jueves, 24 de diciembre de 2020

LLAMAME SEÑOR . CAPITULO 3

 DENTRO DE TI

- ¿Qué tal fue la noche con Nico? - Me preguntó Lidia, que se presentó en mi casa a media mañana del domingo con una caja de helado.

- Bien. ¿Y vosotras, como terminásteis la noche?

- Bien, pero dime, ¿Qué pasó, que hicisteis, tú y tu guapo jefe?

- Pues ya sabes, follar.

- Ya pero vamos, Carol, se supone que es tu Amo ¿no? Explícame los detalles venga, tengo curiosidad por saber como es eso del BDSM.

- Bueno, fuimos a un local BDSM, y lo hicimos en una habitación, me ató a un caballete y me folló.

- ¿De verdad? - Exclamó Lidia sorprendida.

- Sí, fué muy excitante.

- Y ¿ha cortado con la pija de su novia?

- Pues no lo sé, no he podido preguntárselo, pero supongo que si no lo ha hecho, en algún momento lo hará - le dije para evitar de nuevo su sermón.

- Sí, imagino - afirmó Lidia.

Repentinamente sonó el timbre del interfono de la calle.

- ¿Esperas a alguien? - Preguntó Lidia.

- No, la verdad es que no. Será el cartero.

- Venga ya, si es sábado - exclamó Lidia.

Ambas nos dirigimos a la puerta y descolgué el interfono.

- ¿Si?

- Carol, soy Nico, ábreme.

- ¿Nico? - Susurró Lidia.

Le abrí la puerta y colgué el interfono.

- Tienes que irte - le dije a Lidia.

- Pues claro, no voy a quedarme de mirona, pero después tienes que contarme todos los detalles.

- Por supuesto.

Lidia recogió su bolso y justo cuando se dirigía a la puerta sonó el timbre. Abrí la puerta y Lidia, pasando entre Nico y yo dijo:

- Yo ya me iba. Nos vemos cielo. Por cierto, guarda el helado en el congelador o se deshará, otro día lo tomamos juntas.

- Sí, hasta pronto.

Nos dimos un par de besos, e hice pasar a Nico.

- Hola, ¿Que quieres?  - Le pregunté.

- ¿Qué crees que quiero? - Me respondió preguntando él, en un tono serio casi enfadado. Como siempre parecía enfadado.

- Pensé que anoche...

- Anoche no tuve suficiente, por eso he venido, eres como una droga para mí.

Me gustó que me dijera aquello, y no pude evitar que una sonrisa de felicidad se dibujara en mi cara.  

- Desnúdate - me ordenó entonces, de nuevo en un tono firme y serio.

Obedecí, quitándome la poca ropa que llevaba despacio.

- Vamos, no tengo todo el día - replicó Nico nervioso.


Cuando por fin estuve completamente desnuda, Nico empezó a andar a mi alrededor, observándome. Yo también le observaba a él expectante, nerviosa. Y tras unos minutos me dijo:

- Quiero que te depiles el coño. No quiero ni un solo pelo ahí.

- Si, Señor - le respondí.

- Las manos a la espalda, por favor - me ordenó.

Obedecí poniendo mis manos en la espalda, y entonces, él se quitó la corbata que llevaba y me ató las manos con ella.

- Abre la piernas - de nuevo obedecí.

Sentí sus dedos acariciando mi sexo y no tardé en empezar a gemir al sentir la suave caricia. Metió una de sus dedos y lo movió dentro y fuera un rato, haciéndome estremecer y gemir.

- ¿Te gusta esto? - Me pregunto.

Y un lacónico:

- Síii - salió de mi garganta.

Claro que me gustaba, me volvía loca y hacía que quisiera más. Oí la cremallera de su pantalón, ese sonido se estaba convirtiendo para mí en un sonido maravilloso.  Sentí que se ponía tras de mi y sujetándome por la cintura, guió su sexo hasta el mío y de un solo empujón me penetró. Gemí, casi grité al sentirle dentro de mí. Se abrazó a mí y me susurró al oído:

- Me encanta estar dentro de tí - y por un segundo, su voz se volvió dulce, calmada. Todo él pareció calmarse.

Se quedó inmóvil durante un rato, como si estuviera saboreando aquel momento, como sino quisiera que terminara nunca y luego empezó a moverse despacio, dentro y fuera, dentro y fuera. Luego fue aumentando el ritmo hasta que sus embestidas fueron tan rápidas y fuertes que alcancé el éxtasis y poco después él también lo alcanzó. Y vencidos nos dejamos caer sobre el sofá. Ambos estábamos exhaustos. Descansamos un rato, en el que Nico fué muy cariñoso y atento conmigo. Parecía otro hombre. Esa era una de las cosas que más me sorprendía de él, que en la oficina, o cuando llegaba parecía un hombre frío, sin sentimientos y cuando terminábamos parecía el hombre más cariñoso del mundo. Era como la noche y el día, como si fuera dos hombres distintos.

- Tengo que irme - dijo al cabo de un rato.

- ¿Ya?

- Sí, tengo cosas que hacer.

Empezó a vestirse mientras yo me quedaba en el sofá. Estaba cansada.

- ¿Cuándo volveremos a...?

- No lo sé, pero te llamaré.

- Ya, vale.

Me miró como diciéndome que no teníamos otra opción. Luego se acercó a mí y me dió un dulce y corto beso en los labios para despedirse y se fué.

Me quedé allí en el sofá, un poco triste. Porque me sentía como un juguete en sus manos. Un juguete que usaba sólo cuando le apetecía jugar.


No volvió a llamarme en todo el fin de semana y cuando nos vimos en el trabajo el lunes, de nuevo, todo fue como si no hubiera pasado absolutamente nada entre nosotros. Me sorprendía el auto-control que tenía, su facilidad por pasar de mi después de aquel fin de semana. A mí me costaba controlar, tratar de no mirarlo, de no decirle que me había encantado estar con él aquel fin de semana. En cambio él, se mostraba tan frío que me preguntaba si de verdad sentía algo por mí por poco que fuera o sólo me estaba utilizando.

- Hola nena - me respondió Lidia, le llamaba porque necesitaba hablar con alguien de él y de su manera de comportarse conmigo.

- Hola, ¿cómo va?

- Eso me gustaría saber a mí, ¿cómo te va? Porque eso de que me llames tú...

- Bueno, es que Nico, no sé, me tiene loca y muy desorientada - le expliqué a mi amiga.

- Ya me parecía que era él la fuente de tus problemas y el motivo de tu llamada.

- Ya soy como un libro abierto ¿no?

- No, pero es la primera vez que te veo así por un tio.

- ¿Así como, que quieres decir?  - le pregunté.

- Pues no sé, pero yo creo que estás enamorada de él y él te trata como si fueras un juguete y eso no te gusta ¿verdad?

- Sí, que bien me conoces.

- Por eso somos amigas, y porque te quiero. Mira, quizás deberías dejarlo. Todo esto no te llevará a buen puerto, así que déjalo - me aconsejó mi amiga.

- Bueno, no sé, quizás si se lo pido, deja a su novia.

- Bueno, por intentarlo no pierdes nada.

- Ya. Hablaré con él - le dije dando por terminada la conversación.

 

 

El Martes pasó sin ninguna novedad, intenté encontrar algún momento para hablar con Nico, pero no pude. Y el miércoles otro tanto de lo mismo, no puede encontrar un solo momento para hablar con él. Pero aquella noche, justo cuando terminé de cenar y cuando no me lo esperaba me llamó.

- Hola princesa - era la primera vez que me dedicaba unas palabras cariñosas.

- Hola.

- ¿Estas sola? - Me preguntó.

- Sí, claro. ¿Por qué?

Y justo en ese momento sonó el timbre.

- Espera llaman a la puerta - le dije.

Me acerqué a la puerta y era él.

Entró y cerró la puerta tras de sí, agarrándome por la cintura y dándome un beso largo y apasionado.

- ¿Qué haces aquí? - Le pregunté cuando rompió el beso.

- Tenía ganas de verte - dijo simplemente, y seguidamente añadió: - Desnúdate.

Obedecí como siempre, desnudándome. Me llevó entonces hasta el sofá, y doblándome sobre el respaldo de este, empezó a acariciar mi culo. Me retorcí empezando a excitarme. Y entonces, ¡zas! lanzó una palmada sobre mi culo. Me quejé y mi instinto me llevó a que mi mano se deslizara hasta mi culo, pero inmediatamente, Nico la cogió, junto con la otra, y me las ató por encima de mi cabeza con su cinturón. Volvió a pegarme, y todo mi cuerpo se estremeció. Le sentía detrás de mí, sus piernas pegadas a las mías, empujé hacía él y pude sentir su sexo hinchado chocar contra mi culo.

- Nico, por favor, fóllame - le supliqué.

- ¡Uhm, mi putita quiere que la folle, ¿eh?! - Musitó.

- Sí.

Oí como se bajaba la cremallera del pantalón, un sonido ya muy familiar para mí,  y enseguida sentí el glande en la entrada de mi vagina. Empujé, pero él se apartó advirtiéndome.

- ¡Shu, yo decido cuando!

-¡Oh, por favor! - volví a suplicarle. Estaba ardiendo, sedienta de sexo, sedienta de él.


Acarició mi sexo y cuando menos lo esperaba, me penetró. Luego empezó a moverse, dentro y fuera, dentro y fuera. Me cogió del pelo, tirando de él, y empujando con más fuerza aún, por lo que no tardé en correrme, y seguidamente fué él quien se corrió. Tras eso, me desató, y nos acostamos en el sofá el uno junto al otro y descansamos un rato. Hasta que de repente y como siempre, Nico miró el reloj y dijo:

-Tengo que irme.

- ¿Ya? ¿Tan pronto? - Le pregunté.

- Sí, he quedado con Vicky para salir con unos amigos.

- Oye, ya sé que quizás no sea el momento pero... ¿Vas a dejarla? - Le pregunté.

- ¿Qué? No, ¿Para que?

- Porque tu y yo...

- Tú y yo, solo follamos cuando nos apetece, nada más - dijo él como si yo sólo fuera un juguete para él.

- Mejor dí, cuando te apetece a tí, porque eso es lo que haces, me llamas, quedamos y me follas o apareces por aquí de manera inesperada. Después te largas, a veces, tan enfadado como viniste, haciéndome sentir que sólo soy un juguete para tí, tu puta, nada más.

- Pues esto es lo que querías, ¿No? Sino te gusta lo dejamos y se acabó, pero sabías desde el principio que una puta es lo que ibas a ser, mi puta, nada más.

Me dolió que me dijera eso. ¿De verdad era yo eso para él? ¿Alguien con quien follar cuando le apetecía y ya está? ¿Una puta? ¿Su puta?

-  Y tienes razón, no es el momento de hablar de esto. Nos vemos - se despidió saliendo de mi casa y dejándome allí sola.

Me quedé allí quieta, pensativa. Hasta aquel momento no me habían importado demasiado los hombres con los que me enrollaba, pero él... él era diferente, por él... empezaba a sentir algo, algo que no había sentido nunca antes.

 

Puedes leer el capitulo anterior aquí:  https://relatoserotikakarenc.blogspot.com/2020/12/llamame-senor-capitulo-2.html

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