que escribía algo. Llamé tímidamente a la puerta. Y al oír el ruido me miró.

Vaya, espero que hayas descansado bien.

Sí, ¿qué estás haciendo, si puede saberse? – le pregunté curiosa.

Me sonrió y me contestó:

Estoy redactando el contrato de sumisión. Ya casi lo tengo. ¿Quieres leerlo? Y hasta podrás firmarlo, sería algo hermoso que lo hicieras ahora, así, desnuda, sentada en esa silla – me dijo indicándome la silla que tenía enfrente al otro lado de la mesa.

Le sonreí y me acerqué a la mesa, sentándome en la silla que había indicado.

Sí, ¿Por qué no? – le dije.

Y vi cómo, tras apretar algunas teclas, empezaba a imprimirse el papel. Lo sacó de la impresora y lo puso frente a mí. Y empecé a leer.

 

CONTRATO DE SUMISIÓN ENTRE EMMA CASTILLA Y ALBERTO RODRIGUEZ.

De ahora en adelante y para que conste, serán conocidos como Princesa y Amo Dark. Por el presente documento acuerdan que:

 

Princesa como sumisa tiene las siguientes obligaciones y deberes:

1. Llamará a su Amo por el nombre de Amo Dark y siempre dirigiéndose a él como Señor.

2. Llevará una pulsera con las iniciales de Amo Dark en su vida cotidiana, como símbolo de pertenencia a él, y un collar de cuero en su cuello con las mismas iniciales, cuando jueguen en sus respectivos hogares o en el club del cual Princesa pasará a ser miembro de pleno derecho como sumisa de Amo Dark.

3. Irá siempre desnuda en casa de Amo Dark o en su propia casa, cuando estén a solas y en el ejercicio de sus juegos.

4. Respetará todas y cada una de las ordenes y mandatos de su Amo, entregándole a este por completo el control de su placer y su sexualidad.

5. Ofrecerá su cuerpo a Amo Dark para que este goce, y así darle el máximo placer y cualquier cosa que este desee.

6. Irá siempre debidamente depilada, sobre todo en la zona genital.

7. Será totalmente sincera en sus sentimientos, fantasías y deseos, los cuales expondrá debidamente a su Amo en todo momento.

8. No se dará placer a si misma sin el permiso expreso de su Amo en ningún momento, y si eso sucediera será debidamente castigada.

9. No llevará nunca ropa interior, excepto en los momentos que así mismo su Amo, el Señor Dark, se lo permita. Podrá usar ropa interior solo durante los días en que dure su periodo y el Amo deberá estar debidamente informado de eso.

10. Aceptará todos y cada uno de los castigos que su Amo le imponga cuando esta desobedezca alguna de las obligaciones y deberes citados anteriormente.

11. Usará la palabra de seguridad cuando no se sienta segura de poder enfrentarse a una escena o situación.

 

Amo Dark como Amo tendrá las siguientes obligaciones y deberes:

1. Será siempre sincero y honesto con su sumisa, explicándole y contándole cuáles son sus sentimientos, deseos y fantasías.

2. Tratará de controlar sus emociones sin dejarse llevar por ellas en el momento del juego entre él y su Sumisa Princesa.

3. Estará siempre pendiente y protegerá a su sumisa por encima de todo y de todos, ya que su sumisa es su bien más preciado.

4. Supervisará todas y cada una de las escenas, tanto aquellas en las que participe como aquellas en las que actúe como simple espectador, en las cuales esté implicada su sumisa, tratando que esta esté siempre segura y se encuentre bien.

5. Se asegurará que su sumisa mantiene su estabilidad emocional en todas y cada una de las escenas en las que participe y si eso no es así, Amo Dark detendrá la escena inmediatamente, incluso aunque su sumisa no haya usado la palabra de seguridad, si este cree que es realmente necesario y conveniente para la seguridad y estabilidad de la sumisa.

6. Tratará de saber, averiguar y entender lo que quiere y necesita su sumisa, no solo en el juego sino también una vez este haya terminado.

7. Se preocupará de administrar el debido aftercare a su sumisa tras todas y cada una de las sesiones y juegos en los que participen, con cariño y hablando sinceramente de lo que ambos han sentido en ese momento y dándole total apoyo a su sumisa.

8. Tratará de ganarse la confianza de su sumisa, para que está esté siempre totalmente segura de que puede confiar en él en todo momento, incluso en los más duros de cada uno de los juegos y sesiones.

9. El Amo administrará los consabidos castigos que más adelante se detallan, cuando así lo crea conveniente o cuando su sumisa cometa alguna falta.

10. Llamará a su sumisa Putita, zorra, zorrita, perrita, durante las sesiones además de por su nombre de sumisa (Princesa).

 

Palabra de Seguridad.

La sumisa usará su palabra de Seguridad: NEGRO cuando no se sienta segura o capaz de sobre llevar una práctica que la obligue a sobrepasar alguno de sus límites. El amo se compromete a parar la escena en ese momento, y preocuparse de administrarle a su sumisa el debido aftercare ante dicha situación.

El Amo también podrá utilizar la palabra de seguridad, si siente que su sumisa está sobrepasando el límite y percibe que está no se encuentra en las condiciones debidas.

 

Practicas acordadas de mutuo acuerdo.

1. Control del orgasmo: El Amo enseñara a su sumisa a controlar su orgasmo, hasta que esta sea capaz de correrse solo cuando su amo se lo permita.

2. Ataduras y restricciones: La sumisa será atada y restringida siempre en todas y cada una de las escenas o sesiones que realicen. Estas restricciones podrán ser mediante cuerdas, cepos, esposas y cualquier método de restricción.

3. Amo y sumisa acuerdan practicar Sexo Oral, Anal y vaginal durante las sesiones y escenas.

4. Se acuerda el uso de juguetes de todo tipo durante las sesiones, según crea conveniente el Amo.

5. Ambos también practicaran la masturbación, ya sea sobre uno mismo o el uno al otro durante las sesiones, todo según crea conveniente el Amo.

6. Practicaran cibersexo y sexo telefónico cuando así lo crea conveniente el Amo, y siempre en los momentos en que él esté de viaje y alejado de su sumisa físicamente.

7. El uso de azotes y cachetadas no sólo se utilizará como castigo, sino también como juego dentro de las sesiones.

8. Role-play. Juego de colegialas y profesor, violación y secuestro, petplay.

9. La sumisa será usada como mueble en algunas situaciones y sesiones cuando así lo convenga el Amo.

10. Eventualmente, tanto el Amo como la sumisa jugaran con otros sumisos. Pero solo como algo eventual y nunca con la misma persona más de dos veces.

11. La práctica de sexo en público, será generalmente en el club BDSM al que pertenece el Amo y en lugares donde el Amo así lo decida.

 

Castigos.

1. Si la sumisa no llama al Amo por su nombre (Dark) o Señor en sus juegos, recibirá diez azotes en cada nalga.

2. Si desobedece una orden del Amo, llevará las pinzas en los pezones durante cinco minutos.

Si se masturba o se da placer sexual sin el consentimiento de su Amo, será tocada y magreada por otros en el club.

3. Si usa ropa interior (exceptuando los momentos y situaciones en que su Amo le permita usarla) deberá lamer los pies desnudos de su Amo.

4. Si contesta de mala manera, o no lo hace cuando su Amo le pregunta,  recibirá 20 azotes en cada nalga.

5. Si olvida desnudarse en casa de su Amo o permanece vestida en lugares y situaciones que debería estar desnuda, el Amo la usará como mascota en el club BDSM y como tal la llevará atada con un collar y correa de perro.

 

Limites

Blandos los cuales el Amo tratará de que la sumisa sea capaz de vencer:

Sexo en público.

Sexo con otros

Fisting

Besar los pies, zapatos, del Amo.

Pony o pet play.

Duros.

Cesión a otros Amos.

Ser encerrado o enjaulado.

Usar máscara de látex

Fuego- juegos con cera caliente

Juegos con agujas- pinchazos.

Lluvia dorada, marrón.

Marcas

Ser escupido.

Juegos con electricidad, electrocución, etc.

 

Leído y comprendido este contrato, acepto a Amo Dark como mi Amo, para seguir todas sus ordenes y obedecerle, serle fiel y sincera siempre con él.

La sumisa.

 

 

 

 

 

 

Leído y comprendido este contrato, acepto a Princesa como sumisa, para cuidarla y respetarla y usarla como mas me plazca, siendo siempre fiel y sincero con ella.

El Amo.

 

 

 

 

 

A 7 de julio de 2017


Si esta es la primera parte que has leido de este relato quizás podrías empezar por aquí: https://relatoserotikakarenc.blogspot.com/2020/10/y-si-fuera-el-capitulo-1.html

martes, 10 de noviembre de 2020

Y SI FUERA ÉL CAPITULO 7

 Entramos en la casa, y nada más entrar en aquel enorme vestíbulo, había una preciosa escalera de caracol que llevaba a la planta de arriba, hacía la derecha vi lo que parecía la cocina y a la izquierda un enorme salón. Entramos en este, y Alberto cogió mi chaqueta y se la dio a una mujer, que iba con un vestido negro, de unos 50 años, mientras se lo entregaba dijo:

Guarda las cosas de la señorita en el armario y ya puedes irte, nos las arreglaremos sin ti, María, necesitamos intimidad absoluta la señorita y yo.

Si, Señor. La cena está lista en la nevera, sólo debe calentarla. Hasta mañana, Señor.

Gracias María.

Esperamos a que María guardara mis cosas y saliera de la casa. Cuando oímos la puerta cerrarse, Alberto dijo:

Ya estamos solos. Es mi ama de llaves, espero que no te haya molestado- dijo acercándose a mí y besando mi cuello, lo que hizo que de nuevo sintiera mi sexo humedeciéndose.

No tranquilo, yo... – gemí al sentir su lengua arrastrándose sobre mi cuello.

Bien, vamos a ver esos deberes – me dijo.

Así que saqué la hoja de lo que había escrito sobre lo que me gustaba en el BDSM y se la entregué. Él también me entregó una hoja que sacó de su maletín. Y empecé a leer: “Me gustan las sumisas obedientes y que se toman en serio mis deseos y mi placer. Y eso es lo que quiero de ti, amor, obediencia y devoción, si eres una buena sumisa, viviremos grandes aventuras y momentos. No me gusta ceder a mi sumisa, ni compartirla con otros Dom, es algo que jamás haremos. Pero si me gustaría verte quizás jugando con otras sumisas o incluso sumisos, como algo esporádico. Me encanta que mi sumisa me dé sexo oral y me encanta darlo yo también, lo que me lleva a pedirte que debes depilarte la zona genital, y llevarla siempre depilada y bien cuidada. También me gusta el sexo anal y sé que para vosotras es algo muy placentero, y también me gusta usar juguetes eróticos de todo tipo. Me gustaría enseñarte a controlar tus orgasmos y controlarlos por completo, logrando que solo te corras cuando yo te lo pida, así que trabajaremos sobre ello desde ya. Me encanta el sexo en lugares públicos e incluso hacerlo delante de otras personas, suelo hacerlo en el club BDSM del que soy socio, así que espero que lo hagamos allí muchas veces, porque es algo de lo que disfruto mucho. Y me encanta exhibir a mi sumisa llena con mi semen para demostrar lo puta que llega a ser. Quiero que seas eso, mi puta, mi perra, loca de deseo por mí, dispuesta hacer las mayores guarderías por mí, y que otros vean lo puta que eres por tu Amo. Obviamente, atarte y follarte mientras estás atada o inmovilizada es uno de mis mayores deseos, me gustan los juegos de violación y secuestro, creo que tienen muchas posibilidades, y también los juegos de colegialas y profesores. Ser tu profesor y hacer que me chupes la polla mientras vistes con una minifalda y llevas un par de coletas, nada más excitante que eso. Mis castigos... generalmente son azotes, cachetadas, el uso de pinzas en situaciones y momentos poco usuales. En fin, debemos determinarlos juntos creo, escribiremos un contrato con ellos. Y sí, tendremos contrato, como ves, soy un Amo muy típico. Seguro que mientras lees esto te estás excitando, eso quiere decir que realmente eres una putita, mi putita. Generalmente suelo usar bastante ese tipo de términos, ya te habrás dado cuenta, putita, perrita, zorra (espero que no te moleste), me gusta usarlos con mi sumisa en todo momento y me gusta follarla salvajemente, tirando de su pelo, clavándole mi polla bien profundo, en fin, siendo salvaje. Como ya has podido comprobar, me gusta el sexo telefónico y practicar cibersexo, mi sumisa además de sumisa será también ciber sumisa y con frecuencia te llamaré o te enviaré algún mensaje para que juguemos en la distancia, además suelo practicarlo necesariamente cuando estoy de viaje por mi trabajo. Espero que también accedas a ello. Cuando vayamos al club, llevarás siempre un collar con mis iniciales de Amo. En el contrato también acordaremos tu nombre como sumisa, y cuando no lleves el collar, es decir en tu vida cotidiana, llevarás una pulsera o cadena al cuello que te identifique como mi sumisa.”

Cuando ambos terminamos de leer nos miramos cara a cara y él me preguntó:

¿Qué te parece?

Bien – le respondí - ¿Y a ti?

Bien, tenemos que discutir y tratar algunas cosas. De ahí extraeremos las bases para dictar el contrato ¿te parece? Empezaremos por los castigos, ya que debo infligirte uno cuanto antes por la falta cometida en el ejercicio de esta tarde.

Si, Señor.

Bien, leyendo esto, creo que los mejores castigos para ti serán los azotes, encerrarte en una jaula durante un rato y obviamente, lamer mis zapatos. ¿Qué te parece? Siempre he creído que un castigo debe ser algo desagradable, algo que te desagrade, y así cuando la falta pueda volver a repetirse, recuerdes el castigo que conlleva y por tanto seas capaz de evitarla.

Estoy totalmente de acuerdo con eso – le dije.

Bien, pues empezaremos con los azotes, pues considero que es una falta leve la que has cometido. ¿Te parece?

Si, señor.

Por cierto, ¿qué me dices de las pinzas, has usado alguna vez? No hay ninguna referencia en tu texto.

Bueno, sí, las he usado, y obviamente me desagradan, duelen y...

¡Ah, bien, quizás es mejor castigo ese que los azotes, ¿no crees? Muéstrame tus senos, Princesa.


Hice lo que me ordenaba desabrochando mi blusa, luego me bajé el sujetador y le mostré mis senos desnudos. Sacó un par de pinzas de su maletín, cogió mi pezón derecho, tiró de él y me colocó la pinza.

¿Duele? – Me preguntó cuándo soltó el pezón. Ya lo creo que dolía.

¡Ah!, ¡Si, Señor!

Me colocó la otra pinza en el pezón izquierdo.

Las llevarás mientras seguimos hablando de los términos de nuestra relación ¿de acuerdo? – Me dijo.

Si Señor – Respondí, sintiendo como un pequeño pinchazo en cada uno de mis pezones, cada vez que respiraba sentía aquel pinchazo.

Bien, pondremos como límites los que has citado, y por lo menos los blandos trataremos de superarlos ¿te parece?

Bien, Señor.

Como bien haces ya, me tratarás de Señor. Y tu nombre como Sumisa será Princesa, te va muy bien ese nombre ¿no crees?

Si, Señor. – Respondí sintiendo como poco a poco me acostumbraba al dolor de las pinzas en mis pezones.

Y entonces Alberto hizo algo que no esperaba, rozó mis pezones con sus dedos moviéndolos arriba y abajo, haciendo que el dolor se intensificara. Quería que me quitara las pinzas para calmar el dolor, pero a la vez, sabía que debía resistir aquel castigo el tiempo que él deseara, aunque el dolor me dificultara cada vez más la respiración y no dejara que me concentrara.

Tu palabra de seguridad, hablemos de ello. ¿Cuál quieres que sea?

No había pensado en ello, y en aquel momento, sentía que si no me quitaba las pinzas pronto quizás acabaría diciéndola, cada vez se hacía más insoportable aquel dolor en los pezones.

Negro – le dije, fue lo primero que se me ocurrió, además odiaba aquel color.

Bien, me parece muy bien – dijo volviendo a rozar mis pezones con sus dedos.

Gemí al sentir el dolor intensificándose. Dios, aquello sí que era un castigo, estaba segura que la próxima vez me lo pensaría dos veces antes de hacer algo que él no me había pedido.

Bueno, creo que más o menos ya lo tenemos todo claro, prácticas y demás ambos las hemos definido en nuestros papeles, supongo que te parecen bien las que he comentado en mi texto, ¿no?

Si, Señor – le dije, más que nada porque estaba deseando terminar y que me quitara las puñeteras pinzas.

Bien, pues incluiré todo eso en el contrato que tendré redactado para mañana mismo, si te parece. Por cierto, después de cada castigo o practica hablaremos de cómo te has sentido, como nos hemos sentido los dos, si has comprendido el porqué del castigo, en el caso de un castigo y si la práctica nos ha gustado o no. ¿De acuerdo?

Si, Señor – le dije, sintiendo como el dolor se intensificaba, no podía más, necesitaba que me las quitara ya. Suspiré.

Se acercó a mí, y me quitó las pinzas, primero una y luego la otro, que dolieron.

¡Ah! – gemí dolorida.

Tranquila – dijo él acariciando mis pezones – tenemos que hacer que la sangre vuelva a ellos.

Gemí y suspiré mientras él los masajeaba y el dolor iba desapareciendo poco a poco.

Puedes volver a cubrírtelos, ahora vamos a cenar, después hablaremos de este castigo. ¿De acuerdo?

Sí, Señor – le dije, recolocándome el sujetador y abrochándome la blusa.

Luego nos dirigimos a la cocina.

Alberto me indicó donde estaban los cubiertos y platos, y mientras yo ponía la mesa, él sacó la cena de la nevera y la calentó en el microondas. Mientras hacía todo eso, sentía mis pezones ardiendo todavía, algo doloridos. Aún a ratos según el movimiento que hacía, sentía una pequeña punzada, recordándome el castigo y lo mala que había sido por desobedecer a mi Amo. Pues empezaba a sentir a Alberto como mi Amo. Nos sentamos a la mesa una vez tuvimos todo listo, y entonces Alberto me miró a la cara y me dijo:

¿Estás bien? ¿Te pasa algo? ¿Necesitas que hablemos del castigo ahora, quizás?

Sí, por favor, necesito liberarme, pedirte perdón por la falta cometida - le dije, arrodillándome frente a él, que estaba sentado en su silla junto a mí - Siento haberte fallado Señor - le dije, bajando los ojos al suelo. No podía mirarle a la cara.

Bien, sé que no volverás a hacerlo, confío en ello, confío en ti - dijo, poniendo su mano bajo mi barbilla y haciéndome subir mi rostro para mirarme a los ojos - Dime ¿Qué has sentido? ¿Cómo te has sentido?


Me ha dolido mucho, no era un dolor muy agudo, pero si se hacía insoportable, más a cada minuto que pasaba, deseaba tanto que me quitaras las pinzas de los pezones, ha habido un momento cuando me has dicho lo de la palabra de seguridad, que durante unos segundos, he pensado que quizás por primera vez, tendría que utilizarla, pues el dolor se me estaba haciendo insoportable, sobre todo porque me recordaba que te había fallado al no seguir tus instrucciones correctamente.

Bien, me gusta que seas sincera conmigo, lo agradezco enormemente y serás recompensada por ello. ¿Cómo te sientes ahora?

Mejor, a ratos aún parece que me duela, y siento mis pezones ardiendo. Pero lo peor es sentir que te he fallado. - y sin más empecé a llorar.

Alberto me cogió por los sobacos, como si fuera una niña a la que iba a aupar, me hizo sentar sobre su regazo, y consolándome me dijo:

Llora, llora si así lo necesitas.

Lloré durante un rato sobre su hombro, mientras él me abrazaba y me consolaba. Y yo poco a poco me iba sintiendo cada vez más liberada de aquella culpa que el castigo me había hecho sentir. Cuando por fin dejé de llorar, él me susurró al oído:

¿Estás mejor ahora?

Sí.

Me incorporé y lo enfrenté a los ojos de nuevo, me besó dulcemente, y me sentí nueva, diferente. Me sentí suya por primera vez.

¿Qué tal si cenamos? - Me preguntó.

Si.

Volví a mi silla frente a mi plato y empezamos a cenar. Luego me preguntó:

¿Nunca te habías sentido así antes? ¿Nunca te había castigado tu anterior Amo? 

sábado, 7 de noviembre de 2020

LUISGE MARTIN, GANADOR DEL PREMIO HERRALDE CON UNA NOVELA EROTICA

 El pasado lunes, el escritor madrileño Luisge Martín ganó el premio Herralde de novela, con una novela erótica, titulada “Cien Noches”. Dicho premio dotado con 18.000 euros, es convocado por la editorial Anagrama desde 1983, y sirve para alentar y promocionar la nueva narrativa española.

UNA NOVELA ERÓTICA

La novela ganadora “Cien Noches”, como ya hemos dicho, es una novela erótica sobre la infidelidad y el deseo, sobre la sexualidad y las diversas formas del amor y la condición humana, según cuenta su autor.

Según su editora Silvia Sesé, la novela explora las distintas formas de amor y los diferentes comportamientos sexuales.

EL ARGUMENTO

La historia nos cuenta como Irene, su protagonista, viaja a Chicago para estudiar. Allí repasando trabajos de laboratorio sobre el comportamiento sexual de las ratas, intenta descubrir las claves de la infidelidad y decide investigar estos comportamientos en los humanos, por lo que inicia un viaje para experimentarlos ellas misma.

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Además a la novela se suma una trama de novela negra, ya que su protagonista debe resolver el asesinato de su novio.

En esta novela, Luisge Martín, se enfrenta a los tabús, las promiscuidad y las mentiras sociales.

INSPIRACIÓN

Según él, la inspiración le llegó después de leer un estudio en el que se explicaba que el 55% de los hombre y el 46% de las mujeres se declaraban infieles, lo que le llevó a preguntarse ¿Qué pasaba con el resto? ¿Habían dicho la verdad? ¿Y si un detective los siguiera para demostrar que han mentido? Por eso, el autor cuenta además con la colaboración de varios escritores amigos suyos, que hacen lo que podríamos llamar cameo, en forma de relatos de infidelidad, representado los expedientes de los detectives que comprueban las infidelidades.

Todos estos ingredientes han hecho de esta novela erótica la ganadora del Premio Herralde 2020.

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Y SI FUERA ÉL CAPITULO 6

 Al día siguiente nada más levantarme, recibí un mensaje de Alberto diciéndome: “Buenos días, princesa, ¿Has hecho tus deberes?” Le contesté inmediatamente. “Por supuesto”.  “Pues te voy a poner más, debes ponerte un vestido sexy, estrecho, y sin ropa interior debajo, y cada vez que vayas al baño debes masturbarte durante un minuto sin correrte ni una sola vez, pasaré a recogerte a las cinco” Me escribió de nuevo. “Si, Señor, así será” le respondí. Tras eso me vestí como Alberto me había indicado, desayuné y salí hacia el trabajo.


Una vez allí tuve que ir al lavabo nada más llegar y me dispuse a hacer lo que Alberto me había pedido. Estaba excitada, pues pensar en lo que tenía que hacer me excitaba. Me puse en pie, y me masturbé rozando y masajeando mi clítoris, pensando e imaginando que era Alberto quien me tocaba ahí, fue una sensación maravillosa, y cuando volví a mi sitio, me sentía húmeda y excitada, mi sexo palpitaba. Estaba segura de que si seguía así durante el resto del día, cuando llegaran las cinco y Alberto me tocara, iba a correrme en menos de cinco segundos.


Lo peor vino la última media hora de trabajo. A las 4.30 recibí un mensaje que me decía: “Hola Princesa, ¿cómo va eso? Supongo que estarás calentita y muy húmeda. Ahora ve al baño y mastúrbate durante un minuto, cuando termines me lo dices, vamos a jugar un poquito” Le respondí: “Si, Señor” “Y recuerda, nada de correrte”.


Obedecí y fui al baño. Sus palabras me habían puesto caliente. Al volver a mi mesa le envié el mensaje “Ya está Señor” Enseguida me respondió: “¿Cómo estás?” “Muy excitada y húmeda” Le respondí. “¿En qué pensabas mientras te tocabas?” Me preguntó. “En ti, masturbándome, tocándome, que mi mano era la tuya” “Muy bien, así me gusta, que mi perrita piense en su Amo, ¿Está excitada ahora?” Me preguntó. “Si, Señor, siento como mi coño se estremece al pensar en ti” le dije. “Muy bien, putita, ahora volverás otra vez al baño, te tocarás el clítoris y luego meterás un dedo en tu coño durante unos segundos, luego seguirás masturbándote hasta completar el minuto, ¿de acuerdo? Y como antes al volver a tu mesa me lo dices” “Si, señor” respondí, tras lo que de nuevo me levanté y fui al baño. Hice lo que me había dicho, masturbando mi clítoris primero, metí mi dedo a continuación y sentí una pequeña convulsión en mi coño. Saqué el dedo y seguí acariciándome el clítoris, gemí y me excité, deseando volver a meterme el dedo en el coño. Al volver a mi mesa de nuevo le escribí: “Lo he hecho Señor, pero si voy otra vez al baño la gente sospechará” le dije. “Tienes razón, bueno, cuéntame cómo te has sentido esta vez” “Muy excitada, cuando me he metido el dedo he sentido una pequeña convulsión en mi coño, luego he seguido acariciándome el clítoris, pero deseaba tanto volver a meterme el dedo, gemía y jadeaba excitada” “Muy bien putita, lo estás haciendo muy bien. Ahora dime, ¿hay alguien a tu alrededor?” “No, ya sabes cómo es mi despacho, es solo para mí y hay una puerta que lleva al despacho de mi jefe” le conté “Bien, supongo que él está en su despacho y la puerta cerrada” me preguntó. “Si, Señor” “Bien, pues ahora discretamente, tócate, ahí sentada, acaríciale el clítoris y métete dos dedos esta vez, todo durante un minuto y sin correrte, no lo olvides” me ordenó. “Si, Señor” Hice lo que me había pedido, y observando que todas las puertas estuvieran cerradas y nadie pudiera molestarme procedí a obedecerle. “Ya lo he hecho Señor, no puedo aguantar más, estoy a mil” le escribí. “Ya lo sé pero debemos seguir un poco más. Dime, ¿cómo ha ido, que has sentido?” “Buff, he metido los dos dedos y los he movido dentro y fuera un par de veces, sé que no era eso lo que me has pedido, pero no he podido evitarlo, necesito que me folles ya (me atreví a escribir). Ha sido muy excitante y no sé si podré aguantar hasta que nos veamos en un rato” “Muy bien, putita, así me gusta. Pero te castigaré por el atrevimiento de mover esos dedos dentro de ti. Ahora vas a volver a meterte esos dos dedos y los dejarás ahí un rato, te voy a llamar, así que cogerás mi llamada y hablaremos un rato mientras ese par de dedos está ahí dentro” me dijo. “Si, Señor” Le respondí. Y empecé a seguir sus instrucciones. Cuando ya tenía mis dedos dentro de mí a los pocos minutos, recibí su llamada. Cogí el teléfono con la mano izquierda y antes de que dijera nada él mismo me dijo:

Hola Princesa ¿cómo va eso?

Bien – jadeé, estaba tan excitada, y su voz en mi oído aún me excitaba más.

Muy bien, ¿estás excitada, putita?

Si, Señor, mucho – le respondí, jadeando. Cada vez lo estaba más, sentía mis labios hinchándose.

Dime, ¿quieres ser mi putita? ¿Quieres que te folle, que te haga mía?

Sí, Señor.



Sentí como mi sexo convulsionaba alrededor de mis dedos escuchando aquellas palabras. Sin duda, me estaba convirtiendo en su sumisa, su perrita.

Bien, ahora saca esos dedos de ahí dentro y chúpatelos.

Hice lo que me ordenaba.

Dime como saben – me dijo

Salados, a mí, a sexo – le respondí.

Muy bien, princesa, ahora recoge todas tus cosas, es hora de irse a casa, te espero en el vestíbulo.

Si, Señor.


Cerré la llamada y tras recomponerme como pude, recogí mis cosas y por el intercomunicador le dije a mi jefe que me iba. Me dijo que vale, y cogí mi bolso y bajé al vestíbulo. Allí, junto a la puerta, me estaba esperando Alberto, sonreía pícaramente.


Me acerqué a él y nos dimos un tierno beso en los labios y luego acercando su boca a mi oído me susurró:

¿Está caliente, mi putita?

Si, Señor – le dije.

Bien, vamos al coche.


Salimos a la calle y nos dirigimos a su coche. Le dijo al chofer que íbamos a su casa y luego le hizo cerrar la mampara que separaba la parte trasera de la delantera. Gracias a Dios, la mampara era totalmente oscura y el chofer no podía ver nada de lo que sucedía a sus espaldas. Nos acomodamos en el asiento trasero y Alberto pasó su brazo por detrás de mis hombros, acercó su boca a mi oído y me dijo:

Abre las piernas, putita.


Obedecí, y enseguida sentí su mano hurgando en mi sexo, acariciando mi clítoris, mis labios vaginales, comprobando la humedad. Gemí sin poder evitarlo.

Vaya, vaya, mi putita está muy mojada – me susurró introduciendo un par de dedos dentro de mí.

- ¡Oh, Señor! – Musité.

¿Quieres correrte, zorrita?

Sí, Señor – le respondí, sintiendo como mi vagina se contraía alrededor de sus dedos.

¡Uhmm, bien, a ver si lo consigo sin hacer nada o casi nada! – dijo metiendo sus dedos más dentro de mí.  – Desabróchate la blusa y muéstrame tus tetas, preciosa.



Obedecí desabrochándome la blusa y dejando mis tetas totalmente al descubierto, entonces él acercó su boca a una de ellas y la mordió. Acto seguido, metió un tercer dedo en mi vagina, mordió mi otra teta y gimoteé, estaba a punto, tan excitada. Movió un poco los dedos dentro y fuera y mordiendo mi pezón, logró por fin que me corriera en un demoledor orgasmo que había estado deseando toda la tarde.

¡Oh, sí, magnifico putita, magnifico! – Me susurró mientras yo me deshacía empapando sus dedos. Cuando por fin dejé de convulsionarme, y me serené, él sacó sus dedos de mí y se limpió. Cinco segundos después el coche se detenía frente a su casa. 

– Ahora arréglate un poco, no queremos que nadie te vea así ¿verdad?

No, Señor.


Me arreglé y bajamos del coche. Estábamos frente a una casa en la parte más alta de la ciudad, frente a la puerta principal, había un precioso jardín a nuestro alrededor perfectamente cuidado. La casa era moderna, con grandes ventanales. Alberto me llevó de la mano hacía la entrada principal diciéndome:

Bienvenida a mi humilde morada.

Sonreí divertida y le dije:

Pues muy humilde no me parece, perdona que sea tan sincera.

Bueno, algo de razón tienes. Vamos dentro. 


Para saber como empieza la historia puedes leer el primer capitulo aquí:https://relatoserotikakarenc.blogspot.com/2020/10/y-si-fuera-el-capitulo-1.html

O también puedes leer otras historias, como Buscando la pasión:https://relatoserotikakarenc.blogspot.com/2020/09/buscando-la-pasion-1er-capitulo.html