martes, 25 de mayo de 2021

SERE TU ESCLAVA SEXUAL

 Su voz sonaba lejana, triste y apagada, ya no estaba allí conmigo, estaba segura. Y de pronto, sentí como si me estuviera despertando, pero al abrir los ojos todo estaba oscuro, negro, no veía nada. Aun así sentía que estaba desnuda. Desnuda y atada, inmóvil encima de una especie de caballete, boca abajo con las manos y los pies atados a lo que supuse eran las patas, no se oía nada. Traté de mirar al frente, pero nada, todo estaba oscuro, completamente negro. Olía a madera y humedad, era un olor penetrante que llenaba mi nariz.

 ¿Ya te has despertado, mi bella durmiente?  oí que me preguntaba una voz conocida, aunque no podía identificarla.


 ¿Qué hago aquí, dónde estoy?  Pregunté desorientada, cansada, buscando una respuesta.

 ¿Ya lo has olvidado? Eres mi esclava, dijiste que serías mi esclava hasta fin de año ¿No lo recuerdas? Vaya, veo que el cava te hizo efecto anoche.

De repente me vino a la memoria aquel momento, sí, era cierto, él, un desconocido al que acababa de conocer en la barra de un bar, me dijo que qué sería capaz de hacer por él si conseguía que disfrutara un solo orgasmo. Era un hombre muy atractivo, alto, moreno de intensos ojos negros, unos ojos que hipnotizaban y sin pensarlo demasiado ni saber por qué le respondí:

 Sería tu esclava sexual hasta fin de año.

Se lo dije después de una larga conversación en la que yo le había contado lo insatisfecha que estaba sexualmente y lo poco que sabían los hombres de satisfacer a una mujer, y que muy pocas veces un hombre había logrado que tuviera un orgasmo decente.

 Ahora lo recuerdo  dije apesadumbrada.

 Me alegro, pensé que lo habías olvidado  dijo él acariciando mi sexo con suavidad.

El roce de sus dedos con mi clítoris hizo que todo mi cuerpo se estremeciera y se agitara sobre el caballete, luego sentí como introducía uno de sus dedos en mi agujero vaginal, y un gemido de placer escapó de mi boca.

 Muy bien, zorrita, veo que la droga está haciendo efecto.

 ¿Me has drogado, cabrón?  Pregunté incrédula, contrariada y enfadada.

 Sí, querida, quiero que sientas cada orgasmo como nunca antes has sentido ninguno. Me dijiste que nunca habías podido disfrutar un orgasmo en tu vida, ¿verdad?  Recordé levemente que lo había dicho  pues hoy vas a sentirlos todos como una explosión, y no querrás terminar nunca, ya verás.

Cerré los ojos y dejé caer mi cabeza sobre el caballete. Estaba en sus manos, no podía hacer nada, solo dejarme hacer. Ser su esclava como le había prometido. Me maldije a mi misma por haberle prometido aquello, pero...

 

Fue el único que lo consiguió, como el mismo me había dicho, hizo que disfrutara como nunca mi primer orgasmo. Me llevó hasta el baño de mujeres, nos encerramos en uno de aquellos estrechos cubículos. Yo al principio no estaba segura de aquello, pero... Sus labios eran como caricias de una pluma sobre mi piel, dulces como la miel, suaves y bien estudiados. Empezó a besarme dócilmente en el cuello, mientras me bajaba los tirantes del vestido dejando desnudos mis senos, que amasó y sobó a su antojo logrando que mis pezones se erizaran. Nunca antes un hombre había logrado que se me pusieran los pezones tan duros.

 No, por favor, no, tengo novio y... traté de protestar en un último intento por recobrar la


cordura que había perdido justo en el instante que le había conocido.

 Shhhh  me hizo callar  déjate llevar, disfrútalo  me susurró con suavidad.

Luego siguió, descendió por mi vientre, haciendo que mi vestido fuera cayendo suavemente cada vez más abajo. Cerré los ojos y me dejé llevar, como él me había pedido. El vestido cayó al suelo y sentí sus labios sobre mi ombligo, que lo besó; sus manos se posaron sobre mis caderas, yo estaba de pie, él arrodillado ante mí. Su boca se hundió en mi entrepierna y su lengua lamió mi sexo por encima de la tela de las braguitas, me estremecí.

 No, por favor...  volví a quejarme, a suplicarle, pero ya era tarde. El placer empezaba a inundarme y lo que realmente quería era que siguiera.

Sus manos deslizaron mis braguitas por mis piernas hasta dejarlas caer al suelo, me hizo abrirme más y sentir sus dedos introduciéndose en mis labios vaginales, jugueteando con mi humedad, acariciando mi sexo, mientras todo mi cuerpo vibraba. Luego cogió mi mano, la llevó hasta su sexo, se bajó la cremallera del pantalón, sacó su sexo erecto y posó mi mano sobre él.

 Acarícialo, venéralo  me suplicó.

Y lo hice, acaricié cada centímetro de aquella desconocida piel, lo sacudí, lo meneé, mientras veía como él disfrutaba y como su sexo se erguía cada vez más. Y sin saber como, sentí su cuerpo pegado al mío, su sexo a las puertas del mío y luego introduciéndose en mí, llenándome. En menos de cinco segundos, estábamos cabalgando hacía el placer, ambos al unísono, sintiéndonos el uno en el otro y una extraña explosión, un subidón, un cosquilleo especial, algo que nunca antes había sentido empezó a surgir en mi sexo, extendiéndose por todo mi ser poco a poco, aumentando su intensidad y haciéndome por fin explotar en un maravilloso éxtasis de placer, disfrutando así mi primer orgasmo. Cuando mi cuerpo dejó de convulsionarse me quedé floja, derrumbada sobre él, pero feliz. Mi improvisado amante me sujetó, me abrazó y me susurró al oído:

 Ahora tendrás que ser mi esclava sexual hasta fin de año.

 ¡Oh, no, no, eso no! Yo... no...  traté de desdecirme y sin tiempo a decir nada más, sentí que la cabeza se me iba y me desvanecía.

 

Y ahora estaba allí, atada a aquel caballete, desnuda y a oscuras, cumpliendo mi promesa de ser su esclava.

 ¿Qué quieres que haga?  Le pregunté por fin aceptando mi destino.

 Nada, solo disfrutar y sentir, déjate llevar como hiciste en aquel baño y todo irá sobre ruedas  me susurró al oído, mientras reposaba todo su cuerpo sobre el mío y sentía su erecto y desnudo sexo chocar contra mis nalgas.

De repente la luz se encendió, pero mis ojos tardaron unos segundos en acostumbrarse, mientras él ya me estaba penetrando, cuando por fin pude distinguir algo le vi allí, desnudo, atado en una silla, inmóvil, estaba Alberto, mi novio. Tenía la boca tapada con cinta americana, y sus ojos estaban llorosos.

 Pero... eres un cabrón  gemí, cuando mi amante empezaba a moverse ya haciendo que el placer retornara a mí y empezara a enajenarme de nuevo.

 Sí, pero soy tu cabrón, ese que siempre has deseado que te follara y te produjera esos maravillosos orgasmos que hoy vas a disfrutar aquí, delante del picha corta de tu novio.

La situación me excitaba sobremanera, y quizás por eso, empecé a sentir el primero de una larga lista de orgasmos. Todo mi cuerpo se estremeció y no pude evitar gemir y gritar mientras él me penetraba una y otra vez sin descanso delante del cornudo de mi novio. No sé cuanto rato estuvo penetrándome en aquella posición, solo sé que tuve unos cuatro orgasmos y que mientras disfrutaba uno tras otro no pude dejar de observar la cara de cólera que tenía Alberto, la impotencia dibujada en su rostro, que además hacía que yo disfrutara aún más de aquellos orgasmos. Y en el último de ellos sentí como también mi amante, Fernando, el hermano de Alberto, alcanzaba el orgasmo llenándome con su espeso y caliente semen. Ambos permanecimos inmóviles y exhaustos durante un rato. Hasta que Fernando se levantó, me desató y observando a Alberto mientras nos abrazábamos le dijo:


 Ves, así es como se debe tratar a una zorrita como tu novia para que pueda disfrutar de un buen orgasmo, picha corta.

Entonces me acerqué a Alberto, que tenía el sexo candente como un hierro, erguido como nunca y a explotar de deseo. Me senté sobre él descendiendo despacio, haciendo que penetrara en mi agujero trasero como a él le gustaba. Luego empecé a moverme arriba y abajo, cabalgándole como si fuera un caballo, cada vez más velozmente, hasta que sentí su sexo a punto de explotar y mi culo ardiendo por el orgasmo, explotando ambos al unísono en un orgasmo demoledor. Ya había perdido la cuenta de los orgasmos que había tenido en aquella habitación, pero podía decir que había sido la mejor experiencia de mi vida. Desaté a Alberto, que me abrazó con fuerza, como un niño y me susurró al oído:

 Gracias, princesa, gracias por hacer realidad mi fantasía.

El plan había funcionado a la perfección, tal y como Alberto, Fernando y yo, lo habíamos diseñado y la fantasía de los tres se había hecho real a través de aquel juego perfectamente orquestado.

jueves, 20 de mayo de 2021

DESIERTO DE AMOR

 — No me casaré con otro hombre, padre, le amo y nada impedirá que me case con él — había gritado Hassaepsut defendiendo su amor por Amenon, un centinela de su guardia personal, Hassaepsut tenía sólo 19 años y se había enamorado locamente de él.

— Pero un día todo este imperio será tuyo, serás la Faraona de todo Egipto y una faraona no puede casarse con un simple centinela — había argumentado su padre el Faraón Anoeris.

Ahora esas palabras resonaban en su cabeza una y otra vez, mientras lloraba ante el cuerpo inerte de su padre. En unas horas sería proclamada la nueva faraona de Egipto y por fin podría casarse con Amenon, el largo y arduo camino por defender ese amor que le había robado el corazón llegaba al mejor de los finales posibles.


Recordaba perfectamente como empezó todo, su padre el faraón, justo antes de su primer viaje al norte del río Nilo le asignó una guardia personal, que cuidaría de ella en todo momento, cuando los conoció a todos, aquella mañana de Mayo, se quedó prendada del joven capitán Amenon. Era guapo, alto, moreno, de unos intensos ojos negros que nada más verlos la embrujaron. Ya cuando se miraron a los ojos aquella primera vez, la chispa saltó entre ellos, la diosa Isis los bendijo con el más bello de los sentimientos. Estuvieron casi dos semanas sin decirse nada, mirándose solamente, hasta que Amenon un día en que Hassaepsut quería ir al templo de Isis le aconsejó que no lo hiciera:

— Se avecina tormenta de arena y no es aconsejable salir del palacio ahora.

— Pero tú eres fuerte y me puedes proteger de cualquier cosa — le dijo Hassaepsut.

— Sí, y vos sabéis que daría mi vida si fuera necesario con tal de protegerla, pero me temo que contra una tormenta de arena sería difícil y perderíamos la vida ambos.

—No me hables de usted — le pidió — soy joven aún. Entonces, me quedaré aquí, si tú me lo pides.

—Será lo mejor.


No volvieron a decirse nada más durante los siguientes días, pero en cuanto se veían, no podían dejar de mirarse, cada viaje que ella hacía a cualquier parte de la ciudad era un juego constante te miradas entre ambos. Hasta que un día mientras Hassaepsut paseaba por el mercado de la ciudad en busca de una tela para su ajuar, ella tropezó, se torció el tobillo y fue gracias a Amenon que no cayó al suelo, porque este, que iba un pasó tras ella, la cogió en brazos. Aquel contacto los electrizó a ambos. Amenon pidió que le acercaran la litera, puso a Hassaepsut dentro y tras quitarle el zapato empezó a hacerle un suave masaje, para aliviar el dolor. Hassaepsut sintió las calientes manos de Amenon sobre su tobillo, eran reconfortantes, se miraron a los ojos y el capitán le preguntó:

— ¿Va mejor?

— Sí, gracias.

Inmediatamente fue llevaba hasta el palacio y allí tras sacarla de la litera, Amenon la llevó en brazos hasta su habitación, la posó sobre su cama y cuando iba a salir de la habitación Hassaepsut le dijo:

— No te vayas, ven.

Amenon volvió a su lado, su ojos se miraban brillando de amor, y sin decirse una sola palabra, sus labios se unieron en un profundo y delicado beso. Cuando se separaron Hassaepsut fue la primera en hablar diciéndole:

— Te amo.

— Yo también te amo, pero nuestro amor es imposible  — dijo Amenon.

— No, nada es imposible para la futura faraona de Egipto — agregó ella.

— No creo que tu padre opine lo mismo.

— Ya, pero ya me encargaré yo de que cambie su opinión.

Durante los siguiente días siguieron viéndose en secreto, en cada encuentro sólo había besos y caricias, no querían ir más allá hasta que el faraón no diera su bendición y Hassaepsut cada día le hablaba a su padre de Amenon, de lo fuerte que era, de lo valiente y decidido que había sido siempre y de lo bien que la trataba, hasta que un día en una de esas conversaciones el faraón Anoeris le dijo a su hija:

— Hija, me hablas mucho de Amenon, ¿no te habrás enamorado de él?

Hassaepsut se quedó muda, no sabía que responder, miró a su padre y este añadió:

— Ya veo que sí, tus ojos no hablan de otra cosa, pero ya sabes que no puedes casarte con un simple centinela, vas a ser la faraona de todo este imperio, te casarás con alguien digno de tu linaje — le dijo él.

— Padre, le amo a él y sólo a él.

— Hija, un faraón no puede amar a quien quiera, sólo a quien debe.

Tras eso, el faraón salió del gran salón del trono dejando a Hassaepsut a solas.

Aquella noche en su habitación Hassaepsut le contó la conversación que había tenido con su padre a Amenon.

— Ves, ya te dije que no lo aceptaría.

— Me da igual — dijo Hassaepsut — lo que él piense, yo te amo y no me voy a casar con otro que no seas tú.

Amenon la miró profundamente a los ojos y la besó. Su felicidad era inmensa cuando estaba con aquella bella criatura que el destino y la diosa Isis habían puesto en su camino. Luego añadió:

— Pero tu padre te obligará a casarte con otro, lo sabes.

— No puedo casarme si yo no quiero hacerlo y lo manifiesto así ante los sacerdotes y ante la diosa Isis. No puede obligarme, además es viejo, y no tardará mucho en dejar este mundo, entonces seré proclamada faraona y podré casarme con quien quiera.

Volvieron a besarse y cuando se separaron Hassaepsut le suplicó a su amado:

— Tómame, hazme tuya.

Amenon la miró extrañado.

— ¿De verdad lo deseas? ¿No prefieres esperar a que tú padre nos dé su bendición?

— Sabes que nunca lo hará así que hazme tuya. Te amo y sólo deseo tenerte dentro de mí.

Amenon hizo tumbar a la muchacha sobre la cama, se puso a sus pies, comenzó a besarlos, primero uno y luego el otro, ascendiendo por las suaves y delicadas piernas de la muchacha, alcanzó el femenino sexo y se dirigió hacía las caderas, continuando la ascensión hasta los pequeños senos, y llegando por fin a la boca de ella, que besó con ternura, mientras sus manos la empezaban a desnudar. También Hassaepsut deslizó sus manos hacía el cuerpo de su amado y empezó a desnudarlo. Lo hizo tumbar sobre la cama una vez estuvo totalmente desnudo, y empezó besándolo en la boca, descendiendo poco a poco por su cuello, hacía su torso, acariciándolo suavemente, mientras sus labios continuaban el descenso hasta las caderas del hombre, y seguían por las piernas beso a beso, hasta alcanzar los pies que besó alternativamente. Tras eso, miró a su amado a los ojos y felinamente avanzó por sobre sus piernas, hasta alcanzar el masculino sexo que estaba ya en completa erección. Debido a su inexperiencia, Hassaepsut apretó demasiado el sexo masculino y Amenon se quejó. La muchacha trató de ser más delicada y lo cogió suavemente y empezó a lamerlo dócilmente, moviendo su lengua por el tronco, hasta los huevos y luego hasta el glande introduciéndoselo en la boca, luego comenzó a chuparlo. Amenon estaba realmente excitado, aquella muchachita parecía una experta, sentía el calor de aquella boca alrededor de su sexo y sentía la excitación que eso le producía, y se estremeció. Hassaepsut lamía sin descanso sujetando el erecto pene, mientras con la otra mano se acariciaba el sexo. Estaba húmeda como cada vez que soñaba que Amenon la poseía.

— Ven aquí – le ordenó Amenon.


Hassaepsut lo miró de nuevo y le obedeció, descendiendo nuevamente por su torso hasta llegar a él, lo besó y se tumbó junto a él. Amenon se incorporó de lado sobre ella, la besó con ternura, acariciando su mejilla, deslizó su mano hacía la pequeña teta de ella, y la acarició despacio, trazó un circulo sobre el pezón y luego cogiéndolo con los dedos pulgar e índice lo pellizcó. Hassaepsut se estremeció, y acercó su boca a la de él para besarlo, acarició su mejilla, mientras Amenon descendía por su cuerpo deslizando la mano con suavidad sobre la blanca piel de ella, alcanzó el sexo femenino y empezó a masajearlo, buscó el clítoris ya excitado y empezó a trazar círculos a su alrededor, frotó los labios mayores y los menores, introdujo su dedo índice en la virgen vagina y los movió un poco. Hassaepsut tenía los ojos encendidos de excitación, gemía sin parar y se convulsionaba, sentía como su corazón se llenaba del amor que sentía hacía aquel hombre, y ya no podía imaginar el resto de su vida sin él. Amenon la mimaba con sus caricias, la excitaba y estimulaba hasta lograr que alcanzara su primer orgasmo. Hassaepsut sintió la humedad en su vagina justo después de que aquel cosquilleó recorriera su cuerpo. Tras eso, Amenon se puso sobre ella, le separó las piernas dócilmente guió su erecto sexo hacia la húmeda vagina y muy despacio empezó a penetrarla diciéndole a su amada:

— Si te hago daño me lo dices.

Ella afirmó con la cabeza.

Amenon empezó a empujar muy despacio, cuando sintió la pequeña membrana romperse miró a su adorada, ella tenía los ojos cerrados y una sonrisa se dibujaba en su cara, el muchacho continuó su camino, hasta que su pene estuvo totalmente en el interior de ella. Entonces muy despacio comenzó el vaivén, sus cuerpos se unieron más que nunca para bailar el son del amor, besos, caricias, ternura y pasión inundaron la habitación. En pocos segundos Hassaepsut volvía a vibrar con aquel placer, al igual que Amenon. Ambos supieron en ese momento que nada podría separarles ya, no tardaron mucho en obtener el éxtasis, tras el cual se quedaron dormidos el uno en brazos del otro.

Después de eso, ambos lucharon por su amor. El faraón trató de convencer a Hassaepsut para que se casara con varios príncipes de tierras vecinas, pero Hassaepsut no estaba dispuesta a renunciar al amor de su querido Amenon. Una y otra vez le repetía a su padre que no se casaría con otro que no fuese él. Y noche tras noches se amaban en la penumbra de la alcoba de ella.

Hasta que llegó aquella noche, Hassaepsut estaba en su habitación junto a su amado Amenon, como todas la noches, empezó a bailarle la danza de los siete velos, que hacía sólo unos pocos días que había aprendido. Él acostado sobre la cama la observaba contonearse al ritmo de la música que ella tarareaba. Hassaepsut se acercó a su amando, se quitó uno de los velos que llevaba en la cintura y lo hizo pasar sobre el torso de Amenon, luego volvió a alejarse sin dejar de danzar, moviendo el culo sugestivamente, se quitó otro de los velos y se lo lanzó a la cara, Amenon pudo sentir el aroma de su amada impregnado en él. Hassaepsut volvió a acercarse a Amenon, siguió bailoteando frente a él, le cogió la mano, se la llevó hasta uno de los velos y le indicó que tirara, él lo hizo, mientras ella giraba y el resto de los velos eran arrastrados por el que Amenon sujetaba, quedándose Hassaepsut sólo con la cadena de oro que había sujetado los velos. Hassaepsut se dejó caer entonces junto a su amado al terminar el último acorde de su melodía.

— Ha sido precioso – le dijo Amenon mirándola a los ojos.

Se besaron y Hassaepsut se metió bajo las sabanas que tapaban el sexo de Amenon. La muchacha deslizó su mano hacía el erecto sexo de su amado, y lo acarició con suavidad, acariciando los huevos con delicadeza, moviéndolos como si los estuviera sopesando. Amenon se excitó aún más, deslizó su mano hasta el seno de ella, y lo acarició, y pellizco tratado de no hacerle daño. Hassaepsut seguía con su labor y acariciaba el pene apretándolo levemente, disfrutando del movimiento que el sexo hacía cada vez que lo apretaba. Le maravillaba aquel instrumento tan extremadamente sensible, acercó su boca a él y lo besó. Amenon se estremeció, hizo tumbar a la muchacha de espaldas y le acarició el culo suavemente, después la hizo poner a cuatro patas, se puso tras ella, guió su erecto pene hacía la vagina femenina y muy suavemente la penetró. Se tumbó sobre la espalda de su amada, sujetándola por los senos y empezó a moverse, entrando y saliendo del cálido refugio una y otra vez, con despacio en una torturadora lentitud que agradaba a Hassaepsut, se sentía llena de su hombre y feliz. Amenon acariciaba también los turgentes senos de ella, la excitación empezó a crecer entre ellos poco a poco. Estaban gimiendo al unísono, excitados, sintiéndose el uno al otro. Amenon fue acelerando sus movimientos poco a poco, haciendo que Hassaepsut se excitara cada vez más y se estremeciera, empujando hacía su amado, para sentirle más y más adentro en una comunión perfecta de sus cuerpos. En pocos segundos llegó al orgasmo y pocos segundos después también Amenon llegó al orgasmo y entonces ambos se quedaron abrazados sobre la cama. No pasaron ni cinco minutos que alguien llamó a la puerta.

— ¿Sí? — preguntó Hassaepsut.

— Hija, soy yo — dijo la voz de su madre — Tu padre... — se oyó un sollozo y Hassaepsut se levantó de la cama a toda prisa, poniéndose su bata. Corrió hacía la puerta y la abrió, su madre estaba llorando.

— ¿Qué pasa? ¿Está mal?

Su madre afirmó con la cabeza, Amenon también se levantó vistiéndose rápidamente. Los tres juntos corrieron hasta la habitación del faraón, el médico estaba allí, junto a él. Le cerró los ojos y dijo con voz grave:

— Lo siento.

Ambas mujeres empezaron a llorar la una en brazos de la otra.


En pocos segundos, Amenon llamó al resto de la guardia y ordenó que lo prepararan todo para los funerales. Mientras se preparaba todo, Hassaepsut, su madre Hassna y sus hermanas pequeñas, Isiris y Esiris, velaron el cadáver. También se preparó la ceremonia de coronación de Hassaepsut, e incluso tuvo que abandonar el velatorio un rato para que pudieran probarle el vestido para la coronación. Amenon estuvo a su lado en todo momento, mientras se probaba en vestido le dijo:

— Tendremos que prepararlo todo para la boda, no quiero esperar, nos casaremos en la próxima luna.

—Como tu quieras, querida — aceptó Amenon.

El funeral se hizo a la puesta del sol según la costumbre y al día siguiente se hizo la ceremonia de coronación. Hassaepsut estaba bellísima, con un vestido largo de hilo de oro. Amenon no perdía detalle, la observaba desde su puesto como capitán de la guardia con ojos enamorados, también ella le miraba de vez en cuando con complicidad. Al terminar la ceremonia y justo después de que Hassaepsut terminara su primer discurso como faraona, anunció a sus súbditos allí reunidos:

— Quiero que sepáis que estoy enamorada de un hombre amable y gentil y que dentro de unos días, en la próxima luna vamos a casarnos y quiero que sepáis quien es y que le conozcáis porque a partir de ahora será mi consorte. Amenon por favor — le hizo un gesto para que se acercara y este se acercó hasta su amada, le hizo una reverencia y luego se colocó a su lado — Este es mi amado Amenon y pronto vuestro faraón.

Todo el mundo lo celebró con vítores y alegría. Y así vivieron felices y se amaron hasta el fin de sus días.

lunes, 17 de mayo de 2021

AMORES QUE MATAN

 Sé que este amor me va a matar. Porque cada día me atrapa más, y cada día es más imposible, y lo peor de todo, es que jamás existirá la más mínima posibilidad de que se haga posible.

Conozco a Adrián desde siempre, nos hemos criado juntos, y juntos descubrimos el mundo. Siempre supe que le gustaban los hombres, pero eso no impidió que me enamorara de él. Supongo que el amor no tiene condiciones, no entiende de razones; que nuestro corazón es el que manda y dirige sus sentimientos hacía la persona menos adecuada a veces. Por eso, cada día a su lado, es como estar en el paraíso y a la vez es un infierno. Y lo peor de todo es que, por primera vez en su vida se ha enamorado locamente, y yo soy su confidente. Me habla de Néstor constantemente, me cuenta todo lo que hacen y mi corazón se muere de celos. Siento que quiero morir cuando me cuenta como fue su primer beso. O cuando se debate nervioso, porque lleva dos días sin llamarle.

Pero lo peor, lo que más me ha dolido, lo que de verdad me hace pensar en que este amor me va a matar, es lo que Adrián me contó ayer.

Habíamos quedado, como cada domingo, a las 12 del mediodía. En la Cantina que hay junto a mi casa. Como siempre, yo llegué primero; así que busqué una mesa vacía, pedí una coca-cola y me senté a esperarle. Cinco minutos más tarde apareció por la puerta. Me buscó con la mirada y se acercó a mí. Me dio un beso en cada mejilla y se sentó en la silla que había a mi derecha.

 ¡Buenos días!

¡Buenos días!  le contesté.  ¿Qué tal tu cita con Néstor?.

Bien, muy bien  me respondió él. Fantástico.

 

Y entonces empezó a contármelo. Su voz se tornó un cuchillo en mis oídos, que a cada palabra se clavaba un poco más en mi corazón. Tuve que oír como Néstor lo había llevado hasta su casa, y allí empezaron a besarse.

"Mis manos empezaron a recorrer el cuerpo de Néstor al igual que las de Néstor recorrían mi cuerpo", mientras me contaba como Néstor le había amado, su cuerpo se revolvía en la silla. La imagen empezó a formarse en mi imaginación. "Néstor me besó, y sus labios empezaron a descender por mi cuello, haciendo que me estremeciera". Mi cabeza daba vueltas. "Nervioso trataba de despojar a Néstor de su camiseta. Cuando lo logré, un torso perfecto apareció ante mis ojos, lo acaricié. Mientras Néstor me chupaba el cuello haciéndome gemir y estremecermeMi polla estaba más tiesa de lo que nunca había estado. Deseaba a aquel hombre más que nada en el mundo. Por eso busqué el cinturón y se lo desabroché, mientras Néstor me desabrochaba la camisa blanca que llevaba y al descubrir mi pecho lo besó con ternura. Fue tan tierno". Me dijo mirándome fijamente a los ojos. Yo quería morirme, pero él siguió contándome.

"Conseguí desabrocharle el pantalón a Néstor y metí la mano en busca del ansiado pene. Lo palpé por encima del eslip, estaba tieso y palpitaba de deseo. Metí la mano dentro del calzoncillo y lo cogí firmemente. Néstor se agitó excitado al sentir aquella caricia sobre su miembro viril. Y decidió buscar también mi erecto pene, desabrochándome el pantalón, mientras nos besábamos". Mi corazón se iba deshaciendo en mil pedazos mientras escuchaba aquellas palabras.

"Su mano tocó mi sexo y me estremecí sin remedio. Lo había deseado durante tanto tiempo, y por fin sucedía. Su mano cálida alrededor de mi sexo, creí que iba a correrme sin remedio, pero traté de mantener la calma. Mi mano masajeaba su sexo, y la suya el mío. Ambos empezamos a gemir, sus labios buscaron los míos, nos besamos". Me sentía cada vez más pequeña ante aquel hombre al que tanto amaba, pero en el fondo de mi corazón algo me decía que debía ser feliz, porque él era feliz.


"Néstor decidió quitarme los pantalones y los calzoncillos. Mi sexo salió disparado hacía él de su cálido refugio, le deseaba tanto y él lo sabía. Nos miramos fijamente a los ojos y nos besamos otra vez. Se arrodilló en el suelo frente a mí, y tirando de mis pantalones, me los quitó. Cogió mi sexo con sus manos, lo asió con firmeza, y acercó su boca a él. Yo me estremecí un segundo al sentir su aliento sobre mi sexo." 
Mi corazón empezó a sangrar herido, su voz me sonaba tan lejana, mientras mis ojos se nublaban escuchando su relato. "Cuando sentí sus labios alrededor de mi sexo, creí que iba a morir. El calor de su aliento sobre mi pene erecto, era una sensación tan maravillosa. Empezó a lamer mi sexo, cerré los ojos excitado, y me dejé llevar. Era tan feliz, soy tan feliz." Feliz, era feliz y yo me sentía tan infeliz, sentía que se alejaba de mí, con cada palabra, se alejaba un poco más de mí. Era como si alguien, Néstor, me lo estuviera arrancando del corazón. "Sentir su boca sobre mi pene, me daba tanto placer. Lo lamió, de arriba abajo y de abajo arriba, mientras masajeaba mis pelotas. Cada vez tenía más ganas de sentirle dentro de mí. Sentir sus abrazos, sus besos, su amor por mí." Amor, que bello sentimiento cuando es correspondido y que triste cuando no lo es. Qué fascinante sentimiento cuando se hace realidad y que deprimente cuando es imposible.

"Te deseo tanto, le dije, me miró con ternura a los ojos, y me hizo poner de rodillas sobre el suelo, con los brazos apoyados en el asiento del sofá. Estaba tan nervioso. Sentí su lengua sobre mi ano, paseándose lascivamente. Me estremecí de nuevo. No podía creer mi suerte, iba a hacer el amor con el hombre de mi vida." El hombre de su vida, y yo perdida en la inmensidad de esa desazón que me causaba saber que Adrián jamás sería el hombre de la mía. "Sus labios se deslizaron por mi espalda, hasta mi cuello. Noté su sexo erecto chocando con mi culo, y eso me puso a cien. Luego sentí como lo colocaba a la entrada de mi ano y lo restregaba suavemente, tratando de empaparlo de su saliva, hasta que empujó con suavidad y sentí como entraba la punta, poco a poco fue introduciéndolo en mí, despacio, con calma. Me sentía tan feliz." Y yo no dejaba de sentirme triste, esa felicidad que tanto deseaba darle, se la había dado otra persona y eso me quemaba el corazón.


Por un segundo odié a Néstor. Un nudo atenazaba mi garganta. "Cuando estuvo por fin, dentro de mí, empezó a moverse despacio, sus manos recorrieron mi cuerpo, buscó mi erecto sexo y empezó a masajearlo con sus manos. Me volvían loco sus caricias, sentirle dentro de mí, sentir su aliento en mi oído. No lo podía creer, pero estaba sucediendo, Néstor era mío y yo era suyo, éramos dos cuerpos ardiendo sin remedio en la hoguera del amor y la pasión. Quería sentirle por siempre dentro de mí, porque su amor me llenaba tanto." Traté de pensar en otra cosa mientras él decía aquello, porque sentía que en cualquier momento mi llanto iba a escapar de mis ojos. Mi amor por él se iba destruyendo con cada palabra que le dedicaba a Néstor. "Empecé a sentirme excitado, a estremecerme, a sentir el orgasmo cerca, cuando Néstor me susurró al oído: "te amo". Aquello desencadenó un fuerte estremecimiento en mi cuerpo y exploté en el más poderoso de todos los orgasmos, enseguida noté que también Néstor se convulsionaba y me llenaba con su caliente leche. Cuando ambos dejamos de convulsionarnos, él se apartó de mí. Me giré hacía él y le besé y abracé con fuerza: "te amo", le susurré al oído." Un par de lágrimas empezaron a surgir de mis ojos y Adrián me miró extrañado:

¿Qué te pasa?  me preguntó secando una de mis lágrimas con su dedo índice,

Nada, que es la historia de amor más hermosa que jamás haya oído. – le mentí, pero en realidad mi corazón se había hundido en el más oscuro de los infiernos.

¿De verdad?  me preguntó. Supongo que no había creído lo que le decía.

Sí, de verdad.

No me lo creo  dijo  a ti te pasa algo más.

Puede ser, pero ¿qué importa ahora? Tú eres feliz y eso es lo que importa.

Pero tú no lo eres, cariño.

No importa. Algún día lo seré.

Se acercó a mí, me abrazó y sentí ese calor que solo los brazos del hombre al que se ama te puede hacer sentir. Traté de saborearlo, porque probablemente sería la última vez que sentiría aquello al ser abrazada por Adrián. Luego nos separamos.

Tengo que irme  le dije  nos vemos luego.

Vale, hasta luego.

Salí de la cantina y empecé a andar, despacio, abatida, hacía ningún lugar. Tenía que hacerme a la idea que el corazón de Adrián siempre sería de otro.

martes, 11 de mayo de 2021

ARDIENDO EN SU INFERNO

Sus manos ardientes recorren mi cuerpo por encima del hábito. Sus labios calientes, besan mi boca y siento un calor enorme y un infernal deseo por él, es algo que no puedo comprender, pero que tampoco puedo evitar. Cuando mis manos empiezan a imitar a las suyas y acarician su cuerpo pienso que seguro es el diablo y me está llevando con él al infierno. Pero este camino ya no tiene retorno, sobre todo cuando su mano empieza a despojarme de mi vestimenta e instintivamente yo hago lo mismo.

Desnudos por fin, nuestras manos recorren la piel del otro. El calor del fuego que nos envuelve ha aumentado y ya no me importa que todo esto sea algo prohibido para mí, ya casi he olvidado que hace un año hice voto de castidad. Ahora solo me importan sus besos, sus caricias y calmar esta sed que tengo. Nuestros cuerpos se envuelven el uno en el otro, nuestras pieles se rozan, siento su sexo encendido pegado a mi entrepierna que se humedece a marchas forzadas. Mi respiración se acelera al compás de sus manos que ahora rozan mi sexo y hacen que me estremezca. Cierro los ojos y las sensaciones se intensifican, siento sus labios sobre mis senos desnudos, los lame, los chupetea, sorbe mis pezones y todo mi cuerpo tiembla. Debería ser castigada y arder en el fuego del infierno por este pecado, pero a pesar de saber que estoy cometiendo un pecado, dejo que sus manos me acaricien, que sus labios me besen, porque en este momento él es mi religión y sus besos me guían hacia el cielo.


Suena su música preferida en la cadena de música, y sus manos masajean mi piel al ritmo del infernal sonido de Kiss. Marc se sitúa detrás de mí, ahora su sexo erecto choca contra mi culo, se pega a mí y su falo roza mi sexo, luego lo guía erecto y altivo hacía mi húmeda cueva y suavemente me penetra. Sus labios recorren mi cuello, sus manos acarician mis senos y mi sexo, siento su dedo, indice masajeando mi clítoris y todo mi cuerpo estremeciéndose de placer. Gimo irremediablemente sintiéndole dentro de mí, cada vez más profundamente. Me dejó caer en cuatro sobre la cama, mientras él sujetándome por las caderas empuja una y otra vez, haciéndome sentir su falo entrando y saliendo de mi húmeda cueva. Gimo y me excito, quiero llegar al éxtasis, para mí ahora mismo no existe otro más que él. Mi hábito está en el suelo, tirado, mi cuerpo desnudo y siendo venerado por él, mi Dios. El Dios del mal, que me ha hecho caer en las brasas de la perdición, en el infierno de su cuerpo, en el fuego del averno.

Siento como se derrama en mí, como me llena con su veneno, pero me siento feliz y llena, yo también estallo en un maravilloso orgasmo que me eleva hasta su cielo salvador.

Agotados los dos del placer, caemos sobre la cama. Y entonces me susurra al oído:

 ¿Te ha gustado, verdad madre? No sé por qué llevas ese hábito si desde que nos conocimos has sido incapaz de mantener tu castidad a salvo.

Callo, no puedo decir nada, tiene razón. No sé como ha podido suceder, pero vine a este barrio para llevarme a chicos como él, drogadictos y traficantes a mi terreno, enseñarles que hay otro camino, y al final ha sido él quien me ha llevado a su terreno, quien me ha enseñado que otro mundo es posible, que mis creencias no son válidas y que hay otra manera de vivir la vida y disfrutar. Disfrutar del placer, del sexo, de él.

 Tú me has convertido en tu puta, eres un demonio  le recrimino, besándole en los labios. Desnuda y excitada. Me parece todo tan grotesco, pero no lo puedo remediar, desde la primera vez que le vi me sentí atraída y excitada.

Nos reímos los dos. El es mi perdición y yo... ¿Su salvación? 

miércoles, 5 de mayo de 2021

MERCADO DE MARIDOS - RESEÑA WATTPAD

Aquí vuelvo con otra reseña, esta vez sobre una historia romántica y muy original, se trata de MERCADO DE MARIDOS, una historia escrita por MarcePeralta. Además de esta historia la autora tienes otras más, y ya aviso que alguna es una continuación de esta. La sinopsis es la siguiente:

"¡Bienvenidas a la Feria de Apolo!

Aquí tenemos cientos de hombres para todos los gustos: rubios, pelirrojos, morenos, altos, pequeños, de ojos claros o del más intenso negro. ¡Usted escoja y estrene un marido nuevo!"

Esta es la triste realidad que le toca vivir a los hombres de la ciudad de Palas, donde dominan las mujeres: ser objetos de lujo dedicados a complacer. Ellos tienen la ardua tarea de ocuparse del hogar, de sus hijos y de tener a la patrona satisfecha.

Stephen es preso del sistema en el que le tocó nacer. Ya no sueña con una bella esposa, si no pasar su existencia lo más tranquilo posible. Hasta que conoce a Thea.

¿Podrá ella sacarlo del infierno en el que se convirtió su vida? ¿Será su cielo al final del camino?
MI OPINIÓN 
Es una historia muy original, la verdad, y además romántica, llena de amor, y de aventuras. Quizás eso es lo que más me ha gustado, ya que no dejan de pasar cosas en ningún capítulo, y eso hace que la historia sea entretenida y te den ganas de seguir leyendo para saber ¿qué pasará ahora?, algo que creo es muy bueno para atrapar al lector. 
Además es una historia bien escrita, cosa que siempre se agradece, ágil y fácil de leer. 
Todos los personajes están bien definidos y tienen un papel importante en la historia, cada uno en su papel. Son personajes, bien construidos, cada uno con una forma de ser, y con sus razones para hacer lo que hacen. Eso hace que la historia sea jugosa por decirlo de alguna manera. 
Sin duda es una historia que gusta de principio a fin y yo creo que eso es importante. 

Os invito a leerla.