miércoles, 2 de diciembre de 2020

EL HOMBRE DE MI VIDA 2

CAPITULO 2  

Salimos del baño de mujeres y después de despedirnos de nuestros amigos, salimos del local buscando el coche. De camino hacía él vuelvo a verle, el chico del beso está allí discutiendo con sus amigos, cuando sus ojos se cruzan con los míos otra vez, me pongo roja como un tomate. De repente, me siento avergonzada porque he estado follando con mi novio, mientras pensaba en él y parece que él haya leído mis pensamientos, porque su mirada desprende un halo de malicia y complicidad que hace que mi corazón bombee a cien por hora. Mario me arrastra casi, llevándome de la mano. Y en la carrera, veo que el chico se acerca a mí y disimuladamente, hace ver que hemos chocado. Lo que hace que suelte la mano de Mario y me quedé petrificada ante tal bellezón.

-          ¡Oh, lo siento! – musita el chico.

-          No pasa nada – le digo sin atreverme a mirarle a los ojos.

-          Vamos, nena – me dice Mario cogiendo de nuevo la mano y tirando para que sigamos nuestro camino.

Llegamos al coche sin que haya dejado de mirar los claros ojos azules del chico, sintiendo como se clavan en mi y deseando volver a verlos pronto, pero...

Oigo el pitido del coche de Mario abriéndose y tras abrir la puerta, entro en el coche. Miro hacía atrás una última vez para ver sus ojos azules, me guiña un ojo y suspiro con la esperanza de volver a verlo.

Mario conduce por las calles y cuando nos detenemos en el primer semáforo acaricia mi rodilla desnuda y me dice:

-          Si no te viene el periodo me lo dices ¿vale?

-          Sí – le respondo medio embrujada aún por los ojos de mi ladrón de besos – pero no te preocupes – le digo volviendo en mí.

Llegamos a mi casa y bajamos del coche, Mario me acompaña hasta el portal. Me abraza y me besa.

-          Buenas noches, preciosa.

-          Buenas noches.

Vuelve a besarme y luego veo como se aleja hacia el coche. Busco mis llaves en el bolso volviéndome hacía la puerta y cuando por fin las tengo, oigo una voz tras de mí que me dice:

- Tu novio te ha follado bien follada, ¿verdad? – Y tras eso siento una mano que me tapa la boca, el pánico me sacude por completo. 

-         Tranquila, no voy a hacerte daño – me dice la voz – solo voy a follarte como he deseado desde que te he besado en esa discoteca.

Me tranquilizo al saber que es mi ladrón de besos. Intento girarme hacía él pero me dice:

-         No, no te des la vuelta. No quiero que me veas, no aún. Vamos abre la puerta. Dentro estaremos mejor.


Obedezco abriendo la puerta y entramos. Me empuja hacía la pared, sin dejar que me gire hacía él, me pone un pañuelo en los ojos y me susurra:

-         Quiero que lo sientas como nunca lo has sentido, que tengas el mejor orgasmo de tu vida.

Suspiro y siento como me baja las braguitas, las deja en mis pies, y siento su mano adentrándose entre mis nalgas, un par de dedos se cuelan en mi vagina y gimo. Los saca y dice:

-         ¡Uhmm, delicioso semen el de tu novio! Ahora será el mío el que te llene.

Gimo de nuevo, excitada, ardiendo, empujo mi culo hacía él, le deseo tanto. Sus palabras me enervan.

-         ¡Uhm vaya, vaya, así que tenemos aquí a una putita, ansiosa por su ración de polla! – gime poniéndose en pie y llevando su verga hasta mis labios vaginales.

La restriega por ellos y gimo, ansiosa, quiero que me penetre ya. Pero él aparta su verga.

-         ¡No, no, no putita, seré yo quien decida cuando te la meto!

-         ¡Oh, por favor! – suplico, casi lloriqueando por el deseo que siento.

-         No vas a conseguir nada suplicándome. Yo soy quien decide cuando y como.

Gimo de nuevo sintiendo sus dedos acariciando mi clítoris. Siento mis labios palpitando. Luego los labios de mi amante vuelven a besarme furiosa y descaradamente, me muerde los labios, busca mi lengua, mientras sus dedos trazan círculos sobre mi clítoris y mis piernas tiemblan, si sigue así, me caeré de rodillas al suelo. Aparta sus dedos de mí clítoris y los lleva a mi vagina, los introduce dentro y gimo de nuevo, no puedo más, necesito tenerle dentro de mí, ya. Gimo más fuerte aún y él me tapa la boca para que no se alarmen los vecinos. Siento su glande a la entrada de mi vagina.

-         ¡Ahora te voy a follar, y voy a llenarte con mi leche! – Me dice autoritario.

Quiero suplicarle que no lo haga, que estoy en mi periodo fértil y que no tomo la píldora, pero puesto que me tapa la boca con sus manos no me deja. Siento como me penetra con fuerza, salvajemente. Como hunde su verga en mi hasta el fondo y grito, aunque su mano sigue tapando mi boca. Empieza a moverse, fuerte, rápido, veloz, haciéndome enloquecer de placer que se incrementa en mí una y otra vez, y otra, volviéndome loca y haciéndome explotar en un maravilloso orgasmo al mismo tiempo que también él explota. Me abraza con fuerza y me quita la venda de los ojos. Cuando veo sus ojos le sonrío, me besa, y se aparta de mí. Se viste con prisa, mientras yo aún estoy medio conmocionada por la experiencia. Las piernas me tiemblan y casi no puedo sostenerme en pie, realmente ha sido el mejor orgasmo de mi vida y su forma de tratarme tan rudamente me ha puesto a mil en pocos segundos.


Veo que se acerca a la puerta y antes de que la abra le pregunto:

-         Espera, ¿volveremos a vernos? ¿Cómo te llamas?

-         Oscar, me llamo Oscar, y no te preocupes, tarde o temprano tendrás noticias mías. Hasta pronto preciosa.

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