lunes, 10 de febrero de 2020

BAJO LA MESA

Arrodillada bajo la mesa, le bajo la cremallera del pantalón. Él parece no inmutarse, pero sé que lo está disfrutando tanto como yo. Extraigo su sexo, que empieza a erguirse sólo con imaginar que mi boca empezará pronto a chuparlo. Él suspira, el teléfono suena y yo aprovecho el momento para lamer el glande, masajeo el tronco y oigo como él pregunta:
- ¿Diga?
....
- ¡Ah, hola, cielo! – Oigo que responde. Sin duda debe ser su mujer, y eso hace este momento aún más excitante, más morboso.
Siento mi sexo humedecerse y apreso el glande con mi boca. Él se revuelve en la silla, pero trata de mantener la compostura y oigo que dice:
- Lo que tu quieras, cariño – una sonrisa malévola se dibuja en mi rostro. ¡Lástima que él no pueda verla!
Chupo el glande, mientras con una mano masajeo sus huevos. Pablo se coloca más cómodamente en la silla y sigue hablando por el teléfono:
- Claro que sí, cie... – me introduzco la mitad de su verga en la boca y chupeteo, extrayéndolo luego - ...lo, ya voy... yo a por el niño.
Me excita pensar que ella está al otro lado de la línea, hablando con su querido esposo, sin imaginar lo que sucede entre sus piernas. Vuelvo de nuevo a introducirme su pene en la boca hasta la mitad y así repito la operación varias veces, cada vez más rápidamente.
- No pasa nada, cielo... – Pablo trata de mantener la compostura, a pesar de sentir la humedad de mi boca succionando su sexo y de la excitación que eso, sin duda, le produce - ... estoy... trabajando.
Su pene está cada vez más duro e hinchado, llena mi boca por completo y sé que cada vez le resulta más difícil tratar de no gemir ni dar señales de que le gusta lo que le estoy haciendo.
Sigo chupando, moviendo mi boca arriba y abajo, masajeando sus huevos con una mano.
- Cielo... tengo... que seguir... trabajando – se le escapa un suspiro, justo en el instante en que siento el sabor de su líquido preseminal en mi lengua.
- .... vale... cielo... hasta luego.
Por fin cuelga y posa sus manos sobre mi cabeza para imprimirle un ritmo más rápido a mis mamadas.
Aprieto su cabeza contra mi sexo, para sentir más profundamente su boca alrededor de mi sexo. Ella chupa, mientras yo me revuelvo en la silla sintiendo el placer que me proporciona. Suspiro, por fin puedo gemir, dar señales de lo bien que me lo estoy pasando al sentir su boca alrededor de mi sexo. Miro el teléfono deseando que no llame nadie más.
Siento su tibia lengua recorrer el tronco y me convulsiono irremediablemente, ahora ha llegado a mis huevos y los chupa, se los mete en la boca, mientras mis dedos se enredan en su pelo. Si sigue así, sé que me voy a correr irremediablemente y que nada podrá parar este río de placer que sólo ella sabe hacerme sentir.
Es una maestra usando su boca y me vuelve loco, gimo. Siento como vuelve a lamer el tronco y como se introduce otra vez el glande en la boca. Lo chupa, se introduce mi verga casi hasta la mitad, y veo las estrellas cuando siento mi glande chocando contra su paladar. Hace que sus labios resbalen por el tronco y suban y bajen, una y otra vez. Casi he perdido el mundo de vista, pues empiezo a sentir el placer recorriendo mi sexo y extendiéndose hasta mi columna. Sujeto su cabeza firmemente para que no la aparte, me convulsiono, sintiendo como mi cuerpo empieza a derramar el elixir que ella traga habidamente, lame, traga, limpia mi sexo y la sensación de placer y bienestar me llena. Cuando termina, me mira desde sus ojos azules, acerco mi boca la suya y nos besamos.
Ella sale de debajo de la mesa. Se arregla la ropa y con un simple:
- Nos vemos más tarde – sale de mi despacho sin darme tiempo a la revancha.
Ella es así y eso es lo que me vuelve loco.