lunes, 17 de mayo de 2021

AMORES QUE MATAN

 Sé que este amor me va a matar. Porque cada día me atrapa más, y cada día es más imposible, y lo peor de todo, es que jamás existirá la más mínima posibilidad de que se haga posible.

Conozco a Adrián desde siempre, nos hemos criado juntos, y juntos descubrimos el mundo. Siempre supe que le gustaban los hombres, pero eso no impidió que me enamorara de él. Supongo que el amor no tiene condiciones, no entiende de razones; que nuestro corazón es el que manda y dirige sus sentimientos hacía la persona menos adecuada a veces. Por eso, cada día a su lado, es como estar en el paraíso y a la vez es un infierno. Y lo peor de todo es que, por primera vez en su vida se ha enamorado locamente, y yo soy su confidente. Me habla de Néstor constantemente, me cuenta todo lo que hacen y mi corazón se muere de celos. Siento que quiero morir cuando me cuenta como fue su primer beso. O cuando se debate nervioso, porque lleva dos días sin llamarle.

Pero lo peor, lo que más me ha dolido, lo que de verdad me hace pensar en que este amor me va a matar, es lo que Adrián me contó ayer.

Habíamos quedado, como cada domingo, a las 12 del mediodía. En la Cantina que hay junto a mi casa. Como siempre, yo llegué primero; así que busqué una mesa vacía, pedí una coca-cola y me senté a esperarle. Cinco minutos más tarde apareció por la puerta. Me buscó con la mirada y se acercó a mí. Me dio un beso en cada mejilla y se sentó en la silla que había a mi derecha.

 ¡Buenos días!

¡Buenos días!  le contesté.  ¿Qué tal tu cita con Néstor?.

Bien, muy bien  me respondió él. Fantástico.

 

Y entonces empezó a contármelo. Su voz se tornó un cuchillo en mis oídos, que a cada palabra se clavaba un poco más en mi corazón. Tuve que oír como Néstor lo había llevado hasta su casa, y allí empezaron a besarse.

"Mis manos empezaron a recorrer el cuerpo de Néstor al igual que las de Néstor recorrían mi cuerpo", mientras me contaba como Néstor le había amado, su cuerpo se revolvía en la silla. La imagen empezó a formarse en mi imaginación. "Néstor me besó, y sus labios empezaron a descender por mi cuello, haciendo que me estremeciera". Mi cabeza daba vueltas. "Nervioso trataba de despojar a Néstor de su camiseta. Cuando lo logré, un torso perfecto apareció ante mis ojos, lo acaricié. Mientras Néstor me chupaba el cuello haciéndome gemir y estremecermeMi polla estaba más tiesa de lo que nunca había estado. Deseaba a aquel hombre más que nada en el mundo. Por eso busqué el cinturón y se lo desabroché, mientras Néstor me desabrochaba la camisa blanca que llevaba y al descubrir mi pecho lo besó con ternura. Fue tan tierno". Me dijo mirándome fijamente a los ojos. Yo quería morirme, pero él siguió contándome.

"Conseguí desabrocharle el pantalón a Néstor y metí la mano en busca del ansiado pene. Lo palpé por encima del eslip, estaba tieso y palpitaba de deseo. Metí la mano dentro del calzoncillo y lo cogí firmemente. Néstor se agitó excitado al sentir aquella caricia sobre su miembro viril. Y decidió buscar también mi erecto pene, desabrochándome el pantalón, mientras nos besábamos". Mi corazón se iba deshaciendo en mil pedazos mientras escuchaba aquellas palabras.

"Su mano tocó mi sexo y me estremecí sin remedio. Lo había deseado durante tanto tiempo, y por fin sucedía. Su mano cálida alrededor de mi sexo, creí que iba a correrme sin remedio, pero traté de mantener la calma. Mi mano masajeaba su sexo, y la suya el mío. Ambos empezamos a gemir, sus labios buscaron los míos, nos besamos". Me sentía cada vez más pequeña ante aquel hombre al que tanto amaba, pero en el fondo de mi corazón algo me decía que debía ser feliz, porque él era feliz.


"Néstor decidió quitarme los pantalones y los calzoncillos. Mi sexo salió disparado hacía él de su cálido refugio, le deseaba tanto y él lo sabía. Nos miramos fijamente a los ojos y nos besamos otra vez. Se arrodilló en el suelo frente a mí, y tirando de mis pantalones, me los quitó. Cogió mi sexo con sus manos, lo asió con firmeza, y acercó su boca a él. Yo me estremecí un segundo al sentir su aliento sobre mi sexo." 
Mi corazón empezó a sangrar herido, su voz me sonaba tan lejana, mientras mis ojos se nublaban escuchando su relato. "Cuando sentí sus labios alrededor de mi sexo, creí que iba a morir. El calor de su aliento sobre mi pene erecto, era una sensación tan maravillosa. Empezó a lamer mi sexo, cerré los ojos excitado, y me dejé llevar. Era tan feliz, soy tan feliz." Feliz, era feliz y yo me sentía tan infeliz, sentía que se alejaba de mí, con cada palabra, se alejaba un poco más de mí. Era como si alguien, Néstor, me lo estuviera arrancando del corazón. "Sentir su boca sobre mi pene, me daba tanto placer. Lo lamió, de arriba abajo y de abajo arriba, mientras masajeaba mis pelotas. Cada vez tenía más ganas de sentirle dentro de mí. Sentir sus abrazos, sus besos, su amor por mí." Amor, que bello sentimiento cuando es correspondido y que triste cuando no lo es. Qué fascinante sentimiento cuando se hace realidad y que deprimente cuando es imposible.

"Te deseo tanto, le dije, me miró con ternura a los ojos, y me hizo poner de rodillas sobre el suelo, con los brazos apoyados en el asiento del sofá. Estaba tan nervioso. Sentí su lengua sobre mi ano, paseándose lascivamente. Me estremecí de nuevo. No podía creer mi suerte, iba a hacer el amor con el hombre de mi vida." El hombre de su vida, y yo perdida en la inmensidad de esa desazón que me causaba saber que Adrián jamás sería el hombre de la mía. "Sus labios se deslizaron por mi espalda, hasta mi cuello. Noté su sexo erecto chocando con mi culo, y eso me puso a cien. Luego sentí como lo colocaba a la entrada de mi ano y lo restregaba suavemente, tratando de empaparlo de su saliva, hasta que empujó con suavidad y sentí como entraba la punta, poco a poco fue introduciéndolo en mí, despacio, con calma. Me sentía tan feliz." Y yo no dejaba de sentirme triste, esa felicidad que tanto deseaba darle, se la había dado otra persona y eso me quemaba el corazón.


Por un segundo odié a Néstor. Un nudo atenazaba mi garganta. "Cuando estuvo por fin, dentro de mí, empezó a moverse despacio, sus manos recorrieron mi cuerpo, buscó mi erecto sexo y empezó a masajearlo con sus manos. Me volvían loco sus caricias, sentirle dentro de mí, sentir su aliento en mi oído. No lo podía creer, pero estaba sucediendo, Néstor era mío y yo era suyo, éramos dos cuerpos ardiendo sin remedio en la hoguera del amor y la pasión. Quería sentirle por siempre dentro de mí, porque su amor me llenaba tanto." Traté de pensar en otra cosa mientras él decía aquello, porque sentía que en cualquier momento mi llanto iba a escapar de mis ojos. Mi amor por él se iba destruyendo con cada palabra que le dedicaba a Néstor. "Empecé a sentirme excitado, a estremecerme, a sentir el orgasmo cerca, cuando Néstor me susurró al oído: "te amo". Aquello desencadenó un fuerte estremecimiento en mi cuerpo y exploté en el más poderoso de todos los orgasmos, enseguida noté que también Néstor se convulsionaba y me llenaba con su caliente leche. Cuando ambos dejamos de convulsionarnos, él se apartó de mí. Me giré hacía él y le besé y abracé con fuerza: "te amo", le susurré al oído." Un par de lágrimas empezaron a surgir de mis ojos y Adrián me miró extrañado:

¿Qué te pasa?  me preguntó secando una de mis lágrimas con su dedo índice,

Nada, que es la historia de amor más hermosa que jamás haya oído. – le mentí, pero en realidad mi corazón se había hundido en el más oscuro de los infiernos.

¿De verdad?  me preguntó. Supongo que no había creído lo que le decía.

Sí, de verdad.

No me lo creo  dijo  a ti te pasa algo más.

Puede ser, pero ¿qué importa ahora? Tú eres feliz y eso es lo que importa.

Pero tú no lo eres, cariño.

No importa. Algún día lo seré.

Se acercó a mí, me abrazó y sentí ese calor que solo los brazos del hombre al que se ama te puede hacer sentir. Traté de saborearlo, porque probablemente sería la última vez que sentiría aquello al ser abrazada por Adrián. Luego nos separamos.

Tengo que irme  le dije  nos vemos luego.

Vale, hasta luego.

Salí de la cantina y empecé a andar, despacio, abatida, hacía ningún lugar. Tenía que hacerme a la idea que el corazón de Adrián siempre sería de otro.

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