jueves, 27 de noviembre de 2025

NOCHE DE PASIÓN- RELATO ERÓTICO.

 

CAPÍTULO 1 Noche de pasión


Frente a mí tenía una de las obras más maravillosas y esplendidas que había visto en mucho tiempo. Una escena BDSM llena de realismo: la mujer de rodillas en el suelo, desnuda, mirando a su Amo, que de pie la observaba también, con deseo y emoción. No podía dejar de mirarla, incluso me hacía sentir parte del cuadro, me hacía sentir que yo era esa sumisa arrodillada a los pies de su Amo.

Una voz grave, con un deje musical, me sacó de mi ensimismamiento.

Percibo que esta pieza le habla de una manera especial.

Me giré, ligeramente sobresaltada, y me encontré con los ojos oscuros y más penetrantes que nunca antes hubiera visto. Su presencia llenaba el espacio a nuestro alrededor con una intensidad silenciosa.

Es impactante — logré articular finalmente, sintiendo un ligero rubor en mis mejillas — La crudeza, la vulnerabilidad… y al mismo tiempo, una extraña fuerza.

El atractivo joven asintió con los ojos fijos en la pintura, como si estuviera reviviendo el momento en que la creo.

Busco la verdad en la piel, en la entrega. La sumisión no siempre es debilidad, ¿sabe? A veces es la forma más poderosa de rendirse a un deseo, de confiar plenamente.

Sus palabras resonaron de una manera inesperada, tocando fibras dormidas en mi interior. La forma en que hablaba del arte plasmado en aquella obra, era apasionada y visceral.

Nunca lo había visto de esa manera — volviendo mi mirada hacía la pintura con una nueva perspectiva — Siempre lo había asociado con… la dominación.

Una leve sonrisa curvó sus labios, haciéndolo aún más atractivo.

La dominación sin consentimiento es tiranía. Pero cuando hay un acuerdo, una danza de poder consentida… ahí reside una intimidad profunda, una conexión que trasciende lo físico.

Se giró hacia mí, mirándome profundamente y haciéndome sentir que centraba toda su atención en mí.

Usted… ¿Qué ve en la mirada de ella?

La pregunta me tomó por sorpresa, haciéndome dudar un segundo, mientras su mirada se intensificaba sobre mí, tratando de descubrirme. Mi corazón se saltó un latido y finalmente pude responderle:

Veo… anhelo. Veo entrega total, pero también veo una especie de desafío silencioso. Como si en su sumisión encontrara su propia fuerza.

Su intensa mirada hizo que, de nuevo, me pusiera nerviosa y mi corazón se acelerara.

Ha comprendido la esencia, pocas personas lo hacen.

Un breve silencio se extendió entre ambos, cargado de una tensión apenas contenida. Sentí una conexión extraña, casi palpable, con ese hombre que acababa de conocer. Su forma de ver el arte, la vida, parecía resonar con algo profundo en mi interior, algo que mi vida cotidiana y mi matrimonio habían mantenido dormido.

Soy Luca — dijo extendiendo su mano hacia mí — Luca Rossi.

Se la estreché sintiendo el calor de su piel en la mía, y una corriente eléctrica que parecía atravesarme.

Elizabeth — respondí, sin saber que más decirle, me tenía embrujada bajo su hechizo.

Sus ojos no dejaban de mirarme, lo hacía intensamente, como si quisiera escrutarme, adivinar que estaba pensando.

Elizabeth — repitió, saboreando mi nombre como si fuera una palabra nueva para él. Su acento italiano añadió una calidez sensual a la pronunciación — Un nombre hermoso.

Gracias — dije apartando mi mano suavemente de la suya. Me había puesto nerviosa, muy nerviosa, porque en cada mirada, en sus palabras, parecía que quisiera desnudarme allí mismo y hacerme participe que la escena que él había dibujado en el cuadro. — Debería irme — añadí para deshacerme de él — mi amiga me estará buscando.

No lo dudo, pero ¿de verdad quieres irte? ¿No querrías probar un poco de lo que has visto en el cuadro?

Todo mi cuerpo se estremeció, parecía como si estuviera adivinando lo que deseaba, porque sí, claro que quería probarlo, pero con él y no debía, yo… era una mujer casada y con hijos, no podía permitirme un desliz.

Nooo — dije titubeando.

Me di medía vuelta y traté de salir de aquella sala, pero él, detrás de mí, logró detenerme:

¿De verdad? — Su voz era un susurró grave en mi oído.

Me giré hacía él, sus ojos me miraban con deseo. Y yo, sentía que quería más, claro que quería, pero mi matrimonio, mis hijos, mi vida. Y entonces, él acercó sus labios a los míos y me robó un beso, un beso que quemó mi piel, mi matrimonio y todo lo que me impedía responder aquel beso. Y lo hice, yo también le besé, correspondí su beso, abrazándolo, acercando mi cuerpo al suyo, haciéndole sentir el calor que me quemaba y sintiendo como su cuerpo se estremecía y ardía por mí.

Cuando rompió el besó, me tomó de la mano y diciendo:

Ven, vamos — Tiró de mí.

¿Dónde vamos? — le pregunté en un último intento por recobrar la cordura.

A un lugar donde pueda hacerte sentir lo que has descubierto en esa pintura.

Espera, tengo que avisar a mi amiga.

Me acerqué a Clara que vi que charlaba con un atractivo hombre y le dije que no pasaría la noche en el hotel, que no me esperara, que nos veríamos por la mañana. Como buena amiga que era, no dijo nada, solo que me divirtiera. Volví a donde estaba Luca y le dije:

Ahora sí, vamos.

Me cogió de la mano nuevamente:

Vamos.

Mi corazón empezó a latir entonces tan fuerte, que podía sentir sus latidos en mi sien. ¿De verdad iba a hacer lo que iba a hacer?

Sí, iba a hacerlo. Dejé que Luca me llevara donde él quisiera, que fue a su casa, a su estudio que estaba a sólo un par de calles de la galería. Cuando subimos por las escaleras del viejo edificio, parecíamos dos adolescentes antes de su primera vez. Llegamos al ático, un pequeño piso, donde todo estaba en una sola habitación, cocina, comedor y dormitorio. Sólo el baño estaba separado en otra habitación.

La luz tenue que se filtraba por las ventanas del ático, dibujaba sombras alargadas, creando una atmósfera íntima. Luca cerró la puerta con llave, y encendió la luz. El aire olía a óleo y madera. Apoyado en un caballete había un cuadro, junto a una mesa alta donde estaban las pinturas y los pinceles. ¿Qué estaba haciendo yo allí? Me pregunté, pero Luca no dejó que me lo preguntara por mucho tiempo. Se acercó a mí tomándome por la cintura y besándome nuevamente.

No creas que hago esto con todas, no sé qué me ha pasado, pero tú… eres única — me dijo.

Un jadeo escapó de mí garganta.

¿Quieres ser mi sumisa esta noche? — me preguntó antes de empezar a desnudarme.

Yo dudé unos segundos, pero cuando sus ojos volvieron a cruzarse con los míosi, sólo pude responder:

Sí, sí quiero.

Una sonrisa, la primera sonrisa completa que le veía, iluminó su rostro, haciéndolo aún más atractivo. Había una mezcla de triunfo y ternura inesperada en ella.

Pues desnúdate para mí — me ordenó mientras se separaba de mí, dejándome en el centro de la habitación.

Sentí un calor abrasador apoderarse de mí, subir hasta mis mejillas. Nunca nadie me había hablado así, nunca antes me había sentido tan expuesta y tan intensamente observada. Era una sensación nueva, pero era algo que me gustaba, que me hacía sentir segura.

Mis manos temblaban mientras se dirigían los botones de mi blusa que desabroché despacio. La tela cayó al suelo y seguí con la falda, mientras Luca no dejaba de observarme con deseo en sus ojos. Me quité también la ropa interior y cuando estuve totalmente desnuda, él se acercó a mí.

Ahora arrodíllate.

Obedecí, arrodillándome frente a él. Elevé mi mirada hacía él y esperé su siguiente orden:

Desnúdate.

Llevé mis manos hacía el cinturón que ataba sus pantalones y lo desabroché, después desabroché el botón y la cremallera, empujé los pantalones hacía abajo, junto al clip y un sexo, largo, erecto, y ansioso de poseerme apareció ante mis ojos.

Chúpame la.

Tragué saliva, la tomé con una mano y acerqué mi boca, abriéndola para recibir su polla, que introduje. Cerré mis labios a su alrededor y empecé a chuparla, a saborearla, recordando que aquella era la primera vez en muchos años que hacía aquello. Ya que en los últimos dos años no había tenido sexo con mi marido, y desde que habíamos tenido a nuestro primer hijo, lo habíamos hecho en la típica postura del misionero.

Sentí como Luca enredaba sus manos en mi pelo y empujaba mi cabeza de modo que su polla entraba más en mi boca. Me pareció un gesto de posesión además de pasión, y de nuevo, sentí aquella conexión que nos unía.

¡Oh, Dios! — gimió excitado.

Yo también me sentía excitada, mi sexo se humedecía cada vez más y más. Le deseaba cada vez más. Saqué su polla de mi boca y musité:

Hazme tuya, Señor.

Luca me tomó en brazos, y me llevó hacía el improvisado dormitorio al fondo de la habitación, donde una cama deshecha esperaba. Me depositó sobre ella, y se echó sobre mí, primero se acercó a la mesita de noche y sacó un preservativo del cajón, enfundándose lo con prisa. Luego se puso sobre mí susurrando:

¿Estás lista?

Afirmé con la cabeza, dejándole espacio entre mis piernas para que se acomodara. Él tomó mis manos y las elevó sobre mi cabeza, atándomelas con lo que parecía un pañuelo a los barrotes del cabecero. Yo forcejeé un poco, pero cuando situó su sexo erecto frente a mi húmeda vagina, me quedé quieta, mirándole a los ojos. Sentí como empujaba y como su glande entraba en mí, después empujó un poco más haciendo que su sexo entrara por completo en mí. Gemí, él también gimió, y posando su mano en mi cadera, empezó un viaje de deseo y placer, sus ojos clavados en los míos, los míos fijos en los suyos, mientras nuestros cuerpos bailaban la dulce danza del amor, una batalla en la que ambos buscábamos el premio final, el deseado orgasmo, que sentí como nacía desde mi centro y se extendía poco a poco hasta alcanzarme justo en el mismo instante en que también él lo alcanzaba. Fue el mejor orgasmo que había tenido nunca antes, un orgasmo liberador incluso a pesar de haber estado atada.

Cuando nuestros cuerpos se tranquilizaron, nos quedamos unos segundos abrazados el uno sobre el otro sintiendo nuestras respiraciones calmándose poco a poco, hasta que finalmente me desató y acurrucados el uno junto al otro nos quedamos dormidos.

El sonido del insistente timbre nos despertó. Luca miró el reloj que tenía sobre la mesita y exclamó:

¡Maldita sea! Vístete, vamos — me urgió, incorporándose de golpe y buscando a tientas su ropa esparcida por el suelo.

¿Qué pasa? ¿Quién es? — le pregunté, saltando de la cama, buscando también mi ropa que se había quedado en el centro de la habitación, donde me había despojado de ella la noche anterior.

Mi novia.

¿Tienes novia? — le pregunté sorprendida — Creí que… si hubiera sabido que la tenías, no...

¡Luca! — lo llamó ella desde fuera, y entonces oímos la llave que giraba en la cerradura.

La puerta se abrió, yo todavía estaba medio desnuda, y Luca me miraba como si no supiera que decir.

La novia, una chica rubia, bajita y muy mona, abrió los ojos en señal de sorpresa y dijo:

Luca, ¿qué es esto? ¿Qué hace aquí esta “mujer”? — lo dijo de un modo despectivo.

Así que terminé de ponerme la blusa, cogí mi bolso y salí de aquel piso, dejando atrás aquella maravillosa noche de pasión.

martes, 25 de noviembre de 2025

El Fuego en el Lienzo: La Psicología Oscura de las 3 Decisiones que Definen EL COLOR DE LA TENTACIÓN

¡Han pasado unos días mágicos desde el lanzamiento de EL COLOR DE LA TENTACIÓN! Estoy inmensamente agradecida por la cálida bienvenida que habéis dado a la historia de Elizabeth y Luca Rossi.


He notado que hay un punto que os ha atrapado a todos: la constante tensión moral y emocional de Eli. Su vida no se rompe por un error, sino por una serie de decisiones imposibles. Esta novela no es solo sobre pasión; es sobre el alto costo de elegir la autenticidad sobre la seguridad.

Para aquellos que ya leísteis la novela (y para quienes aún están a punto de sumergirse), analicemos las tres encrucijadas psicológicas que definen esta intensa historia:

1. La Falsa Seguridad del Deber (El Matrimonio)

Elizabeth comienza en un puerto seguro. Su matrimonio no es apasionado, pero es funcional, respetable y predecible. Esta primera decisión es la más sutil: la elección de mantener una fachada que satisface a todos... menos a ella misma.

La Tentación: Luca Rossi no es solo un hombre, es el espejo que le muestra la vida que está desperdiciando. Representa la vitalidad y la pasión que ella ha reprimido. Cruzar la línea en la "Noche de Pasión" no es solo una infidelidad, es un grito desesperado por la libertad emocional. El riesgo de perder la comodidad es el precio de empezar a vivir de verdad.

  • El Dilema: ¿Se es más valiente defendiendo el deber o persiguiendo la pasión?

2. La Adicción al Secreto (Capítulos "Secretos" y "Conexión")

Una vez que la primera línea se cruza, la verdadera tensión psicológica comienza. Elizabeth elige no confesar, optando por una doble vida que se siente como una droga. La adrenalina de los "Secretos" de Luca y ella es el combustible de su romance.

La Escalada: El peligro no radica en el acto de amar, sino en el arte de la mentira. Cada excusa, cada encuentro clandestino, hace que la apuesta sea más alta. La casa, que se supone es su santuario matrimonial, se convierte en la prisión donde esconde la verdad. Este capítulo es la prueba de fuego de que el silencio, a menudo, es una traición más profunda que el acto inicial. La mentira genera la conexión, pero también es lo que amenaza con destruirlo todo.

  • El Dilema: ¿Se puede construir una conexión genuina sobre una fundación de mentiras?

3. Pintar el Destino (La Exposición y El Final)




El arte es el corazón de esta novela, y es la metáfora de la vida de Elizabeth. Luca la llama "Musa" y le enseña a "Pintar" su vida, no a vivir la obra de otros.

El Desenlace: Cuando la pasión y los secretos llegan a la "Exposición" —donde el arte de Luca se hace público—, el conflicto de Eli se vuelve público. La decisión final ya no es sobre a quién amar, sino sobre quién quiere ser. ¿Se retracta, vuelve a la seguridad y repara la fachada? ¿O acepta el caos, el riesgo y el amor que la ha transformado?

Como lectores, el final nos obliga a juzgar: ¿Fue la relación un acto de egoísmo o la única forma de que Clara encontrara su verdadera obra maestra?


🔥 TE INVITO AL DEBATE 🔥

Si ya leíste la novela, ¿qué porcentaje de la culpa tiene Luca Rossi en las decisiones de Eli? ¡Déjame tu opinión en los comentarios!

Y si todavía no has leido la novela, recuerda que puedes hacerlo GRATIS si tienes Kindle Unlimited. Puedes hacerlo a través de este enlace: 

https://www.amazon.es/dp/B0G3634HXW

viernes, 21 de noviembre de 2025

¡HOY! EL COLOR DE LA TENTACIÓN Llega para Quemar tus Reglas

 Viernes 21 de noviembre. La espera ha terminado.

¡Amigos y lectores! El día que hemos marcado en el calendario —y que hemos esperado una semana extra—, finalmente ha llegado. Con inmensa emoción y pasión, anuncio que EL COLOR DE LA TENTACIÓN YA ESTÁ DISPONIBLE para su descarga en Amazon.

Gracias por la paciencia y por el entusiasmo que habéis demostrado. El tiempo extra se ha invertido en pulir cada detalle para asegurar que la historia de Elizabet y Luca Rossi sea todo lo que esperáis y más: intensa, peligrosa e inolvidable.

El Encuentro Prohibido que te Hará Cuestionarlo Todo

Luca Rossi te espera.

Él es el artista que ve el color donde otros solo ven el deber. Eli es la mujer atrapada en la jaula de oro de un matrimonio perfecto.

Cuando el lienzo de Luca se cruza con la vida de Elizabeth, el juego de la seducción empieza, y las reglas que parecían inquebrantables se convierten en polvo.

¿Qué es más fuerte: la promesa que hiciste o el deseo que te consume? Hoy es el día en que lo descubrirás.



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EL COLOR DE LA TENTACIÓN


Tu Apoyo, Nuestro Éxito (Una Pequeña Petición)

Como autora, cada reseña es una victoria. Las ventas del primer día son cruciales para el algoritmo, pero las reseñas y valoraciones de 5 estrellas son el motor que mantiene viva la novela.

Si disfrutas de la intensidad del viaje de Elizabeth, te ruego que te tomes un momento para dejar una opinión en Amazon. ¡Es el mejor regalo que me puedes hacer!

Ahora, no hay nada más que decir. Busca tu Kindle, prepárate una bebida y sumérgete en el arte del deseo.

¡Feliz lectura!

Un abrazo enorme,

Erotika Karenc

martes, 11 de noviembre de 2025

LUCA ROSSI: MAS QUE UN ARTISTA, EL COLOR DE LA OBSESIÓN Y EL PELIGRO.

 ¡Faltan 72 horas! Prepárate para quemarte en la pasión de Luca.

El pasado sábado hablamos sobre la línea delgada entre el Deseo y el Deber en EL COLOR DE LA TENTACIÓN. Hoy, es momento de nombrar al hombre que borra esa línea con cada pincelada: Luca Rossi.

Luca no es solo un artista. Es un huracán que irrumpe en la vida perfecta de Elizabeth. Él no ve un anillo de matrimonio, no ve un compromiso social, solo ve a la mujer que ha nacido para ser su Musa. Y cuando Luca Rossi te ve, no puedes esconderte.

¿Cómo es el hombre que lo arriesga todo?

El magnetismo de Luca reside en su autenticidad indomable. Mientras el mundo de Eli está lleno de reglas y tonos pastel, Luca vive en el dramatismo del claroscuro.

Intenso y Sin Filtros: Lo que siente, lo pinta. Lo que quiere, lo persigue. Su arte es tan crudo y sensual como su deseo por Elizabeth.

Manos de Artista, Alma de Tentador: Sus manos, acostumbradas a crear belleza y caos en el lienzo, son también el instrumento de la pasión que la protagonista no puede ignorar.

Él no solo quiere un romance; quiere la obsesión total. Y ese es el verdadero peligro.

El Secreto al Descubierto

Para calentar estos últimos días antes del lanzamiento, aquí tenéis un pequeño fragmento de la tensión que se vive:

"Mientras, mis manos ya inquietas trataban de desabrochar el botón y la cremallera de sus pantalones.

— No, quieta — dijo con una firmeza inesperada, deteniendo mis movimientos con una mano sobre la mía — las manos a la espalda. Soy yo quien dice qué y cuándo lo hacemos. 

Sonreí, entendiendo su juego al instante, la chispa de dominación que había vislumbrado en sus obras, encendiéndose también en nuestra intimidad.

— Sí, señor — susurré, en respuesta, una sumisión voluntaria que intensificó la excitación que nos embargaba.

Y entonces fue él quien, con una parsimonia deliberada, desabrochó los ajustados pantalones tejanos que llevaba. Por primera vez en muchos años, lamenté mi elección de vestuario; debería haberme puesto algo más fácil de quitar, algo que no obstaculizara el deseo que nos consumía.”

¡La Espera Termina este viernes! ¡Tu Apoyo es Crucial Ahora!

Solo quedan tres días para que EL COLOR DE LA TENTACIÓN esté en tus manos. Te recuerdo la importancia de comprar la novela el viernes 14 de noviembre para que el algoritmo de Amazon la impulse y la recomiende a más lectoras.

Sé parte del movimiento y ayuda a que esta historia de pasión y arte llegue a la cima.

¡Nos vemos el viernes en las listas de más vendidos!


sábado, 8 de noviembre de 2025

EL DESEO VS EL DEBER: LA TENSIÓN IRRESISTIBLE DE UN ROMANCE PROHIBIDO

 ¡La cuenta regresiva ha comenzado! En 6 días, la pasión reescribirá las reglas.


¿Alguna vez te has preguntado qué pasaría si el amor que te consume llegara justo cuando tu vida ya está perfectamente trazada?

Esa es la pregunta que persigue a Clara, la protagonista de mi nueva novela, EL COLOR DE LA TENTACIÓN. Ella lo tenía todo: un matrimonio estable, una posición social impecable... y una sensación creciente de que le faltaba el alma a su propia obra maestra.

Y entonces, aparece Luca Rossi. El pintor. Un hombre de pinceladas audaces, de mirada intensa y de una conexión con Clara que va más allá de lo físico. Él es la tentación que no se puede pintar, solo vivir.

La Psicología del Veto: Por qué lo Prohibido nos Atrae Tanto

En la ficción (y a veces en la vida), el romance prohibido es un motor narrativo imbatible. ¿Por qué? Porque la barrera del "deber" —sea un matrimonio, una promesa o una diferencia social— no hace más que intensificar el "deseo". La adrenalina del secreto, la culpa que se mezcla con el éxtasis, y el riesgo de perderlo todo por un momento de conexión verdadera, son el núcleo de esta historia.

EL COLOR DE LA TENTACIÓN no solo te cuenta una historia de pasión. Te obliga a preguntarte: ¿Es el deber un disfraz de la cobardía? ¿O es el deseo solo una búsqueda egoísta?

 El Primer Trazó de la Obsesión

Un breve silencio se extendió entre ambos, cargado de una tensión apenas contenida. Sentí una conexión extraña, casi palpable, con ese hombre que acababa de conocer. Su forma de ver el arte, la vida, parecía resonar con algo profundo en mi interior, algo que mi vida cotidiana y mi matrimonio habían mantenido dormido.

Soy Luca — dijo extendiendo su mano hacia mí — Luca Rossi.

Se la estreché sintiendo el calor de su piel en la mía, y una corriente eléctrica que parecía atravesarme.

Elisabeth — respondí, sin saber que más decirle, me tenía embrujada bajo su hechizo.

Sus ojos no dejaban de mirarme, lo hacía intensamente, como si quisiera escrutarme, adivinar que estaba pensando.

Elisabeth — repitió, saboreando mi nombre como si fuera una palabra nueva para él. Su acento italiano añadió una calidez sensual a la pronunciación — Un nombre hermoso.

¡Tu Próxima Lectura Explosiva Llega en 6 Días!

No esperes al último minuto. EL COLOR DE LA TENTACIÓN estará disponible en Amazon a partir del Viernes 14 de noviembre. Asegúrate de ser una de las primeras en empezarla para ayudar a que esta historia llegue a más amantes del romance y la erótica.

miércoles, 5 de noviembre de 2025

“BUSCANDO LA PASIÓN”: UNA INMERSIÓN EN EL ROMANCE ERÓTICO CONTEMPORÁNEO


Si buscas una novela que te atrape desde la primera página, que desafíe tus expectativas y te lleve de la mano por los caminos del deseo y la autenticidad,
 “Buscando la Pasión” es esa lectura que estabas esperando. Una obra que combina la tensión sexual con la profundidad emocional, ideal para quienes creen que el romance puede ser tanto intelectual como visceral.


Género y posicionamiento literario

“Buscando la Pasión” se engloba dentro del romance erótico contemporáneo, pero con matices que la convierten en una obra híbrida y refrescante:

  • Romance erótico: Las escenas de intimidad son explícitas pero elegantes, siempre al servicio de la trama y el desarrollo de los personajes.

  • Drama contemporáneo: Explora conflictos maritales, crisis de identidad y presiones sociales con un enfoque realista.

  • Novela de transformación femenina: Sigue el viaje de una mujer que reencuentra su voz y su poder personal.

  • Toques de suspense emocional: Giros inesperados y revelaciones que mantienen la tensión narrativa.

Es una novela para lectores que disfrutaron de “Las edades de Lulú” o “Cincuenta sombras de Grey”, pero buscan una perspectiva más madura, mejor construida y emocionalmente coherente.


 Sinopsis sin spoilers

Elisa vive una existencia envidiada desde fuera: es la esposa de Moisés, un abogado de éxito, vive en un lujoso ático y no le falta nada material. Pero bajo esa superficie idílica, su matrimonio es un erial emocional. La rutina, la incomunicación y la indiferencia han apagado su deseo y su identidad.

Todo cambia cuando Francisco, el hijo del jefe de su marido, irrumpe en su vida. Joven, seguro de sí mismo y con una sensualidad que desarma, Francisco representa todo lo que Elisa ha reprimido durante años. Un encuentro casual en una terraza bajo las estrellas será el detonante de una relación clandestina que la llevará a explorar:

  • Su sexualidad más oculta

  • El mundo del BDSM desde el respeto y el consentimiento

  • El precio de la honestidad emocional

  • El coraje de elegir su propia felicidad

Entre encuentros furtivos y mentiras necesarias, Elisa descubrirá que la pasión no es solo física: es la valentía de ser quien realmente eres.


Análisis de personajes

Elisa: la metamorfosis de una mujer

Protagonista con la que muchas mujeres se identificarán. Su evolución es el corazón de la novela:

  • Inicio: Sumisa, complaciente, atrapada en los “debería”

  • Despertar: Curiosidad, culpa, y luego aceptación de sus deseos

  • Transformación: Aprendizaje del BDSM como metáfora de entrega y confianza

  • Empoderamiento: Toma de decisiones conscientes sobre su vida

Moisés: el esposo ausente

Un personaje complejo que evita los clichés:

  • No es “el malo de la historia”, sino el producto de un sistema de valores vacío

  • Su evolución revelará facetas inesperadas

  • Representa la comodidad del sacrificio emocional

Francisco: el catalizador

Más que un interés romántico, es un personaje con profundidad:

  • Domina el arte de la seducción pero valora la conexión emocional

  • Sus escenas de BDSM muestran cuidado y negociación, no solo dominio

  • Guarda sus propios secretos y vulnerabilidades


Qué hace especial a esta novela

  1. BDSM realista y consensuado: Lejos de los tópicos, muestra el BDSM como un juego de confianza y comunicación.

  2. Personajes femeninos complejos: Elisa no es una víctima, sino una mujer que elige su camino.

  3. Giros que redefinen la historia: Revelaciones que cambian por completo la perspectiva del lector.

  4. Diálogos inteligentes y creíbles: Conversaciones que profundizan en la psicología de los personajes.

  5. Escenas íntimas con propósito: Cada encuentro sexual avanza la trama o desarrolla los personajes.

 Dónde conseguir el libro

“Buscando la Pasión” está disponible en: https://www.amazon.es/dp/B0FVYYTC18

 eBook: Amazon Kindle

jueves, 30 de octubre de 2025

EL ECO DE AMO

Cinco años pueden transformarlo todo, y a la vez, dejar lo esencial intacto. Para mí, poco había cambiado en la superficie. Seguía siendo profesora de literatura en un instituto céntrico, una labor gratificante, sí, pero incapaz de llenar el profundo vacío que ciertos anhelos dejaban en mi corazón. A mis 38, era la misma mujer reservada de hacía un lustro, con una pasión dormida que aguardaba ser despertada. La búsqueda de un Amo que pudiera leer mis anhelos y deseos más recónditos, tal como Pablo lo había hecho en el pasado, había resultado infructuosa. Y con cada día que pasaba, la esperanza de encontrarlo se desvanecía un poco más.

A menudo me preguntaba qué habría sido de Pablo. ¿Habría logrado sus sueños, o los habría desechado? ¿Seguiría inmerso en el mundo del BDSM, o lo habría abandonado como un capricho juvenil? Y, lo que más me intrigaba, ¿conservaría ese atractivo salvaje que tan profundamente me había marcado? No tardé en obtener mis respuestas, porque aquella tarde, al adentrarme en la bulliciosa boca del metro, mi cuerpo colisionó con el suyo de forma inesperada. Al elevar la vista, mis ojos se encontraron con una figura imponente, y la sorpresa me dejó sin aliento: frente a mí estaba Pablo. Pero no el joven sinvergüenza que recordaba, sino un hombre más crecido, más sereno y, si cabe, aún más irresistible. Su mirada, ahora llena de una seguridad arrolladora, me hipnotizó al instante.

¿Srta. Luz? —Su voz grave, profunda, me sacó del estupor. Sus ojos se iluminaron al verme, y sentí un rubor subir por mis mejillas sin entender por qué.

¡Pablo! Dios mío… cuánto tiempo… estás increíble — logré articular, la sorpresa y una oleada de recuerdos embargándome.

Una sonrisa se dibujó en sus labios, la misma sonrisa pícara que un día me había embrujado, pero ahora con un nuevo matiz de seguridad y aplomo que nunca antes le había visto.

Tú también. Estás... tan igual y tan tú — respondió, una alegría genuina brillando en sus ojos. Parecía una casualidad mágica. — No te lo vas a creer, pero justo pensaba en ti el otro día. ¿Qué tal estás? ¿Qué haces por aquí?

Mientras las palabras fluían, la multitud del metro parecía desvanecerse. Ambos nos sentíamos extrañamente cómodos, como si el tiempo no hubiera transcurrido. Había una química palpable, una tensión sutil que prometía mucho más que una simple conversación de reencuentro. Sentí una punzada de esperanza. ¿Sería posible que este reencuentro no fuera una casualidad, sino el inicio de algo que ambos habíamos estado buscando en silencio? Él ya no era el joven impetuoso, y yo... yo seguía anhelando un Amo que supiera guiarme, alguien que entendiera el profundo deseo oculto que aún habitaba en mi.


Pablo me contó que había terminado la carrera de Arte con muy buena nota y que nada mas acabarla, había conseguido trabajo en una editorial, diseñando las portadas para los libros. El mundo del
BDSM, lejos de ser una etapa pasajera, se había consolidado en su vida, pero con una nueva comprensión y respeto. Las reglas, el consentimiento, la profunda conexión que se forjaba entre las almas afines, todo ello resonaba en él con una fuerza renovada. No había espacio para la inmadurez de antaño; ahora, era un hombre que entendía el poder y la belleza de la sumisión y el dominio, siempre desde el respeto y la devoción.

Tras aquel inesperado encuentro, el bullicio del metro nos pareció demasiado intenso para una conversación tan ansiada. Decidimos buscar un refugio más tranquilo y, a pocos pasos, encontramos un pequeño café que ofrecía la intimidad perfecta. Nos acomodamos en una mesa apartada, donde el aroma a grano recién molido se mezclaba con la anticipación de ponernos al día. Allí, entre tazas humeantes, comenzamos a desgranar los avatares de nuestras vidas, recuperando los cinco años que nos había robado el tiempo.

Así que diseñador de portadas, ¿eh? — señalé con una sonrisa genuina. — Siempre supe que tenías talento para el arte. Recuerdo tus bocetos en el instituto.

Pablo asintió, sus ojos fijos en mi.

Sí, me encanta. Es una forma de expresión, como todo lo que hago. ¿Y tú? ¿Sigues domandoeºº adolescentes? — Su tono era desenfadado, pero había una seriedad subyacente.

Algo así. Profesora de literatura. Los libros siguen siendo mi refugio — Bebí un sorbo de mi café con leche. — Me alegro mucho de verte, Pablo. Has cambiado. Para bien.

Tú no has cambiado nada, Luz — replicó él, su mirada recorriendo mi rostro. — Sigues siendo... hipnotizante.

La conversación fluyó con una facilidad asombrosa, como si aquellos cinco años sin vernos, no hubieran pasado. Hablamos de nuestras carreras, de la madurez que ambos habíamos alcanzado, sobre todo Pablo. Pablo me contó como el BDSM se había convertido en una parte intrínseca de su vida, no como una rebeldía juvenil, sino como una disciplina que le había enseñado sobre el respeto, la confianza y los límites, siempre con el consentimiento como pilar fundamental. Yo en cambio, me había alejado de aquel mundo, al no poder encontrar un Amo que entendiera mis deseos más íntimos y como guiarme hacía ellos, como Pablo lo había hecho.

Cuando los cafés se terminaron y el bullicio de la cafetería comenzó a invadir nuestra burbuja, Pablo se inclinó ligeramente, su voz baja y cargada de una intención de un modo que a mí me erizó la piel.

Luz — empezó, su mirada profunda puesta en mi — no sé si el destino nos ha puesto aquí de nuevo por casualidad o por algo más. Pero no puedo evitar sentir la nostalgia de lo que fuimos... y la curiosidad de lo que podríamos ser ahora.— Hizo una pausa, su pulgar acariciando el borde de su taza vacía. — Sé que soy más joven que tú, pero he madurado. Y sé que lo que tú buscas... lo que buscas en un Amo... yo lo entiendo. Ahora más que nunca.

Sentí que el aire se escapaba de mis pulmones. Había anhelado aquello tantas veces, pero los años habían pasado y no estaba segura. Pablo parecía realmente otro hombre, ahora más seguro, más calmado.

Pablo, yo… — dudé, las palabras atascadas en mi garganta. El miedo a lo desconocido, a la intensidad de lo que él proponía, me paralizaba. — ¿Estás seguro? Han pasado cinco años…

Pablo tomó mi mano suavemente y con un tono dulce y calmado pero firme insistió:

Dame una oportunidad, Luz. Dame la oportunidad de demostrarte que ya no soy aquel chico. De demostrarte que mi respeto por ti, por tus deseos, es absoluto. Permíteme ser tu Amo de nuevo, esta vez de verdad. Con la madurez y la comprensión que ahora tengo. — Sus ojos oscuros y sinceros parecían suplicarme por esa oportunidad. — Sé que lo que hubo entre nosotros no fue casualidad. Y siento que ahora es el momento de explorarlo de la forma correcta.

Lo miré a los ojos, buscando cualquier rastro de la antigua imprudencia, de aquel descaro juvenil que recordaba. Pero solo encontré convicción, una promesa silenciosa y una seriedad que me desarmó. Mi lógica me gritaba que dudara, que pusiera objeciones, que analizara cada palabra. Sin embargo, mi corazón, ese mismo que había esperado y anhelado durante tanto tiempo, me suplicaba a gritos que dijera sí. Respiré hondo, y con aquella inhalación profunda, sentí una liberación que me recorría el cuerpo.

Está bien, vamos a intentarlo por lo menos — le dije aceptando.

Una sonrisa triunfante, teñida de una profunda satisfacción, iluminó el rostro de Pablo. Apretó mi mano ligeramente, sellando el trato no verbalmente. El café, la gente, el mundo exterior, todo desapareció. Solo existíamos nosotros dos, y la promesa de un deseo oculto que finalmente podría salir a la luz.

Tras salir del café, con el peso de nuestro acuerdo recién sellado flotando en el aire, Pablo, exultante, me propuso una primera cita para esa misma noche. Sería el inicio de nuestra dinámica BDSM renovada, un reencuentro con sensaciones largamente añoradas. Iríamos al cine, un plan aparentemente inocente, pero sabía que bajo la superficie, algo mucho más profundo nos esperaba. Acepté, ansiosa por volver a sentir la intensidad que un día él despertó en mí.

Así, pues aquella noche, nos encontramos en la cola del cine. Pablo ya había comprado las entradas y me esperaba con una sonrisa que apenas disimulaba su anticipación. Yo, siguiendo sus discretas instrucciones, había elegido un vestido de seda azul, ligero y fácil de manipular, mientras él lucía unos sencillos vaqueros y una camiseta blanca que, aun así, realzaban su atractivo. Estaba realmente guapísimo. Sin embargo, en lugar de dirigirnos al mostrador de palomitas, Pablo me guio unos pasos a un lado, su aliento cálido en mi oído al susurrar:

Antes de entrar, mi sumisa, quiero que uses algo para mí.

Sentí un escalofrío de anticipación, sabía que significaba aquella mirada, aquel tono de voz.

¿Qué quieres que use, Amo? — le pregunté expectante.


Él deslizó la mano discretamente en el bolsillo de su pantalón. Cuando la sacó, entre sus dedos apareció un pequeño
vibrador tipo Lush, de un sugerente color rosa. Me lo mostró, apenas dejándome vislumbrarlo.

Esto —dijo, su voz baja y cargada de una promesa—, y yo tendré el control desde la aplicación en mi teléfono móvil.

Un escalofrío de anticipación me recorrió al instante, al imaginar la experiencia que me esperaba en la oscuridad de la sala de cine. Hacía demasiado tiempo que no sentía aquella emoción, aquella vertiginosa entrega a la voluntad de otro. Mi corazón martilleaba en mi pecho. Apenas pude asentir.

Vamos al baño de mujeres — indicó entonces, guiándome con una mano en la parte baja de mi espalda, un toque que encendió aún más mi piel.

Una vez en el baño, nos encerramos en el cubículo más amplio. Me giré hacia Pablo, y vi el brillo intenso de la emoción en sus ojos, reflejo de la mía. Se acercó a mí, sus manos expertas deslizaron mi vestido de seda hacia arriba, y con una naturalidad que me erizó la piel, introdujo una mano bajo mis bragas, alcanzando mi clítoris. Empezó a masajearlo con una suavidad que prometía una explosión. Mi cuerpo reaccionó al instante, las ondas de placer extendiéndose desde ese punto hasta cada fibra de mi ser. Cuando percibió que mi excitación era suficiente, con una maestría que solo él poseía, introdujo el vibrador, colocándolo con precisión en mi húmeda vagina. Un suspiro jadeante escapó de mi garganta, y el mundo exterior dejó de existir.

Pablo deslizó su mano en el bolsillo de su pantalón, y sentí el leve temblor del control remoto. Con unos pequeños toques en su móvil, el aparato en mi interior cobró vida, iniciando una vibración sutil que me causó un estremecimiento involuntario.

Bien, veo que funciona bien —dijo Pablo, una sonrisa casi imperceptible asomando en sus labios. Su tono era tranquilo, pero sus ojos brillaban con una promesa.

Salimos del baño y nos adentramos en la oscuridad de la sala de cine. Pablo me guio hasta la última fila, eligiendo un rincón donde la penumbra y la escasa presencia de gente nos ofrecían la privacidad perfecta para nuestro juego.

La película, un drama de época, comenzó a proyectarse en la pantalla, pero para mí, las imágenes eran meras sombras. Mi atención, mi ser entero, estaba cautivo en la mano de Pablo, que descansaba despreocupadamente en el apoya-brazos, su teléfono móvil con la aplicación en pantalla al alcance de sus dedos.

De repente, la sutil vibración que ya conocía regresó, un suave cosquilleo que se extendió desde mi interior hacia mi bajo vientre. Observé cómo el pulgar de Pablo se movía con deliberación sobre la pantalla de su teléfono, y al instante, la intensidad de la vibración aumentaba, enviándome una sacudida tras otra. Mis muslos temblaron y tuve que apretarlos con fuerza, intentando contener el escalofrío que recorría mi cuerpo. La excitación era una marea poderosa que me arrastraba sin remedio, y el simple acto de permanecer quieta, fingiendo interés en la trama cinematográfica, se convirtió en una tortura exquisita.

Cada sacudida, cada intensificación que él me provocaba con el control remoto, me llevaba al límite. Sentía las pulsaciones rítmicas directamente en mi clítoris, expandiéndose por mi cuerpo como círculos en el agua. Me mordí el labio inferior con fuerza, con la única misión de no emitir ni un solo sonido que delatara mi estado. Mis mejillas, sabía, debían estar enrojecidas, ardiendo en la oscuridad protectora de la sala. El deseo se acumulaba, denso y abrumador, mientras la película seguía su curso en la pantalla y, en la oscuridad, yo me entregaba por completo a la discreta y deliciosa tortura de mi Amo.

El tiempo pareció distorsionarse. Podía sentir el calor subiendo por mi cuello, mi respiración volviéndose más corta y agitada. Mis manos, sin que yo fuera plenamente consciente, se aferraron con fuerza al apoyabrazos, los nudillos blancos. Una punzada de agonía placentera me recorrió, y un gemido se ahogó en mi garganta, apenas un suspiro inaudible. Cerré los ojos por un instante, mi cabeza cayendo ligeramente hacia atrás, sintiendo el inconfundible temblor que anunciaba la inminente liberación. Pablo no me miraba, su rostro inexpresivo ante la pantalla, pero yo sabía que él lo sentía, que percibía cada uno de mis estremecimientos.

Pablo mantuvo su rostro impasible, sus ojos fijos en la pantalla, pero su mano permanecía en el apoya-brazos, el teléfono móvil bajo ella. Podía sentir la fuerza de su voluntad a través del vibrador. Subió la intensidad de nuevo, y un gemido se ahogó en mi garganta, un sonido casi inaudible. Mi cuerpo se tensó, las piernas temblaban incontrolablemente, y tuve que apretar los muslos con todas mis fuerzas para contener el escalofrío que me recorría. El placer era una agonía, una tortura exquisita que me acercaba al borde una y otra vez, solo para mantenerme allí.

No me dio el alivio. En cambio, disminuyó la intensidad justo cuando sentía que iba a estallar, para luego volver a subirla, jugando con mi resistencia. Era una danza cruel y maravillosa. Mis ojos estaban cerrados, mi cabeza recostada contra el asiento, y solo existía la vibración, el calor, la incesante necesidad que él cultivaba dentro de mí. Los sonidos de la película, las risas ocasionales de otros espectadores, todo se convirtió en un zumbido distante. Solo escuchaba mi propia respiración agitada y la promesa silenciosa del control de Pablo. Él me quería justo así: al límite, en su control, y yo me dejaba llevar, desesperada por su toque, por su siguiente movimiento.

Sentí la mano de Pablo en mi brazo, un toque firme que me indicaba que me moviera. Abrí los ojos con dificultad, la realidad de la sala de cine volviendo a mí. Él me miraba con una expresión seria, una chispa de dominio bailando en sus ojos oscuros.

Necesitas salir de aquí, mi sumisa — ordenó en un susurro grave, una clara indicación de que el juego no había terminado, solo cambiaba de escenario.

Me levanté con las piernas temblorosas, mi cuerpo aún vibrando por dentro. Cada paso era un esfuerzo mientras me abría camino detrás de él, sintiendo las miradas curiosas de algunos espectadores que, ajenos a mi tortura deliciosa, solo veían a una mujer algo tambaleante. El pasillo del cine, con su iluminación más brillante, se sentía como un túnel. Todo lo que sentía era la pulsación continua dentro de mí, la necesidad que crecía con cada segundo que pasaba.

Pablo me guio directamente hacia los baños, esta vez sin detenerse. Entramos juntos en el de mujeres, que, para mi alivio, estaba desierto. Él me condujo directamente al cubículo más grande, cerrando la puerta tras nosotros con un suave y definitivo clic. La luz fluorescente del baño pareció demasiado brillante, demasiado reveladora, después de la oscuridad protectora de la sala. Me apoyé contra la pared fría, mi cuerpo aún estremeciéndose por la incesante estimulación del vibrador. La anticipación de lo que vendría a continuación era casi tan abrumadora como el placer que me estaba consumiendo.

Pablo se agachó frente a mí, su mirada intensa y cargada de propósito. Mis piernas se abrieron instintivamente ante su gesto, y con una delicadeza precisa, extrajo el vibrador. El súbito cese de la estimulación me dejó con un anhelo punzante. Luego, se incorporó, me besó suavemente los labios, un toque tierno que contrastaba con la ferocidad de mi deseo. Mirándome a los ojos, susurró:


Lo has hecho muy bien, mi sumisa. Estoy orgulloso de ti. Ahora voy a darte tu premio.

Oí el inconfundible sonido de la cremallera de su pantalón bajando. Mis piernas se separaron aún más, casi por reflejo, y el roce tibio de su glande en mi entrada me arrancó un gemido ahogado.

Dime lo que quieres, mi sumisa — ordenó, su voz profunda, una invitación a la súplica.

Quiero que me hagas tuya, Amo — musité, mi voz apenas un hilo de sonido, cargada de una necesidad imperiosa.

Y sin más preámbulos, sentí el deslizamiento lento y poderoso de su polla dentro de mí. Todo mi cuerpo se tensó con la embestida, la sensación de plenitud y posesión abrumadora. De nuevo era suya, completamente suya. Y en ese instante, en la intimidad de aquel cubículo, él también era mío, dos cuerpos fundiéndose en uno solo, reclamándose mutuamente en una danza ancestral.

Le rodeé con mis piernas, mis muslos aferrándose a su cintura, y por unos segundos preciosos, permanecimos inmóviles, fundidos en un abrazo poderoso. Pude sentir cada músculo de su cuerpo, la conexión instantánea que nos unía de nuevo. Luego, comenzó a moverse, lento, cadencioso, mientras su aliento cálido me susurraba al oído:

He deseado esto tantas veces y durante tanto tiempo, mi sumisa.

Soy tuya, Amo — reafirmé, la verdad de mis palabras resonando en cada fibra de mi ser.

Y eso era exactamente lo que sentía: que de nuevo, era suya. Todo el placer y el deseo que había sentido cinco años atrás, esa chispa inconfundible, seguía allí, latente, esperando ser reavivada. Pablo me penetró, moviéndose con una lentitud exquisita, haciendo que su verga saliera y volviera a entrar una y otra vez, con una suavidad que me enloquecía. El placer comenzó a crecer en mí, despacio, subiendo de intensidad con una lentitud tortuosa que poco a poco me llevó de nuevo a la cúspide. Las olas del orgasmo se formaban, cada vez más grandes, más demoledoras.

Pablo aceleró el ritmo, sus embestidas se volvieron más profundas y urgentes, empujándome sin piedad hacia el borde. Mis gemidos se hicieron más fuertes, incontrolables, ahogados solo por la tela de su camisa contra la que escondía mi rostro. Mi cuerpo entero temblaba, y sentí que cada fibra de mi ser se tensaba hasta el punto de ruptura. La presión en mi interior se volvió insoportable, deliciosa, mientras mi clítoris, ya tan sensible, se frotaba una y otra vez con cada empuje.

Entonces, la primera convulsión me golpeó. Un grito ahogado escapó de mi garganta mientras mis músculos se contraían en espasmos, mi espalda se arqueaba y las olas del orgasmo me sacudían sin control. Me aferré a Pablo con todas mis fuerzas, sintiendo cómo mi cuerpo se convulsionaba, una y otra vez, en un placer tan intenso que me nubló la vista y el oído. Él me sostuvo firmemente, sus propias caderas empujando una última vez con fuerza, uniéndose a mi liberación. Sentí su calor, la eyaculación dentro de mí, añadiendo una nueva capa a la avalancha de sensaciones.

El temblor disminuyó lentamente, dejándome débil y sin aliento, pero completamente satisfecha. Mi cuerpo se sentía ligero, agotado, pero una paz profunda se extendió por cada rincón de mi ser.

El temblor disminuyó lentamente, dejándome débil y sin aliento, pero completamente satisfecha. Mi cuerpo se sentía ligero, agotado, pero una paz profunda se extendió por cada rincón de mi ser. Pablo se apartó un poco, sus ojos oscuros me escudriñaban con una mezcla de posesión y admiración.

Gracias, Amo — susurré, la voz aún ronca por los gemidos.

Él sonrió, una sonrisa de satisfacción que prometía mucho más. Se abrochó el pantalón con movimientos tranquilos mientras yo, con manos temblorosas, me alisaba el vestido. El vibrador, ahora inerte, había desaparecido de mi vista, un secreto entre nosotros. Me miré en el reflejo de las baldosas , intentando recomponerme. Mis labios estaban ligeramente hinchados, mis mejillas sonrojadas, pero mis ojos brillaban con una luz nueva, una mezcla de placer y una incipiente devoción. Pablo me observaba en el reflejo de las baldosas, su propia expresión relajada, casi triunfante.

Salimos del cubículo y nos dirigimos a la zona de los lavabos. El baño seguía vacío, afortunadamente. Me mojé la cara con agua fría, intentando disipar la niebla de excitación que aún envolvía mi mente. Él se lavó las manos con calma, sin dejar de observarme por el rabillo del ojo. La complicidad entre nosotros era palpable, una burbuja invisible que nos aislaba del mundo exterior.

Al salir del baño, el bullicio del cine nos golpeó de nuevo. La gente pasaba a nuestro lado, ajena a la intensidad de lo que acababa de ocurrir a solo unos metros. Pablo deslizó su mano discretamente en la parte baja de mi espalda, un toque que era casi una caricia, pero que para mí era un claro recordatorio de su dominio.

Volvimos a nuestros asientos como si nada extraordinario hubiera sucedido, aunque la trama de la película ya no importaba. El resto del film transcurrió en un extraño silencio, cargado de un significado tácito. Yo apenas asimilaba las imágenes; mi mente estaba revuelta con la magnitud de lo que había vivido. La osadía, la intensidad, la familiaridad con la que Pablo había reclamado ese lugar en mi vida. Él, por su parte, parecía relajado, disfrutando del resto del film, como si el intermedio en el baño fuera la parte más natural de la cita.

Cuando las luces se encendieron y la gente comenzó a salir, Pablo se puso de pie y me esperó. Me acompañó fuera del cine, hacia la fresca noche. El aire me sentó bien, disipando un poco la bruma de excitación.

Gracias por esta noche, Pablo — dije, intentando que mi voz sonara lo más normal posible.

Él se detuvo frente a mí, bajo la tenue luz de una farola. Su expresión era seria, pero sus ojos brillaban con una promesa.

No hay nada que agradecer, mi sumisa. Esto es solo el principio. Quiero verte de nuevo, y quiero que hablemos sobre esto, sobre lo que significa para nosotros. Quiero que establezcamos nuestras reglas.

Asentí, la anticipación haciendo que mi corazón se acelerara de nuevo. No había vuelta atrás, ni quería que la hubiera.

Estaré esperando, Amo — respondí, las palabras saliendo de mis labios con una naturalidad que me sorprendió incluso a mí misma.

Pablo sonrió, una sonrisa que era tanto una promesa como una advertencia.

Te llamo mañana, entonces.

Se inclinó y depositó un beso casto en mi frente, un gesto que contrastaba poderosamente con la intensidad de lo vivido minutos antes, pero que confirmaba su posesión.

Lo vi marcharse, y cuando desapareció de mi vista, me permití tocarme los labios, que aún me palpitaban. La noche había sido mucho más que un reencuentro. Había sido una resurrección de deseos, el primer paso hacia una entrega que prometía ser tan profunda como liberadora. El deseo oculto que creí perdido, había renacido con más fuerza que nunca.





















NOCHE DE PASIÓN- RELATO ERÓTICO.

  CAPÍTULO 1 Noche de pasión Frente a mí tenía una de las obras más maravillosas y esplendidas que había visto en mucho tiempo. Una escen...