6. EL ÚNICO HOMBRE AL QUE DE VERDAD HE AMADO
Cuando Lidia se marchó, busqué mi teléfono. Tenía un par de mensajes, uno era de Julián, me decía: "Anoche me lo pasé genial contigo, espero que podamos repetir" le respondí diciéndole: "Yo también me lo pasé muy bien, claro que repetiremos"
El otro mensaje era de Nico; "Buenos días, princesa, ¿podemos vernos? Te echo de menos" "Nico no creo que sea buena idea que volvamos a vernos. Se supone que lo hemos dejado. Dejémoslo donde está" le respondí. No tardó en contestarme: "Pero no puedo vivir sin ti" Me escribió, a lo que yo le respondí: "Pues tendrás que hacerlo, no quiero ser el segundo plato de nadie". No me contestó a ese último mensaje y la verdad que lo agradecí.
Por la tarde estaba aburrida en casa y sin demasiadas ganas de salir, cuando a las cinco me llamó Julián.
- Hola guapa, ¿qué haces?
- Hola, estaba vagabundeando - le respondí.
- ¿Qué te parece si vamos a tomar un helado? - me propuso.
- Vale.
- Entonces paso a buscarte en media hora.
- Muy bien, estaré lista.
Media hora más tarde sonaba el timbre del telefonillo.
Fuimos a una heladería cercana. Estuvimos hablando de nosotros, y de varias cosas. Las horas pasaron tan rápido que a las ocho aún estábamos allí hablando. Miré el reloj:
- Ostras, ya son las ocho.
- Sí, ¿tienes algo que hacer?
- No, pero es tarde, ¿no?
- Bueno, yo creo que aún es pronto.
- Oye, ¿qué tal si vienes a cenar a mi casa?, podemos preparar la cena juntos - le propuse.
- Vale. Acepto él.
Nos fuimos a mi casa y ambos estuvimos preparando la cena, mientras yo hacía unos huevos fritos, él hizo una ensalada, cortando la lechuga, el tomate, etc. Mientras seguíamos hablando. Pasé un rato muy entretenido con él, empezaba a pensar que podía ser un buen sustituto para Nico a pesar de que el sexo con él era demasiado normal y aburrido.
Cenamos y cuando terminamos nos sentamos en el sofá a ver una película. La verdad es que me sentía muy bien y a gusto con Julián. Teníamos gustos muy parecidos y además él no era como Nico, que todo lo que quería hacer cuando estábamos juntos era follar. Incluso cuando empecé a sentirme soñolienta dijo:
- Creo que ya es hora de que me vaya.
- ¿Ya? - le pregunté
- Sí, te estás durmiendo, creo que necesitas descansar. Ya nos veremos.
- Bien. Pues nos vemos.
Le acompañé hasta la puerta y nos despedimos. Tras eso me metí en la cama, realmente necesitaba descansar.
A la mañana siguiente, de nuevo el sonido del timbre de la calle me despertó. Sonaba otra vez insistentemente. Miré el reloj, eran casi las diez, y era domingo. Me levanté aún un poco desorientada y fui hasta el telefonillo.
- ¿Si?
- Ábreme princesa, soy yo - oí la voz de Nico.
- No. ¿Qué quieres? - le pregunté aunque al segundo me arrepentí de haber hecho aquella pregunta.
- ¿Qué crees que voy a querer?
- Nico, hemos terminado. No voy a follar contigo. Vete, déjame en paz - le dije colgando.
Al cabo de un rato no sé cuanto, pero me había dado tiempo de ducharme y prepararme el desayuno, el timbre empezó a sonar. Estaba segura de que era él.
- Nico, no te voy a abrir, ya te lo he dicho, déjame en paz.
- Pues no voy a parar de llamar, quemaré el timbre y no pararé de aporrear tu puerta hasta que me abras - amenazó.
Al ver que no le abría empezó a aporrear la puerta y a tocar el timbre sin descanso, así que finalmente tuve que abrirle para que no armara más jaleo y consiguiera que algún vecino cabreado saliera a protestar.
- Está bien, solo te abro para que pares, pero no vas a entrar - le advertí, abriendo ligeramente la puerta.
- Por favor, déjame pasar, sí quieres no haremos nada, pero... tenemos que hablar.
Sus ojos de corderito degollado y lo atractivo que estaba con la camiseta ajustada que llevaba terminaron de desarmarme y le dejé entrar. El cerró la puerta tras de sí, y se lanzó sobre mí, atrapándome entre sus brazos y dándome un salvaje beso en la boca, comiéndome los labios.
- No, no, espera - traté de resistirme, de apartarlo de mí, pero no pude.
Me ató las manos, no sé como, pero lo hizo con bastante rapidez, luego me cogió en brazos y me llevó hasta el sofá, me puso sobre este boca abajo y se puso sobre mí.
- No, Nico, por favor.
- Calla, sé que lo deseas tanto como yo - dijo bajándome el pantalón del pijama que aún llevaba puesto y empezando a azotarme en el culo.
- No, Nico, ahora no. Hoy no. Por favor.
Y entonces, sacó un gag del bolsillo de su pantalón y me lo puso en la boca.
- Así estarás calladita.
Fue entonces cuando me di cuenta que no podía resistirme, y que yo quería aquello tanto como él, aunque mi razón me dijera que no debíamos hacerlo.
Así que finalmente dejé de resistirme. Por supuesto que quería aquello, quería sentirle, quería sentirme suya una vez más. Bueno más que una, deseaba sentirme suya para siempre.
- Muy bien - dijo Nico entonces.
Me elevó el culo y luego me hizo poner en cuatro y empezó a masajear mi clítoris suavemente. Mientras oí como se bajaba la cremallera del pantalón. Sin duda no tardaría en follarme y lo malo era que lo deseaba. Cerré los ojos y me dejé hacer, me dejé llevar. Nico empezó masajeando mi clítoris y alternando esto con algunos manotazos en mi culo haciendo que me excitara, hasta que le pareció que estaba convenientemente excitada, y entonces, situándose tras de mí, guió su sexo hasta mi vagina y me penetró. Gemí cuando sentí como entraba en mí, y luego cuando empezaba a moverse dentro y fuera de mí. Realmente disfruté aquel momento, disfruté de él y del sexo con él, con Nico. Me llevó hasta el orgasmo y luego fue él quien lo alcanzó, tras lo cual me desató y nos quedamos un buen rato abrazados el uno al otro. Me gustó estar en sus brazos, sentir su aliento en mi oído y sentir el calor de su piel junto a la mía.
- Nico, tenemos que dejar de hacer esto - le dije, mientras sus brazos me rodeaban.
- ¿El qué? - preguntó él como si no entendiera lo que estaba diciendo.
- No podemos seguir viéndonos y follando siempre que a ti te apetezca.
- Pero a ti te gusta y a mí también, porque renunciar a ello.
- Porque estás comprometido y necesito seguir mi vida. Quiero un futuro y contigo no es posible. Por favor, Nico, déjame seguir mi camino.
- Está bien, si eso es lo que quieres - dijo separándose de mí enfadado.
- En realidad, no es lo que quiero, pero es lo que necesito, porque lo que quiero tú no puedes dármelo - le dije apenada y furiosa.
Cogió su camisa que estaba en el suelo y se la puso, empezó a vestirse mientras yo me sentaba en el sofá, encogiéndome como un ovillo. Me dolía alejarlo de mí, pero necesitaba hacerlo. Necesitaba pasar página y empezar limpia un nuevo camino.
- Adiós - me dijo Nico una vez vestido.
- Adiós. Nos vemos en el trabajo.
- Sí, claro.
Salió hacía la puerta y se marchó, mientras yo me quedaba allí, envuelta en lágrimas y dolor por él. Porque perdía al único hombre que de verdad había amado hasta ese momento.
Seguía sentada en el sofá, divagando, tratando de recordar cada momento vivido con Nico, cuando repentinamente sonó el teléfono. Estaba sobre la mesita así que lo cogí, era Julián.
- Buenos días, princesa - me saludó.
- Buenos días.
- ¿Qué tal has dormido?
- Bien, ¿y tú? - le respondí amablemente.
- Bien, muy bien. ¿Tienes algún plan para hoy, has desayunado ya?
- Pues no, no tengo ningún plan, ni he desayunado todavía - Le respondí.
- ¿No te habré despertado? - me preguntó con cierto tono de preocupación.
- No, solo estaba vagabundeando un poco antes de decidir levantarme y desayunar.
- Bien, pues vístete y vamos a desayunar juntos, ¿vale? Estaré ahí en media hora.
- Vale - acepté.
Media hora más tarde y como había dicho Julián estaba llamando al telefonillo.
- Ahora bajo - le contesté.
- No, ábreme, subo yo - me respondió.
Le abrí, y esperé que subiera con la puerta abierta. Apareció ante mí con una bandeja llena de croissants, ensaimadas, y donuts.
- Buenos días, como no sabía que es lo que te gusta para desayunar he traído un poco de todo.
- Gracias, eres un sol - le dije.
Pasamos hasta el comedor y tras poner la mesa y preparar café desayunamos juntos. Mientras desayunábamos hablamos de las películas que nos gustaban, de música, y así fuimos conociéndonos un poco más. Al terminar le pregunté:
- Y ahora ¿qué hacemos?
- No sé, ¿qué te apetece hacer? - me preguntó acercándose más a mí y cogiendo mi mano entre las suyas. Fue un gesto muy dulce por su parte, que me hizo sentir segura, protegida.
Me la besó suavemente, luego se acercó a mí, sus labios estaban tan cerca de los míos, que... me besó. Su beso fue loco y apasionado, y no tardamos en acariciarnos, recorrer nuestros cuerpos con nuestras manos, desnudarnos mutuamente, mientras recorríamos la casa en busca de la cama. Y una vez en mi habitación, me tiró sobre la cama, quedándose él sobre mí. Sentí su virilidad, dura, entre mis piernas, apartó mis braguitas y acarició mi clítoris. Por un segundo, la imagen de Nico apareció ante mí y gemí. Pero traté de quitármela de mi mente, de concentrarme en Julián y en lo que estábamos a punto de hacer...
Para leer esta novela desde el principio empieza aquí:https://relatoserotikakarenc.blogspot.com/2020/12/llamame-senor-capitulo-1.html
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