martes, 22 de abril de 2025

UN ERROR DE SINTAXIS

Un error de sintaxis dijo el Dr. Valdés, su voz resonando en el silencio de la sala. Un pequeño desliz, pero uno que altera por completo el significado de la frase . Sus dedos se deslizaron sobre el papel, trazando el contorno de la palabra marcada en rojo. Como una llave que abre una puerta prohibida.

Valeria se estremeció, la voz firme y grave de su profesor la hacía estremecer siempre que una de sus sesiones empezaba.

— Lo siento, Señor, yo… — gimoteó Valeria.

— Tú no puedes permitirte esos errores, Valeria. Ya sabes lo que toca ahora, ¿no?

Valeria emitió un pequeño jadeo anticipándose a lo que venía. Se levantó de la silla y sin que el Dr. Valdés le dijera nada se dobló sobre la mesa, se subió la falda hasta la cintura y se bajó las braguitas.

— Así me gusta, que seas una chica obediente — susurró el Dr. Valdés sintiendo como su miembro se ponía duro al ver aquel tierno culito dispuesto para él.


El Dr. Valdés abrió el último cajón de su mesa y sacó una regla, larga, de plástico transparente. Valería se estremeció, porque sabía lo que se le venía encima. Su respiración se hizo más pesada y el Dr. Valdés lanzó la regla sobre la nalga derecha de su pupila, haciendo que resonara en el aire y cayera sobre la blanca piel de la chica. Valería gimoteó, tras aquel primer golpe cayeron varios más, haciendo que las nalgas de Valería adquirieran un color rosado.

— Tendrás más cuidado la próxima vez, ¿verdad, Valería? — le preguntó el Dr. Valdes a su alumna.

— Sí, Señor — reafirmó ella.

El Dr. Valdés dejó la regla a un lado y acercándose a su alumna por detrás, acarició suavemente su culo, adentrando los dedos entre los excitados labios de la joven. Sin duda, los reglazos habían causado el efecto que él deseaba. Con un movimiento rápido, el Dr. Valdés deslizó su mano hacia arriba, rozando el clítoris de Valeria. Ella arqueó la espalda, un gemido más fuerte escapando de sus labios.

— ¿Y quién tiene el control, aquí? — preguntó el Dr. Valdés, la voz cargada de deseo.

— Usted Señor — respondió ella.

El profesor dio la vuelta a la mesa situándose frente a su alumna. Se bajó la cremallera del pantalón, sacó su sexo erecto y le ordenó a su sumisa:

— Chúpala, vamos.

La muchacha aceptó, sacando la lengua y lamiendo el glande suavemente. Le encantaba el sabor de aquella polla, le encantaba dar placer a su Amo, el Dr. Alberto Valdés, que empujó su pene introduciéndola en la húmeda boca de su sumisa. Valeria siguió chupando aquel manjar, lamiéndolo y sintiendo como el Dr. utilizaba su boca como si fuera su sexo, introduciéndose en ella una y otra vez y otra. Hasta que a punto de llegar al orgasmo se apartó.

— ¡Uf, adoro tu boca!

El Dr. se sentó en su silla, contemplando a Valería qué excitada seguía sobre la mesa en la misma posición, mostrándole su culo enrojecido.

— ¿Qué voy a hacer contigo, Valeria? No lo entiendo, cada vez lo haces peor.

— Lo siento, Señor, yo…

— Dime, ¿cuántas pollas has chupado hoy? — le preguntó a su sumisa.

Valeria parecía sorprendida por aquella pregunta y ni siquiera sabía si debía contestar sinceramente. Se suponía que el profesor no debía saber aquello.

— Yo, no... ninguna.

El Dr. se levantó, cogió su cartera y sacó una paleta de cuero. Valeria se estremeció al verla.

— Dime la verdad, Valeria, sé lo que haces y sé que hoy lo has hecho más de una vez antes de esta — gritó el Dr. Valdés enfadado.

No podía mentirle, ni ocultarlo más, por lo que decidió confesar.

Dos, señor.

¿Y por qué lo haces? — el Dr.Valdes sabía perfectamente por qué Valeria lo hacía, sabía de sus problemas de dinero y estrecheces en su casa y que haciendo aquello se sacaba lo justo para sus pequeños gastos. — ¿No te había dicho yo que si necesitas algo, solo tienes que pedírmelo? 

Y de nuevo el Sr. Valdés dejó caer la fusta sobre las nalgas de su sumisa. 

Si, señor, pero yo….

Cuenta, maldita sea — le reclamó el Dr, sin dejar que continuará.

Dos — lloriqueó Valeria — tres. 


Sentía la fusta con fuerza sobre sus nalgas, mientras su piel se calentaba y enrojecía. 

Lo siento, seis, Sr. — intentó disculparse.

Estaba temblando y el Dr. Valdés no sabía si era por el dolor o la excitación que sentía. El sabía mejor que nadie que su sumisa era capaz de correrse solo con sus azotes, por eso se detuvo. Se acercó a ella y palpó su sexo. Estaba húmeda, mucho, sus dedos se empaparon con los jugos de ella y su polla volvió a temblar, la deseaba tanto, pero ella no se merecía que la follara, hoy no. Por eso pensó en otra alternativa, de nuevo se acercó a su cartera y está vez sacó un pequeño vibrador que siempre llevaba allí para casos de emergencia. 

Valeria tembló nuevamente al oír aquel zumbido. Luego sintió como el Dr. acercaba el aparato a su húmedo sexo, lo embadurnó con sus jugos y despacio lo introdujo en el húmedo sexo. Valeria gimió al sentir aquel conocido cosquilleo. El Dr. movió el aparato dentro y fuera de ella unas cuantas veces, después lo sacó y Valeria trató de serenarse, pero enseguida su Amo volvió a introducirle el vibrador, está vez a máxima potencia y moviéndolo sin parar hizo que Valeria llegara al borde del orgasmo. Entonces lo sacó. Lo dejó a un lado y poniéndose de nuevo frente a la muchacha le ordenó.:

Ahora chúpamela hasta que me corra. 

Valeria obedeció abriendo su boca para recibir la erecta polla de su Amo. Cuando la tuvo completamente dentro, cerro los labios y chupó, saboreó el masculino pene, sintiendo como su excitación y deseo aumentaba. Necesitaba una polla, pero sabía que no la tendría. Aquel era su castigo, por ser una niña mala. Chupando y saboreando a su Amo, lamiendo la dura polla, consiguió que el Dr. Valdés se corriera.   

Ya sabes, no dejes ni una gota — le advirtió él. 

Valeria obedeció tragando toda la leche que su Amo había vertido. 

Ahora vístete y sal de aquí. Ya veremos que hago contigo — fue la última orden que le dio el Dr. Valdés.

Y por primera vez Valeria sintió miedo, miedo de que su Amo, el Dr. Valdés decidiera prescindir de ella y rompiera su relación. 

Dr. yo… siento lo que ha pasado. Prometo que nunca volverá a suceder — trató de disculparse. 

Lo sé, pero ya te lo he dicho, vete, déjame solo. 

Valería se vistió y salió del despacho del Dr. Valdés. 

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martes, 15 de abril de 2025

EL FENONEMO CINCUENTA SOMBRAS DE GREY: DESENTRAÑANDO SU EXITO ARROLLADOR

Pocas sagas literarias han generado tanto debate, controversia y, sobre todo, un éxito comercial tan masivo como "Cincuenta Sombras de Grey" de E.L. James. Desde su nacimiento como fanfiction de "Crepúsculo" hasta convertirse en un fenómeno cultural global, la trilogía desató una ola de interés sin precedentes en el género erótico y transformó la forma en que se discuten las relaciones de poder y la sexualidad en la cultura popular. Pero, ¿cuáles fueron las claves de este éxito arrollador? ¿Qué elementos resonaron tan profundamente con una audiencia tan amplia?

Para comprender el fenómeno "Cincuenta Sombras", es crucial analizar diversos factores que convergieron en el momento adecuado:


1. El Poder de la Curiosidad y lo Prohibido:
La naturaleza explícita del contenido sexual y la exploración de dinámicas BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión), aunque a menudo suavizadas y romantizadas, despertaron una intensa curiosidad. Lo que antes se mantenía en la sombra o se consideraba tabú, se presentaba abiertamente, invitando a una lectura "transgresora" que atraía a un público ávido de nuevas experiencias literarias.

2. Una Heroína Identificable y una Fantasía Atractiva: Anastasia Steele, la protagonista, es inicialmente presentada como una joven insegura y relativamente inexperta. Su viaje de autodescubrimiento y su inmersión en el mundo de Christian Grey ofrecieron a muchas lectoras una figura con la que podían identificarse en sus propias inseguridades y anhelos. La fantasía de ser cortejada y deseada por un hombre poderoso, atractivo y misterioso como Christian, a pesar de sus peculiaridades, resultó irresistible para un amplio espectro de público.

3. La Mezcla de Romance y Erótica: Si bien el componente erótico fue un factor clave, la saga también se fundamentó en una historia de amor, aunque compleja y a menudo disfuncional. La tensión sexual entre los protagonistas, la exploración de sus vulnerabilidades y la promesa de una conexión emocional profunda fueron elementos que mantuvieron a las lectoras enganchadas, más allá de las escenas explícitas.

4. El Boca a Boca y la Comunidad Online: El origen de la saga como fanfiction le otorgó una base de seguidores preexistente y familiarizada con los personajes arquetípicos. A medida que los libros se publicaron, el boca a boca, impulsado por la curiosidad y la conversación en línea, jugó un papel fundamental en su difusión. Foros, redes sociales y blogs se convirtieron en espacios donde las lectoras compartían sus impresiones, fantasías y críticas, alimentando aún más el fenómeno.

5. La Oportunidad de Explorar la Sexualidad de Forma Segura: Para muchas lectoras, "Cincuenta Sombras" ofreció una oportunidad de explorar temas relacionados con la sexualidad, el poder y la sumisión en un entorno seguro y privado. La ficción permitía fantasear y reflexionar sobre estas dinámicas sin las presiones o juicios del mundo real.

6. La Adaptación Cinematográfica y su Impacto: La adaptación cinematográfica de la saga amplificó exponencialmente su alcance. Aunque criticada por su calidad y fidelidad al libro, la película llevó la historia a una audiencia aún mayor, generando un nuevo ciclo de interés y debate.


Sin embargo, el éxito de "Cincuenta Sombras" no estuvo exento de controversia. Las críticas se centraron en la idealización de relaciones poco saludables, la romantización del control y el posible retrato superficial y problemático de las dinámicas BDSM. Es importante reconocer estas críticas y fomentar una lectura reflexiva sobre los temas que plantea la saga.

En conclusión, el fenómeno "Cincuenta Sombras de Grey" fue una tormenta perfecta de factores: una mezcla de curiosidad por lo prohibido, una protagonista relatable, una fantasía atractiva, un fuerte boca a boca y la oportunidad de explorar la sexualidad en un espacio seguro. Si bien su legado sigue siendo objeto de debate, su impacto en la literatura erótica y en la conversación cultural sobre las relaciones de poder y la sexualidad es innegable. La saga abrió un diálogo que antes permanecía en la sombra, para bien o para mal, dejando una huella imborrable en la cultura popular del siglo XXI.

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jueves, 10 de abril de 2025

EXPLORANDO EL EROTISMO BDSM A TRAVÉS DE LA LITERATURA: AUTORES DESTACADOS

El género de la novela erótica BDSM ha experimentado un auge notable en los últimos años, lo que refleja un cambio en la manera en que la sociedad aborda la sexualidad y el deseo. Desde la aparición de la famosa "Cincuenta sombras de Grey" en 2011, han surgido muchas escritoras y muchas novelas de dicha temática en todo el mundo, e incluso algunas de ellas se han especializado en dicha tématica. Pero ¿a que se debe ese fenomeno?  Primero analicemos las caracteristicas de este fenomeno:


  • Exploración de la complejidad del poder y la sumisión:
    • Las novelas de este género profundizan en las dinámicas de poder que se manifiestan en las relaciones sexuales, explorando las motivaciones y emociones que impulsan a los personajes a asumir roles de dominación y sumisión.
    • A menudo, se presentan personajes complejos y moralmente ambiguos, cuyas acciones desafían las normas sociales y exploran los límites del placer y el dolor
  • Representación del consentimiento y la comunicación:
    • A diferencia de las representaciones estereotipadas del BDSM en el pasado, la literatura erótica contemporánea tiende a enfatizar la importancia del consentimiento informado y la comunicación abierta entre los participantes.
    • Las novelas de este género suelen explorar cómo se establecen los límites y se negocian los acuerdos en las relaciones BDSM, destacando la importancia del respeto mutuo y la seguridad.
  • Diversidad de perspectivas y experiencias:
    • El auge de la autoedición y la publicación en línea ha permitido que una amplia gama de autores exploren el BDSM desde diversas perspectivas y experiencias.
    • Esto ha dado lugar a una mayor diversidad en la representación de las prácticas BDSM, incluyendo diferentes orientaciones sexuales, identidades de género y expresiones de deseo.
  • Impacto en la cultura popular:
    • La popularidad de la novela erótica BDSM ha contribuido a una mayor visibilidad y aceptación de las prácticas BDSM en la cultura popular.
    • Aunque la representación del BDSM en la literatura y el cine a menudo es objeto de debate, su presencia en los medios de comunicación ha abierto un diálogo sobre la sexualidad y el placer.

AUTORES DESTACADOS


E.L. James:

  • Más allá de la controversia, es innegable el impacto de E.L. James en la popularización del BDSM en la literatura contemporánea.
  • Su trilogía, aunque criticada por su representación del BDSM, abrió un diálogo masivo sobre la sexualidad, el poder y el consentimiento.
  • James introdujo a millones de lectores a conceptos como la dominación, la sumisión y el contrato BDSM, aunque su interpretación generó debates sobre la ética y la seguridad.
  • Su trabajo sirvió como puerta de entrada para muchos a explorar más a fondo la literatura erótica BDSM.
  • Anne Rice (A.N. Roquelaure):

    • Bajo el seudónimo de A.N. Roquelaure, Anne Rice creó un mundo de fantasía erótica donde el BDSM se entrelaza con elementos de cuento de hadas y oscuridad.
    • "La bella durmiente" y sus secuelas exploran la sumisión y el placer a través de una lente de fantasía, con personajes que se entregan a deseos prohibidos.
    • Rice profundiza en la psicología de la sumisión y la dominación, creando una atmósfera sensual y opresiva que desafía las normas sociales.

    Kylie Scott:

    • Kylie Scott es conocida por sus novelas románticas eróticas con elementos de BDSM. Sus historias suelen centrarse en personajes complejos y relaciones intensas, con un equilibrio entre la sensualidad y el desarrollo emocional.


    Otros autores y tendencias:

    • La autoedición ha permitido que una diversidad de voces exploren el BDSM en la literatura erótica.
    • Autores como Sylvia Day y Laurell K. Hamilton han incorporado elementos de BDSM en sus novelas románticas, mezclando sensualidad con narrativas de suspense y fantasía.
    • El "Dark Romance" ha ganado popularidad, con autoras como Danielle Lori y Ana Huang, que si bien no centran sus novelas exclusivamente en el BDSM, si que incluyen elementos de dominación/sumisión y relaciones intensas.
    • También es importante destacar la existencia de obras literarias que tratan el BDSM desde una perspectiva más educativa y de autoayuda, con guías y manuales que explican las prácticas y los protocolos de seguridad.

    Temas recurrentes

    • La literatura erótica BDSM a menudo explora temas como el consentimiento, la comunicación, la confianza y la exploración de los límites personales.
    • Las dinámicas de poder, la sumisión y la dominación se representan de diversas maneras, desde relaciones consensuadas y seguras hasta escenarios más oscuros y transgresores.
    • Es crucial recordar que la ficción no es un reflejo de la realidad, y que las prácticas BDSM en la vida real requieren responsabilidad, comunicación y consentimiento.

    Consideraciones:

  • Es importante recordar que la novela erótica BDSM es un género de ficción. Las representaciones de las prácticas BDSM en los libros no deben tomarse como una guía o un modelo a seguir.
  • El BDSM es una práctica que requiere consentimiento, comunicación y seguridad.


  • domingo, 6 de abril de 2025

    SIETE DÍAS DE DESEO CAPITULO 1


    CAPITULO 1

    Por fin tenía unos días de vacaciones. Aria conducía su viejo Volkswagen Polo, en dirección a Javea, un pequeño pueblo de la costa alicantina, que le había parecido encantador en las fotos que había encontrado en internet. Había elegido ese pueblo, precisamente porque era pequeño y parecía agradable y necesitaba tranquilidad. El hotel que había elegido para pasar los 7 días de vacaciones que tenía, también era pequeño y familiar según decía la página web donde lo había encontrado. Solo le quedaban un par de kilómetros para llegar. Había salido de Barcelona a las 8.30 de la mañana y el viaje había sido bastante tranquilo, no había encontrado demasiado tráfico para ser finales de julio.

    Aria miró el reloj del coche, era la una del mediodía, perfecto, pensó, llegaría justo a la hora de comer. Y asi fué, a la 13.30 estaba frente al hotel. Aparcó el coche una calle más abajo, puesto que la calle donde estaba el hotel era peatonal. Eso le gustó a Aria, ya que garantizaba que el hotel fuera tranquilo. Caminó los pocos metros que la separaban del hotel y entró en la recepción. Tras el mostrador había un hombre de unos 30 años, calculó ella, alto, de pelo castaño y ojos azul grisáceo. Aria sintió que su corazón se saltaba un latido al verle. Se dirigió hacía él diciéndole: 

    Buenos días, tenía una reserva hecha para pasar unos días aquí. 

    Buenos días — respondió el hombre con una voz grave y cálida. Daniel Porcar, el dueño del hotel, se acercó desde detrás del mostrador. — Sí, usted es Aria Fernández, ¿verdad?

    Sí, la misma — confirmó Aria, sintiendo una corriente eléctrica al mirar los claros ojos de Daniel. 

    Bienvenida, yo soy Daniel Porcar, el dueño de este hotel, así que cualquier cosa que necesites solo tienes que decírmelo. 

    Un placer  — respondió Aria, estrechando su mano. Su tacto era firme y cálido, y Aria sintió una conexión instantánea.


    Daniel se giró hacía el panel donde tenían las llaves y cogió una. 

    Toma, habitación 222 en la segunda planta. Tienes el ascensor ahí mismo.—le indicó ¿Las maletas? 

    La tengo en el coche. Como he tenido que dejarlo en la otra calle no la he cogido.

    Ya, entiendo. Si me acompañas, yo te las subo — se ofreció Daniel. 

    Bien, vamos. 

    Javi, ven un momento que voy a por las maletas de la Srta. —  llamó Daniel a uno de sus empleados. 

    Se dirigieron juntos al coche. Aria abrió el maletero y sacaron su maleta y un neceser. Sin intercambiar palabra, regresaron al hotel. Dani la acompañó hasta su habitación, abrió la puerta y entró, dejando la maleta junto a la cama.

    Bueno, espero que disfrutes de tu estancia. Por cierto — añadió Dani —, esta noche, después de la cena, habrá una pequeña fiesta en el bar del hotel. Es una buena oportunidad para conocer a la gente del pueblo.

    Me encantaría — dijo Aria con una sonrisa.

    Daniel se despidió de Aria con una mirada enigmática y desapareció por la puerta. Luego cogió la maleta y la puso sobre la cama, empezando a ordenar y colocar su ropa en el armario que había tras la puerta de entrada. Cuando terminó, decidió cambiarse de vestido y subió al restaurante que estaba en la última planta para comer. 

    Al entrar al comedor, Dani la recibió con una sonrisa.

    Supongo que vienes a comer — dijo, con un brillo en los ojos.

    Así es.

    Pues tengo la mesa perfecta para ti.

    Dani la condujo hasta una mesa junto a la ventana, desde donde se veía el mar.

    Gracias.

    Aquí tienes la carta.— le dijó él dándole la carta — Que disfrutes.

    Aria observó la carta con detenimiento y cuando la dejó sobre la mesa, enseguida apareció el chico que había visto en la recepción preguntándole:

    —  ¿Qué desea para comer?

    ¿Tú también estás pluriempleado aquí, o eres el chico para todo? 

    El chico sonrió. Aria pensó que se parecía mucho a Dani y enseguida lo entendió.

    Bueno, este es un negocio familiar, podríamos decir, y yo soy el hermano de Daniel, así que por eso, todos hacemos de todo — se explicó Javi con una tierna sonrisa en los labios. 

    Entiendo. 

    Aria pidió los platos y Javi volvió a la cocina para pasar el pedido, mientras Daniel daba vueltas por el comedor, controlando que todo el mundo estuviera bien atendido. Aria pensó que sin duda había elegido bien el hotel, y que la frase que había leído en su web de que daban un trato cercano y familiar, era cierto. 

    Aria comió y tras la comida hizo una pequeña siesta, ya que se había levantado muy temprano para estar allí a la hora de comer, además de que conducir durante varias horas seguidas, había hecho que se sintiera cansada. Tras la siesta, se puso su bañador y bajó un rato a la playa. No le importaba estar sola, de hecho había decidido pasar aquellas vacaciones sola, porque lo necesitaba. Hasta unos meses antes, había estado con su novio, había ido con él a todas partes, así que cuando él le dijo que quería cortar, Aria se propuso que haría todo aquello que le apeteciera aunque fuera sola. Y allí estaba, sola, sin amigas, ni familiares, ni novios que le dijeran lo que tenía que hacer, o que decidieran por ella. En realidad, al principio tenía que pasar aquellos días con Berta, su mejor amiga, pero al final Berta se había caído y se había roto una pierna, justo dos días antes de empezar las vacaciones, así que al final tuvo que ir sola. 

    En la cocina del hotel, Dani y Javi estaban recogiendo, momento que aprovechaban para hablar.

    ¿Vas a ir solo a la fiesta de esta noche? — le preguntó Javi a su hermano.

    Sí, claro, como siempre ¿por qué lo preguntas?

    No sé porque me ha parecido que esa chica que ha llegado hoy te ha hecho ¿tilín?


    Dani rodó los ojos, desde que había dejado a Concha, Javi siempre le estaba buscando una novia.

    Bueno, es guapa, bastante guapa, pero nada más. ¿Y tú, vas a ir con alguien?

    No sé, creo que no — respondió Javi, con un tono más serio. — Últimamente, no me apetece mucho ir de fiesta.

    Dani lo miró con atención.

    ¿Estás bien, Javi?

    Sí, sí — respondió Javi, con una sonrisa forzada. — Solo... cansado. ¿Y tú? ¿No te sientes solo a veces?

    Dani dudó un momento, pero finalmente respondió:

    No necesito compañía.

    ¿Seguro? — Javi levantó una ceja. — Esa chica nueva... Aria, ¿verdad? Tiene algo…

    Déjame en paz, Javi — interrumpió Dani, aunque una chispa de curiosidad se encendió en sus ojos. — No voy a ir detrás de nadie.

    Como digas — respondió Javi, con una sonrisa. — Pero no digas que no te lo advertí.

    A las ocho de la tarde Aria volvió al hotel, se duchó y se puso guapa, pues después de cenar iría a la fiesta que Daniel le había comentado. Eligió un vestido rojo de gasa, se recogió el pelo en un moño alto y se maquilló un poco. Luego subió al restaurante para cenar. 

    Hola — la saludó Daniel alegremente. 

    Hola. 

    Te he reservado la misma mesa de antes  — le indicó — ¿Has pasado buena tarde? 

    Sí, la verdad es que sí — respondió ella con una sonrisa seductora.

    Toma la carta — dijo él dejando la carta de platos frente a ella — Veo que te has puesto muy guapa, supongo que irás a la fiesta. 

    Aria sonrió.

    Por supuesto, no puedo desaprovechar la invitación que me ha hecho un atractivo hombre. 

    También Daniel sonrió entonces al sentirse halagado. Sin duda, había algo entre ellos. Una atracción que ambos sentían, pero que ninguno se atrevía a admitir abiertamente. Dani se acercó un poco más a ella, sintiendo el aroma de su perfume.

    Espero que disfrutes de la fiesta — dijo Dani, con una voz que sonaba casi ronca —. Y de mi compañía.

    Aria le devolvió la mirada, con una sonrisa pícara. Luego Dani se alejó para atender a otros clientes. Cuando Javi le llevó el primer plato a Aria le preguntó:

    ¿Te ha contado mi hermano sus mejores chistes?

    Aria frunció el ceño, confundida.

    ¿Chistes?

    Sí, es un experto — dijo Javi, con una sonrisa divertida —. Aunque a veces son un poco malos. Si no te ha contado ninguno, pídeselo. Te aseguro que te reirás.

    Aria sonrió, intrigada.

    ¿De verdad?

    Absolutamente — respondió Javi, guiñándole un ojo —. Y si no te ríes, yo te cuento uno.

    Aria sonrió, mientras Javi se alejaba de nuevo hacía la cocina. Qué tipo tan peculiar, pensó. Tenía una energía contagiosa, una mezcla de picardía y sinceridad que la había desconcertado un poco. ¿Por qué estaría tan interesado en que hablara con su hermano? Se preguntó. ¿Acaso Dani era tímido? No lo parecía, con esa sonrisa segura y esa mirada que la había hecho sentir un cosquilleo en el estómago.

    Aria observó a Dani desde la distancia. Estaba atendiendo a un grupo de clientes, moviéndose con gracia y seguridad. Tenía algo que la atraía, una combinación de encanto y misterio. Pero también le preocupaba la insistencia de Javi. ¿Estaba todo esto orquestado? ¿Debía desconfiar de las sonrisas y los cumplidos?

    Sacudió la cabeza, tratando de despejar sus pensamientos. Estaba siendo paranoica. Javi solo estaba siendo amable. Y Dani... bueno, Dani era simplemente encantador.

    Decidió que lo mejor sería disfrutar de la fiesta y observar. Dejarse llevar, como siempre hacía.


    Tras una cena tranquila, Aria bajó al bar sobre las once de la noche. La fiesta, más que en el bar, se extendía por la amplia terraza que daba a la piscina. En una esquina, un pequeño conjunto musical, formado por un cantante, dos guitarras y un bajo, animaba la velada. El ambiente era vibrante, con una multitud animada y conversaciones que se mezclaban con la música.

    Aria divisó a Javi al otro lado de la terraza, inmerso en una conversación con una chica rubia. Asumió que debía ser su novia, sobre todo por la manera en que se miraban. En el centro de la terraza, una improvisada pista de baile, invitaba a moverse al ritmo de la música. Unas pocas parejas se deslizaban al compás de la melodía, y Aria las observó con una punzada de nostalgia. Hacía apenas unos meses, ella también bailaba así, abrazada a Marcos, su ex. Ahora, él bailaba con otra, y ella…

    ¿Quieres bailar? — oyó la voz de Dani en su oído. 

    Se giró hacía él y lo vió, vestido con una camisa blanca y unos pantalones finos de pinzas; se había cambiado para la fiesta, y estaba muy atractivo con aquella ropa. 

    ¡Ah, sí, si! 

    Se dirigieron a la improvisada pista de baile. En ese momento sonaba una balada, ”My heart will go on” de Celine Dion. Dani cogió a Aria por la cintura  con su brazo derecho y con el izquierdo sostuvo su mano derecha y entonces lo vio, el tatuaje del triskel BDSM que Aria llevaba en la muñeca. 

    ¿Eres sumisa? — le preguntó Dani observando el tatuaje. 

    Aria lo miró a los ojos y respondió:

    Ahora mismo no tengo Amo — confesó, con un deje de misterio—. ¿Y tú? ¿Tienes alguna sumisa?

    No, no ahora. Terminé una relación hace tiempo — respondió Dani, con un tono que denotaba cierta melancolía —. Desde entonces, prefiero la soledad.

    Entiendo — dijo Aria, con curiosidad —. ¿Y antes?

    Relaciones esporádicas, nada serio — continuó Dani —. Aunque aquí, en un pueblo tan pequeño, ya sabes cómo son las cosas... la gente habla.

    Sí, lo entiendo perfectamente.

    Y entonces, alguien empujó a Aria haciendo que su cuerpo se pegara más al de Dani y sintiera la erección que crecía entre ellos. 

    Lo siento — se disculpó Dani. 

    Aria se puso roja como un tomate, pero tratando de que no se le notara respondió: 

    No pasa nada. 

    Dani la apretó aún más contra sí, le gustó sentir el cuerpo de Aria y su calor tan cerca del suyo. La deseaba casi desde la primera vez que la había visto y no podía dejar de pensar como sería como sumisa. Sintió el deseo que le causaba y sin pensárselo demasiado y cogiéndola de la mano le dijo: 

    Ven.

    Aria le siguió sin saber porqué, pero aquel hombre tenía algo que la atraía enormemente y su profunda voz la embrujaba como si fuera un mago.

    Salieron del bar y entraron en el ascensor. Dani apretó sobre el botón que ponía Atico y cuando las puertas se cerraron se abalanzó sobre Aria, besándola apasionadamente. 

    Aria respondió al beso con la misma intensidad, sus manos enredándose en el cabello de Dani, mientras el ascensor ascendía, cada piso aumentando la tensión entre ellos. El beso se profundizó, una mezcla de deseo y anhelo acumulado durante toda la noche, un torbellino de emociones que los atrapaba. Cuando el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, ninguno de los dos se movió, atrapados en su propio mundo, ajenos al tiempo y al espacio. Dani rompió el beso, su respiración agitada y entrecortada.

    Aria… — susurró, su voz susurrante y cargada de deseo.

    Aria lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y nerviosismo, su corazón latiendo con fuerza.

    Dani… — respondió en un gemido apenas audible, un susurro cargado de anhelo.

    Dani tomó la mano de Aria y la sacó del ascensor. La llevó hasta la puerta del ático, su apartamento privado en el último piso del hotel. Abrió la puerta y la invitó a pasar. El lugar era grande y lujoso, iluminado por la luz de la luna que entraba por los ventanales. La vista del mar era impresionante, un manto oscuro con reflejos plateados. Aria se quedó sin palabras. Dani cerró la puerta y se giró hacia ella. La miró fijamente, con una expresión que prometía algo más.

    Este lugar es precioso — dijo Aria, su voz llena de admiración.

    No tanto como tú — respondió Dani, acercándose a ella.

    ¿Vives aquí? — preguntó ella tratando de alargar un poco más aquel momento.

    Mas o menos.

    Aria sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Dani la tomó por la cintura y la atrajo hacia él, sus cuerpos encajando a la perfección. El beso que siguió fue aún más apasionado que el anterior, una explosión de sentimientos que los envolvió por completo. Aria sentía que el mundo a su alrededor se desvanecía, dejando solo la intensidad del momento presente. El calor de los labios de Dani, la firmeza de sus brazos, el latido acelerado de su propio corazón... todo se mezclaba en una sinfonía de sensaciones abrumadoras. Era como si una corriente eléctrica la recorriera, despertando cada fibra de su ser.

    El beso se intensificó, y Aria se aferró a Dani, sintiendo que perdía el control. No le importaba. Quería más, quería sumergirse en esa vorágine de sensaciones, explorar cada rincón de ese deseo que la consumía. Era como si una parte de ella, una parte que había permanecido dormida durante mucho tiempo, despertara con una fuerza incontrolable.

    Entre beso y beso, un pensamiento fugaz cruzó su mente, Aria rompió el beso y mirando a Dani a los ojos le preguntó: 

    Espera, espera ¿qué vamos a hacer? 

    Nada que tu no quieras, ya lo sabes. 

    Sí, ya, pero ¿me vas a atar? — preguntó Aria, con una mezcla de curiosidad y nerviosismo.

    Claro, esa es la idea — confirmó Dani, con un tono que dejaba entrever una promesa

    Aria rió. Jamás había tenido una relación espontanea, o una noche de sexo BDSM sin que la hubiera planeado con su Amo, así que aquello le venía de nuevo. 

    Nunca he practicado sexo BDSM de manera espontanea, y… 

    Dani empezaba a acariciar su cuerpo y a desabrocharle la ropa. 

    Tú sólo déjate llevar — le aconsejó él.

    Aria sintió como su corazón se aceleraba; la idea de entregarse al momento, de explorar el BDSM sin las restricciones de su relación habitual, era a la vez excitante y aterradora. 

    Pero... ¿y si...? — comenzó a decir, pero Dani la interrumpió con un suave beso en los labios.

    Shhh — susurró él, sus manos deslizándose por su espalda, desabrochando el resto de los botones de su blusa. — No pienses. Solo siente. Si algo no te gusta, sólo di no.

    Aria cerró los ojos, permitiendo que las sensaciones la invadieran. El tacto de Dani era diferente al de su último Amo, más urgente, más libre. No había rituales, ni palabras clave, solo el calor de su piel contra la suya y la promesa de algo novedoso. Sintió que el vértigo de lo desconocido la invadía, pero quería seguir, quería sentirlo. Y finalmente hizo lo que él le había dicho, se dejó llevar. 

    Dani la guió hacia el sofá, donde la recostó suavemente. Sus ojos oscuros la observaban con una intensidad que la hizo temblar. Con delicadeza, comenzó a quitarle la ropa, explorando cada centímetro de su piel con besos y caricias. Aria jadeó, su cuerpo respondiendo a su toque con una mezcla de sorpresa y anhelo.


    El fuego del deseo ardía entre ellos. Aria también empezó a quitarle la ropa a Dani, pero este la detuvo. 

    No, espera. 

    Dani se quitó el pantalón, quitándole el cinturón y pidiéndole a Aria. 

    Tus manos. 

    Aria unió sus manos frente a ella y entonces él ató el cinturón alrededor de sus muñecas, apretándolo con fuerza. Dani sintió una oleada de poder recorrerlo, una mezcla de excitación y una extraña sensación de control. La mirada de Aria, una mezcla de sorpresa y deseo, le hizo sentir que el corazón se le salía del pecho.

    Dani observó cómo el cinturón marcaba la piel de sus muñecas, un recordatorio tangible de su poder sobre ella. Quería ser delicado, pero también quería explorar los límites de su deseo, los límites de ambos. La respiración de Aria, agitada y entrecortada, le confirmaba que estaba sintiendo lo mismo que él.

    Ahora — susurró él, con la voz áspera — soy yo quien decide.

    Aria tragó saliva, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Dani se acercó a ella, sus manos deslizándose por su cuerpo, explorando cada curva y cada rincón. Sus dedos trazaron el contorno de sus labios, bajaron por su cuello, se detuvieron en sus pechos, acariciándolos, estrujándolos, pellizcando sus pezones.

    Aria sentía la humedad acumulándose en su sexo licuado. Aquellas caricias suaves la estaban llevando al más allá. Sin pretenderlo, gimió. Y Dani esbozó una sonrisa de triunfo. Con delicadeza metió sus dedos entre los pliegues del sexo femenino, buscó el clítoris y lo acarició con suavidad. Aria dio un pequeño brinco, y emitió otro agudo gemido. Sin duda, estaba disfrutando, pensó Dani, que intensificó sus caricias, moviendo sus dedos con ritmo y precisión. Aria se retorció bajo su toque, sus caderas elevándose instintivamente en busca de más contacto. Sus gemidos se hicieron más fuertes, más urgentes, llenando la habitación con el sonido de su placer.

    Dani observó su reacción con una mezcla de satisfacción y deseo, un depredador complacido con su presa. Verla entregarse al placer, verla perder el control, lo excitaba hasta la médula. Intensificó sus movimientos, llevándola al borde del abismo, al precipicio del orgasmo. Y justo en el instante en que Aria sentía que el placer la desbordaba, se detuvo, un gemido de frustración escapó de su garganta.

    Espera — musitó él, su voz ronca y cargada de intención, mientras la colocaba en cuatro sobre el sofá, sus brazos apoyados en el respaldo —. Tienes un culo precioso.

    Aria sintió el roce de su erección contra su piel desnuda, una promesa de placer inminente. Parecía que él iba a poseerla por fín. Aria se estremeció y entonces se dió cuenta:

    No, espera, protección — dijo ella, recobrando la cordura en medio de la vorágine de sensaciones.

    ¡Ah, sí! — exclamó Dani, la urgencia tensando cada músculo de su cuerpo. Recordó haber guardado unos condones en el cajón del buffet hacía unos días, y se dirigió hacia allí con paso rápido.

    Cogió uno, lo abrió y se lo puso sintiendo como le apretaba. No le gustaba demasiado usar condones, pero entendía que en aquellas circunstancias, y en una relación esporádica debía usarlos por precaución. Se acercó de nuevo a su amante, y restregó su polla erecta por la humedad de ella, luego la guió suavemente hacía el interior de aquel húmedo y suave agujero. Aria gimió al sentir como entraba, al igual que él. Y por unos segundos, ambos se quedaron quietos, sintiéndose. 

    Un silencio cargado de anticipación llenó la habitación mientras Dani y Aria se adaptaban a la nueva intimidad. Dani comenzó a moverse lentamente, su cuerpo deslizándose dentro y fuera del de Aria con una suavidad que la hacía jadear. Cada empuje, era una ola de placer, una corriente cálida que se extendía por todo su cuerpo.

    Dani aumentó el ritmo, sus envites haciéndose más profundos, más intensos. Aria gritó, su cuerpo al borde del colapso. La sensación era abrumadora, una mezcla de placer y dolor que la hacía temblar.

    —  Dani… —  gimió, su voz apenas audible.

    —  Estoy aquí —   respondió él, en voz baja.

    Con un último empujón, Dani la llevó al borde. Aria gritó, su cuerpo convulsionando con olas de placer. Dani la siguió de cerca, su propio orgasmo llegando con fuerza. Se derrumbó sobre ella, su respiración agitada, su corazón latiendo a mil por hora.

    Permanecieron así, durante un largo momento, sus cuerpos unidos, sus mentes en silencio. El aire estaba cargado de la dulce fragancia del sexo, el eco de sus gemidos resonando en la habitación. Finalmente, Dani se levantó, le desató las manos y la ayudó a sentarse junto a él en el sofá. 

    Aria se estiró, sintiendo un agradable entumecimiento en los músculos. La libertad de sus muñecas era bienvenida, aunque la marca del cinturón aún permanecía, un recordatorio tangible de la pasión que habían compartido. Dani le ofreció una sonrisa suave, sus ojos brillando con una mezcla de satisfacción y afecto., y entonces pensó que por primera vez en mucho tiempo, había disfrutado como nunca antes lo había hecho.

    Fue… intenso — dijo, rompiendo el silencio.

    Sí, lo fue — Aria miró a su amante y él le dio un suave beso en los labios. — Debería irme a mi habitación.

    Hizo ademán de levantarse pero Dani dijo:

    O puedes quedarte aquí, hay sitio en mi cama.

    ¿Y qué pensarán el resto de huéspedes si descubren que has pasado la noche con una de ellas? — preguntó.

    ¿Qué piensen lo que quieran? Soy un hombre libre, puedo hacer lo que quiera — sentenció Dani, que tomó la mano de Aria, entrelazando sus dedos. — Oye, que te parece si durante estos días que vas a estar aquí — Dani hizo una pequeña pausa ordenando sus ideas para hacerle aquella propuesta — tu y yo, bueno, que tú podrías ser mi sumisa durante estos días.


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