lunes, 31 de marzo de 2025

SIETE DIAS DE DESEO

 Siete Días de Deseo: Una Semana que Cambiará tu Vida

¡Hola a todos mis queridos lectores! Hoy estoy muy emocionada de presentaros mi última novela, "Siete Días de Deseo". Esta es una historia que ha estado latiendo en mi corazón durante mucho tiempo, y finalmente ha cobrado vida en estas páginas.


¿De qué trata "Siete Días de Deseo"?

"Siete Días de Deseo" es una novela que te sumergirá en un torbellino de emociones, donde el amor, la pasión y el deseo se entrelazan de una manera que te mantendrá al borde de tu asiento. La historia sigue a dos almas que se encuentran en un momento crucial de sus vidas, y a través de siete días intensos, descubren que el deseo puede ser tanto una fuerza destructiva como una fuente de transformación.

¿Qué hace que esta novela sea especial?

  • Personajes complejos y apasionantes: Los protagonistas de "Siete Días de Deseo" son personajes que te cautivarán desde el primer momento. Sus luchas internas, sus miedos y sus deseos los hacen profundamente humanos y te permitirán conectar con ellos a un nivel emocional.
  • Una trama llena de giros inesperados: Esta novela te mantendrá en vilo con su trama llena de giros inesperados y momentos de alta tensión. Cada página te llevará a descubrir nuevos secretos y a cuestionar tus propias creencias sobre el amor y el deseo.
  • Una exploración profunda del deseo humano: "Siete Días de Deseo" no es solo una historia de amor, es una exploración profunda del deseo humano en todas sus formas. La novela te invita a reflexionar sobre tus propios deseos y a cuestionar las normas sociales que a menudo los reprimen.
  • Un estilo de escritura evocador: Mi objetivo al escribir "Siete Días de Deseo" fue crear una experiencia sensorial para el lector. A través de mi estilo de escritura evocador, te transportarás a los escenarios de la novela y sentirás las emociones de los personajes como si fueran tuyas.

¿Para quién es "Siete Días de Deseo"?

Esta novela es para todos aquellos que buscan una historia de amor apasionada y emocionante, pero también para aquellos que desean reflexionar sobre la naturaleza del deseo humano. Si te gustan las novelas que te hacen sentir y pensar, "Siete Días de Deseo" es para ti.

¿Dónde puedes encontrar "Siete Días de Deseo"?

"Siete Días de Deseo" ya está disponible en Amazon, librerías, etc. ¡No esperes más para sumergirte en esta historia que te robará el aliento!

Espero que disfruteis de "Siete Días de Deseo" tanto como yo disfruté escribiéndola. ¡Espero vuestros comentarios y opiniones!

SIETE DIAS DE DESEO: https://www.amazon.es/dp/B0F2ZPT1YG

martes, 25 de marzo de 2025

LA EXPOSICIÓN



Conocí a mi Amo en una exposición de arte, curiosamente, aunque ahora que sé que él tiene una galería de arte, entiendo que nos conociéramos allí. Una amiga mía me invitó a su exposición, habíamos sido amigas desde muy pequeñas con 5 ó 6 años, y ya desde entonces, a ella le gustaba pintar, de modo que con el tiempo, convirtió lo que para ella era su hobby en su profesión y se convirtió en una pintora que empezaba a tener cierto renombre entre los entendidos en arte y pintura. Como digo, ella, Cloe me había invitado a su exposición y mientras contemplaba un cuadro de un pintor en el que se veia a una mujer desnuda, atada a una cruz de San Andrés, él se me acercó y me dijo:

Hermoso cuadro, ¿verdad?

Sí, precioso.

Está muy bien dibujada la cara de la chica, con esa expresión de deseo y curiosidad por lo que le espera ¿verdad?



Me giré hacía él. Era un hombre guapo, alto, de pelo negro e intensos ojos marrón oscuro. Tendría unos 5 ó seis años más que yo, calculé. Iba vestido con un elegante traje de color gris marengo que le quedaba casi como un guante y le hacía parecer aún más distinguido de lo que parecía.

Sí, la verdad es que sí, es una imagen casi realista — le dije — ¿Quien es el artista que lo ha pintado?

Una promesa de la pintura, Alberto Albarado.

Vaya, por un momento pensé que quizás eras tu.

No, yo solo le presto el espacio para que expongan y vendo sus cuadros. Soy Dante de la Vega — se presentó tendiéndome su mano.

Yo se la estreché sintiendo como una corriente eléctrica me recorría cuando nuestros ojos se cruzaron.

Lucia Medina. ¿Eres el dueño de la galería?

Efectivamente — respondió, mirándome de arriba abajo y posando finalmente su mirada en mis tetas — ¿Te interesa el BDSM?

Bueno, lo he practicado, sí — le respondí — Deduzco que tú también.

Así es, aunque ahora mismo no tengo sumisa.

Yo tampoco tengo Amo en este momento — añadí.

Estuvimos hablando un rato, hasta que él tuvo que atender a algunos clientes. Antes de marcharme me pidió una cita. Durante unos días salimos, nos conocimos y finalmente me pidió que fuera su sumisa y yo acepté.

Los primeros días bajo su dominio fueron una mezcla embriagadora de anticipación y sumisión. Dante era un amo exigente, pero justo, que sabía cómo equilibrar el placer y el dolor. Nuestras sesiones eran intensas, explorando los límites de mi resistencia y mi deseo.

Recuerdo con especial intensidad nuestra primera sesión, en su galería, un escenario que aún hoy me hace estremecer. Me había citado para la inauguración de la nueva exposición de Alberto Albarado, y su petición fue clara: un vestido largo y elegante, pero sin rastro de ropa interior. La idea me provocó un torbellino de sensaciones. Jamás había combinado la sofisticación de un evento así con la osadía de sentir mi piel desnuda bajo la tela. La incomodidad inicial se transformó rápidamente en una excitación palpitante, una anticipación que me hacía arder por dentro. Cuando Dante me recogió, su mirada recorrió mi cuerpo con una intensidad que me dejó sin aliento. Supe, en ese instante, que la noche nos depararía emociones inolvidables. Cuando llegamos al lugar donde se realizaba la fiesta, antes de salir del coche, me subió la falda, metió su mano y comprobó si le había hecho caso con lo de la ropa interior.

Muy bien, vamos, zorra — me dijo. Lo que hizo que me excitara más.

Bajamos del coche y entramos en la galería. Me sentí excitada y a la vez un tanto preocupada. Pues como no sabía qué me iba a pedir, me preocupaba que fuera delante de tanta gente.

Tras eso, me presentó al autor de la exposición y después me dejó con él, mientras él fue a ver y saludar a otras personas, posibles compradores de aquellos cuadros. Yo, tras hablar un poco con el autor de los cuadros, decidí dar una vuelta por la galería observando los cuadros. Estaba en un rincón de una de las salas, la más alejada de la puerta de entrada y también la más pequeña, había sólo un par de cuadros en ella, y casi nadie, excepto yo y otra persona, un hombre mayor.

Sonó mi móvil, lo saqué del pequeño bolso que llevaba y era J.B, mi amo. Descolgué y lo saludé:

Hola.

Hola, preciosa sumisa. Ahora vas a hacer todo lo que te pida. ¿De acuerdo? Si no lo haces tal y como te pido, serás castigada. ¿De acuerdo?

Sí, Señor — le respondí expectante.

Bien, date la vuelta y mira hacia la puerta.


Obedecí y en la puerta de la sala, apoyado en el marco, estaba él. El hombre mayor acababa de abandonar la sala, pero por detrás de él pasaba gente. Ambos colgamos la llamada y yo guardé mi móvil en mi bolso. Y entonces me dijo:

Levántate la falda y enséñame tu sexo.

¿Aquí, ahora? — le pregunté con cierta duda, cualquiera podía vernos, por lo que me incomodaba un poco exhibirme para él de aquella manera.

Sí, aquí y ahora, hazlo o te castigaré.

Sabía que hablaba en serio, que lo haría y que debía obedecerle, así que resignandome lo hice.

Sí, Señor. — Le respondí y me subí la falda poco a poco, sólo un poco, por la parte delantera, traté de hacerlo disimuladamente, para que la gente que pasaba por detrás de él no se diera cuenta de lo que estaba pasando.

Muy bien — dijo él al ver mi sexo asomar por debajo de la falda.

Ahora tócate un poco. Pasa tus dedos por tu humedad y luego vienes a mí y me ofreces tus dedos para que los chupe.

La excitación me consumía, cada roce me acercaba más al límite. Obedecí, mis dedos exploraron la humedad que me inundaba, y con la falda aún ligeramente levantada, me acerqué a él y le ofrecí mis dedos impregnados de mi esencia. Sus labios los envolvieron con una lentitud que me hizo temblar. El sonido de su succión resonó en mis oídos, y la imagen de su boca sobre mi clítoris me hizo sentir un calor abrasador, una sensación de derretirme por completo.

Luego te haré mía por completo —susurró, su voz ronca me erizó la piel—. Pero ahora, tengo asuntos que atender.

Sí, Señor —respondí, mi voz apenas un suspiro.

Te daré instrucciones —dijo, y supe que estaba a punto de sumergirme en un juego aún más intenso.

Seguí dando vueltas por la galería, observando cuadros, cuando vi a un camarero que llevaba una bandeja con copas de cava, me acerqué y cogí una. Aunque no lo pareciera, J.B. daba vueltas por la sala sin perderme de vista, observándome, controlando lo que hacía y adónde iba en cada momento. Pasada casi una hora me llamó otra vez y me dijo:

Esto está a punto de terminar, así que dirígete al piso superior, donde está mi despacho, por la escalera que hay junto a la puerta de entrada. Allí, cierra la puerta con el pestillo, desnúdate y espérame desnuda. Cuando llegue tocaré la puerta tres veces seguidas, ábreme.

Sí, Señor — le respondí.

Hice lo que me pidió y subí hasta su despacho, donde, tras cerrar con el pestillo, me desnudé. Estaba excitada, cada vez más, sentía la humedad entre mis piernas. Así que no podía sentarme, pues mojaría la silla o el sillón que tenía en una esquina del despacho. Puesto que debía estar de pie, decidí dar una vuelta por el despacho, observar las fotos que tenía en los estantes, los libros, los pocos papeles que había sobre la mesa y cuando estaba sumergida en todas esas cosas, oí que llamaban a la puerta tres veces seguidas, sin duda era él. Abrí la puerta y él entró. Cerró la puerta tras de sí, con el cerrojo y su voz sonó grave y dominante exigiéndome:

Date la vuelta y pon tus manos a la espalda.

Obedecí, mientras él se quitaba la corbata que llevaba puesta durante el evento, y me ató las manos en la espalda con esta.

Ven — me dijo, llevándome hasta la mesa. — Inclínate — me ordenó, empujándome del cuello.

Lo hice y entonces, sentí que ataba mis piernas a las patas de la mesa, de modo que quedaran abiertas.

Muy bien, Sumisa, ¿dispuesta para nuestra primera sesión?

Sí, Señor — respondí sintiéndome totalmente excitada.

Bien, pues antes de seguir debo darte algunas instrucciones más, que seguirás cada vez que nos encontremos. Hoy no las voy a tener en consideración, pero la próxima vez sí. ¿De acuerdo?

Sí, Señor.

Siempre te pondrás el collar antes de empezar la sesión, te llamaré al móvil para que vengas hasta aquí siempre que vayamos a tener una sesión, cuando te llame vendrás enseguida, nada de excusas, ni de estoy haciendo esto o aquello y ahora no puedo. Siempre estarás dispuesta para mí, ¿De acuerdo? Esta será una relación sólo de Amo y Sumisa, no creo en el amor dentro del BDSM, así que no te hagas ilusiones, porque no seremos pareja más allá de nuestra relación Amo-Sumisa. Ahora, vamos a ver cómo te comportas, putita — terminó, acariciando mi culo.

Gemí, al sentir su mano, metió sus dedos entre los pliegues de mi vagina y pudo comprobar que estaba muy húmeda.

Uhmm, realmente estás mojada, ¿quieres que te folle? — me preguntó.

Sí, Señor — le contesté jadeando, mientras sentía cómo metía uno de sus dedos dentro de mí.

Pues ya veremos si lo hago, depende de cómo te portes, como también puede ser que te folle con otra cosa — añadió introduciendo otro dedo y moviéndolos ambos dentro y fuera de mí.

Un gemido se escapó de mis labios, la excitación me recorría como un torrente. Entonces, con una rapidez inesperada, sus dedos abandonaron mi humedad y el sonido seco de sus palmadas resonó en mis nalgas. El ardor me despertó, una mezcla de sorpresa y deseo me invadió. Se giró hacia un pequeño armario tras la mesa, sacando una bolsa de deporte que depositó sobre la silla.

Veamos qué tesoros escondemos aquí —murmuró, su voz cargada de intención.

De la bolsa, extrajo un flogger, su mirada se encontró con la mía, una chispa de malicia brilló en sus ojos.

Empezaremos con esto —sentenció, y supe que el juego estaba a punto de volverse aún más intenso.


El flogger silbó en el aire, azotando mis nalgas con precisión. Los gritos se ahogaron en mi garganta, un fuego abrasador se extendió por mi piel, tiñéndola de un rojo intenso. Se detuvo, su aliento rozó mi oído mientras preguntaba:

¿Te gusta?

Sus dedos se deslizaron hacia mi centro, acariciando con suavidad mis labios hinchados y mi clítoris palpitante. Un gemido se escapó de mis labios, mi cuerpo se arqueó ante su tacto.

Sí... —susurré, la voz entrecortada por el placer—. Me encanta.

El flogger volvió a silbar, azotando mi piel con una furia que me arrancó gemidos de placer y dolor. Mis nalgas ardían, cada golpe un recordatorio de su poder, mientras sus dedos danzaban en mi entrada, provocando espasmos de placer.

¿Te gusta esto, zorrita? — susurró, su voz ronca me erizó la piel.

Sí, Señor — gimoteé, mi cuerpo temblando ante la mezcla de dolor y excitación.

Los azotes continuaron, cada golpe me llevaba más allá del límite, un placer oscuro y desconocido se apoderaba de mí. Se detuvo, dejando el flogger a un lado, y sus manos me acariciaron con fuerza, marcando mi piel con el calor de su deseo. Luego, rebuscó en la bolsa, sacando un consolador y un lubricante. La punta fría del consolador rozó mi entrada, y supe que estaba a punto de sumergirme en un nuevo nivel de sumisión. Lo introdujo lentamente, estirando mi carne, llenándome por completo.

¿Te gusta ser follada por un consolador, putita? — preguntó, su voz cargada de malicia.




Un gemido se escapó de mis labios, un suspiro de rendición.


Sí — jadeé, la voz cargada de deseo—. Me encanta, me vuelves loca.


El consolador se deslizaba dentro de mí con un ritmo perfecto, una tortura placentera que me mantenía al borde del abismo.


Esto es lo que deseas, ¿verdad, putita? — susurró, su voz grave y sensual me hizo estremecer —. ¿Ser tomada, sin importar cómo? Eres realmente un puta, dímelo, dime que eres mí puta.

Soy tu puta, Señor — respondí, la sumisión en mi voz tan palpable como el placer que me consumía. El consolador se movió con más intensidad, llevándome al límite, haciéndome temblar de deseo.


Sacó entonces el consolador y volvió a la bolsa a buscar algo. Extrajo un Magic Wand. Me sorprendió verlo, pues nunca había visto ninguno tan de cerca Lo encendió, el zumbido vibrante llenó el aire, y la punta del Magic Wand rozó mi clítoris, enviando ondas de placer a través de mi cuerpo. Los gemidos brotaron de mis labios, incontrolables. No me di cuenta, perdida en la vorágine de sensaciones, de que su otra mano había regresado con el consolador, deslizándolo de nuevo dentro de mí. La combinación era celestial: el Magic Wand masajeando mi clítoris, el consolador llenándome por completo. La excitación me consumió, un torbellino de placer que me arrastraba hacia el orgasmo. Mientras me retorcía y gemía, él susurró:


Eres exquisita, mi sumisa.


Las palabras se ahogaron en mi garganta, reemplazadas por gemidos y suspiros de puro placer. La combinación del Magic Wand y el consolador me llevó al borde del abismo, y me desplomé en un torrente de espasmos y gritos de éxtasis. Justo cuando mi cuerpo aún temblaba por el orgasmo, sentí el roce de su piel contra la mía. Desabrochó su pantalón, liberando su erección, y en un movimiento fluido, me penetró. Sus embestidas eran fuertes y profundas, llenándome por completo, mientras susurraba palabras obscenas, reclamándome como suya. El placer me invadió de nuevo, una ola de calor que me llevó a otro orgasmo, justo cuando él se derramaba dentro de mí.


Después, me liberó de mis ataduras, y nos acomodamos en el sillón, yo a horcajadas sobre él. Sus manos recorrían mi cuerpo, acariciando mi piel aún sensible, mientras me decía lo bien que lo había hecho. Me preguntó cómo me sentía, y hablamos largo y tendido sobre las sensaciones y emociones que habíamos experimentado. Fue una primera sesión inolvidable, un despertar a un mundo de placer y sumisión que me dejó sin aliento.



****************************



Si está historia de ha gustado, puedes leer más de mis relatos o novelas aquí: 

https://www.amazon.es/s?i=digital-text&rh=p_27%3AErotika++Karenc&s=relevancerank&text=Erotika++Karenc&ref=dp_byline_sr_ebooks_1 

Para saber más de mí o de futuros proyectos, puedes seguirme en mis redes:  

INSTRAGRAM: https://www.instagram.com/erotika.karenc/ 

TWITTER: https://twitter.com/erotikakarenc 

o escribirme a mi email: erotikakarenc@yahoo.es (siempre que sea de manera educada y respetuosa, no contesto a mensajes de tipo sexual) 

miércoles, 12 de marzo de 2025

NOCHE DE SUBASTA

Había leído sobre ello, lo había imaginado en sus sueños más oscuros, pero nunca se había atrevido a dar el paso. La invitación yacía sobre la mesa, un pedazo de papel con una dirección y una hora. La duda y el deseo luchaban dentro de ella, mientras se preparaba para adentrarse en un mundo desconocido. ¿Qué debía ponerse? La voz que la había llamado había dicho que se pusiera algo sexy. Releyó la invitación, buscando alguna pista, alguna señal que le diera valor para cruzar el umbral:

EL CLUB HONEY SE COMPLACE EN INVITARLO A NUESTRA

”NOCHE DE SUBASTA”

Qué se celebrará el próximo día 15 de marzo a las 12.00 p.m.

Rogamos confirme su asistencia en nuestro numero de Whatsapp: 555-01-99-69

Código de vestimenta: Sexy

Club Honey C. Muntaner, 365


El club Honey era un club de BDSM, ella había oído hablar de él, pero nunca había ido. En realidad, nunca había practicado el BDSM, pero le llamaba poderosamente la atención. Había estado buscando en internet, concretamente en la página web del club, como eran los diferentes eventos que se presentaban y al parecer la noche de subasta era de los más famosos y concurridos. Según decía en la web se subastaban sumisas y sumisos por los que pujaban los Doms para tener una noche de pasión y BDSM con ellos. El dinero que se recaudaba en dicho evento se dedicaba a causas beneficas.

Buscando algo que realmente la hiciera sentir sexy, encontró un mono negro ajustado. Solo se lo había puesto una vez, pues le parecía demasiado revelador, marcando cada curva de su cuerpo. Al verse en el espejo, Violeta sonrió. Le gustaba lo que veía.

“Debes ir tu sola” recordó que le había dicho la profunda y sexy voz masculina que le había llamado aquella misma mañana para decirle que recibiría la invitación y que debía acudir a la fiesta. Cuando estuvo lista, metió su monedero y su móvil en un pequeño bolso negro y llamó a un taxi, en el que fué hasta el club.

¿Quien sería aquel hombre que le había enviado la invitación? ¿Su jefe quizás? No, lo descartó enseguida. Alberto Pérez no parecía el tipo de hombre que se dedicaría a practicar el BDSM y además tenía novia.

¿Su vecino Marcos? Violeta recordó que alguna que otra vez en las noches de verano que pasaban en la terraza del edificio habían hablado de ello. Pero la voz de Marcos no era tan varonil.


Cuando llegó al club, Violeta se sintió abrumada. Todo era tan extraño. Presentó la invitación en la entrada y un hombre alto y fornido fué quien le dejó entrar. A continuación una chica rubia, que llevaba un vestido blanco muy sexy le preguntó:

— ¿Quiere participar en la subasta?

Violeta no se lo pensó dos veces y respondió:

— Sí.

— ¿Seguro? — le preguntó la rubia.

— Sí, por supuesto.

— Bien, ¿como te llamas?

— Violeta Garcia

La chica rubia apuntó el nombre en una libreta. Violeta siguió por el pasillo hasta el final donde dio a un gran sala, que estaba iluminada por una luz tenue y parpadeante, creando sombras danzantes en las paredes. La música ambiental era una suave y envolvente melodía, que invitaba a la relajación y al deseo.

La gente que ya había y que llenaba el espacio iban vestidos con elegantes trajes y todos llevaban máscaras que ocultaban su identidad, lo que le añadia un toque de misterio. En el centro de la sala había un escenario elevado y alrededor de este había algunos palcos privados donde hombres con elegantes trajes hablaban entre si, había también algunas mujeres elegantemente vestidas con vestidos de noche. Alrededor y detrás de los palcos había mesas y sillas ocupados por hombres y mujeres que o bien iban semidesnudos o llevaban ropas algo más sencillas y sexys que las que llevaban la gente que estaba en los palcos. Violeta dedujo que la mayoría serían sumisos y que los que estaban en los palcos serían Amos.

Vio que uno de los hombres que estaba en el palco central e iba vestido con un elegante traje rojo la observaba y que salió del palco para dirigirse hacía ella.

— Bienvenida Srta. García — le dijo el hombre y entonces Violeta reconoció la voz, era el hombre que la había llamado aquella mañana para decirle que recibiría la invitación y que debía acudir a la fiesta. — Soy Mr. Magnus, hemos hablado esta mañana por telefono.

— Sí, lo recuerdo. ¿Nos conocemos? ¿Es usted...? —Violeta lo miró con incredulidad—. ¿Es usted quien me envió la invitación? ¿Por qué? ¿Qué está pasando?

Mr. Magnus sonrió de un modo un tanto artificial.

—Pronto lo sabrás todo, Srta. García. Pero antes, tenemos una noche que disfrutar. ¿Te has apuntado a la subasta?

— Sí — respondió ella. — Aunque aún no sé si podré pujar o por quien.

Mr. Magnus se rió.

— ¡Oh, disculpe! Creo que lo ha entendido mal. Es por usted que pujaremos, toda esa gente que hay en los palcos.

Violeta se puso blanca, sentía que quería desaparecer

—¿Yo? ¿Qué quiere decir? No entiendo.

—Pronto lo entenderás todo, Violeta—respondió Mr. Magnus, con una sonrisa enigmática.

Y entonces una chica que iba vestida igual que la rubia que había apuntado su nombre en la libreta se acercó a ella y le dijo:

— Colóquese en la fila, por favor.


Violeta obedeció, colocándose en la fila que le había indicado, donde había otros hombres y mujeres como ella. Su cabeza no paraba de dar vueltas y empezaba a arrepentirse de haber ido hasta allí. ¿Por qué había sido tan inconsciente? Sin duda, su mayor defecto era que le podía más la curiosidad que su propio sentido común. Pero ahora ya no podía dar marcha atrás tenía que aceptar las consecuencias de sus actos.

Las luces del escenario de encendieron y salió un hombre vestido también con traje y corbata:

— Buenas noches, bienvenidos a la noche de subasta. Ya tenemos preparados a nuestros chicos y chicas y creo que vosotros ya teneis también las pizarras así que… ¡Vamos allá! En primer lugar tenemos a…

Violeta dejó de oir lo que el presentador decía, necesitaba pensar, ¿qué pasaria ahora? ¿quien pujaría por ella? Sintió que la miraban desde todos los ángulos, como si fuera un objeto en exhibición. La idea de ser subastada la hacía sentir vulnerable y expuesta.

Oyó que el presentador pronunciaba su nombre y subió al escenario.

— Veamos cual es la puja por esta bella señorita.

Violeta buscó con la mirada a Mr. Magnus, preguntándose si él sería uno de los postores. Lo vio sentado en un palco elevado, observándola con una sonrisa enigmática. Sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Qué clase de juego estaba jugando?

Un hombre elevó su pizarra con un número escrito en ella: 5,000. El hombre parecía mayor y a Violeta no le gustó nada. Deseó que alguien pujara más por ella, y entonces vio como Mr. Magnus elevaba su pizarra con un numero: 20.000 Violeta suspiró aliviada.

El presentador anunció:

— ¡Vendida por 20.000 al caballero de rojo!—

Violeta sintió una mezcla de alivio y confusión. Le alegró que Mr. Magnus pujara por ella, pero ¿qué intenciones tenía?

Violeta bajó del escenario y Mr. Magnus se acercó a ella:

— Bien Violeta, por esta noche serás mi sumisa.

— Ya, pero yo… — trató de protestar ella.

— ¿No quieres conocer los placeres que te puede ofrecer el BDSM?

Violeta dudó por unos segundos, pero enseguida respondió:

— Sí, pero esto…

— Creo recordar que alguna vez lo has dicho y yo estoy dispuesto a cumplir tus deseos.

Violeta estaba cada vez más desorientada y sorprendida. ¿Quien era realmente aquel hombre? ¿Cómo sabía aquello y donde lo había oído? ¿o quien se lo había dicho? Todo eran dudas para ella y no estaba segura si de verdad quería seguir con aquello.

—No te preocupes, Violeta — continuó Mr. Magnus, tomando su mano —. Todo tiene una explicación. Y pronto, todo tendrá sentido. Pero ahora, déjate llevar. Confía en mí.

Violeta suspiró.

— Esta bien. ¿Qué tengo que hacer?

— Primero me acompañaras, la noche apenas acaba de empezar. Ven conmigo.

Violeta obedeció siguiendo a Mr. Magnus. Entraron en un pasillo donde había varias puertas. Mr. Magnus sacó una llave de su bolsillo y abrió una de las puertas, tras la cual se encontró una hermosa habitación con toda clase de aparatos para diferentes practicas bdsm.

— Bienvenida a mi mundo — dijo Mr. Magnus, su voz resonando en la habitación.

Violeta observó el lugar con asombro y una creciente excitación. Las paredes estaban cubiertas de espejos, reflejando la tenue luz de las velas. En el centro de la habitación, una cama de madera oscura que invitaba a la sumisión. Cuerdas, látigos y otros instrumentos colgaban de las paredes, creando una atmósfera de peligro y seducción. Violeta sintió que su corazón latía con fuerza, anticipando las experiencias que le esperaban.

Mr. Magnus se acercó a ella por detrás, besó su hombro suavemente y le preguntó:

— ¿Estás lista?

Violeta suspiró afirmando con su cabeza. Mr. Magnus le bajó la cremallera de mono, quitándoselo con suavidad, tratando de que ella se sintiera cómoda. Violeta se dejó hacer, su corazón iba a mil por hora y su respiración cada vez se hacía más pesada.

Mr. Magnus se puso frente a ella y la observó de arriba abajo.

— Eres preciosa. Un diamante en bruto.

Violeta lo miró a los ojos tratando de adivinar quien era.

— ¿Puedo saber quien eres? — le preguntó.

— Todavía no, todo a su debido tiempo, tú sólo confia en mí y creeme cuando te digo que jamás haría nada que te hiciera daño.

Mr. Magnus se desnudó también quedándose en ropa interior, como estaba ella en ese momento. Le pareció que esa era la mejor manera de hacer que ella se sintiera cómoda con la situación.

— Ven aquí preciosa —le pidió él, acercándose a las cadenas que pendían del techo.


Violeta sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Estaba segura de querer hacer esto? ¿Estaba dispuesta a entregar el control por completo? La duda y el deseo luchaban dentro de ella, pero la mirada de Mr. Magnus la atraía como un imán.

— No voy a hacerte daño, es más te gustará. Confía en mí — respitió él.

Ella dudó un poco pero finalmente, se acercó a él, sintiendo que se adentraba en un territorio desconocido, pero había algo en él que le hacía confiar y desear seguir con aquello. No sabía porqué, pero realmente estaba segura de que él no le haría daño.

Mr. Magnus le ató las muñecas con suavidad, pero firmeza, y luego la elevó ligeramente, dejándola suspendida en el aire. Luego le quitó las braguitas, dejándolas caer a sus pies. Violeta sintió que la adrenalina le recorría las venas, anticipando las sensaciones que estaban por venir. El hombre tomó un látigo de la pared y lo hizo silbar en el aire, creando un sonido que erizó la piel de Violeta. ¿Iba a azotarla? Todo su cuerpo se estremeció.

El primer latigazo cayó sobre su culo, y Violeta se sobresaltó. Un pequeño gemido salió de su garganta. Casi ni le dio tiempo a recuperarse cuando sintió el segundo latigazo, y seguidamente sintió unos cuantos más, ni siquiera supo cuantos, pues perdió la cuenta. El dolor se mezclaba con el placer, creando una sensación confusa y embriagadora. Sus manos se aferraron a las cadenas, sus uñas clavándose en la piel, mientras su cuerpo se retorcía bajo el látigo. La voz de Mr. Magnus, ronca y dominante, resonaba en sus oídos, ordenándole que se entregara por completo. Y ella lo estaba haciendo.

Mr. Magnus se detuvo, observó como aparecian las marcas rojas sobre el cuerpo de su improvisada sumisa y sintió que el poder lo recorría como un escalofrío. La forma en que ella se retorcía y gemía bajo su látigo, la forma en que se aferraba a las cadenas, le producían una oleada de excitación. Se sentía como un artista contemplando su obra, un creador que había dado vida a una criatura de sumisión y deseo. Dejó el látigo en su sitio y cogió un pequeño vibrador de la mesita de noche. La luz roja que emitía parpadeaba, creando sombras danzantes en las paredes. Violeta sintió un escalofrío de anticipación, mezclado con un toque de nerviosismo. ¿Qué sensaciones le esperaban? Mr. Magnus se acercó a ella, deslizando el vibrador por su piel, explorando cada curva y cada rincón de su cuerpo. Cuando llegó a su sexo, lo restregó por su humedad primero, luego lo sujetó con firmeza sobre el clítoris y dejó que Violeta sintiera le vibración sobre este, haciendo que el placer empezara a crecer como una ola imparable. Un gemido de placer escapó de sus labios, y su cuerpo se retorció bajo el vibrador. La sensación era intensa, casi dolorosa, pero Violeta no podía evitarlo. Se sentía como si estuviera perdiendo el control, como si estuviera a punto de desmoronarse, y esa sensación la excitaba aún más. El Dom, introdujo el vibrador en su hendidura y la joven gimió. Aquella sensación de placer que se extendía desde su centro por todo su bajo vientre la tenía en un estado de éxtasis absoluto. Sus pensamientos se desvanecieron, dejando solo la sensación del vibrador y el calor que se extendía por su cuerpo. Se sentía como si estuviera flotando, como si estuviera a punto de desmoronarse en un torbellino de placer.

Mr. Magnus quitó el vibrador de golpe, el placer que Violeta sentía se detuvo en seco y un jadeo de frustración escapó de su garganta.

— Tranquila, pequeña. Mira como me tienes — señaló su erección y despacio se quitó el slip.

Violeta lo observaba con atención, con deseo incluso. Realmente le estaba gustando sentirse dominada de aquella manera. Y como había dicho, Mr. Magnus no le había hecho daño, sino todo lo contrario, le había producido un placer que nunca antes había sentido. Su Amo se acercó a ella, acarició suavemente su piel con una de sus manos y poniéndose frente a ella le dijo:

— Ahora te voy a poseer, te voy a hacer mía.

Violeta jadeo, sin dejar de observar los oscuros ojos de Mr. Magnus, ella también lo deseaba y dio su consentimiento de un modo casi imperceptible pero que Mr. Magnus captó al momento. La besó con suavidad y la cogió por las piernas abriéndoselas y colocándolas alrededor de su cintura, acercó su polla erecta al femenino sexo y la penetró. Violeta se estremeció jadeando. La sensación era abrumadora, pero también extrañamente reconfortante. Se sentía vulnerable, expuesta, pero también segura en los brazos de Mr. Magnus. Había entregado el control por completo, y esa sensación la excitaba de una manera que nunca antes había experimentado. Mr. Magnus la abrazó y empezó a moverla para que se empalara sobre su erecto miembro. Primero despacio, marcando cada embestida con una lentitud pasmosa, después acelerando sus movimientos haciendo que su polla entrara hasta lo más profundo de su bella amante. Violenta gimió al sentir el inicio de su orgasmo. Mr. Magnus pudo sentir los espasmos de la femenina vagina alrededor de su miembro y como ella se estremecía alcanzando el orgasmo, lo que disparó su propio placer haciendo que él se corriera también.

Cuando ambos se calmaron. El hombre la soltó, dejando caer sus piernas al suelo. Violeta estaba agotada, derrotada y rendida. Con paciencia Mr. Magnus le desató las muñecas, la cogió en brazos y la llevó hasta la cama.

— Lo has hecho muy bien — le susurró.

Violeta lo miró a los ojos, sintiendo una extraña mezcla de confusión y deseo. Mr. Magnus sonrió y, con un gesto lento y deliberado, se quitó el antifaz. Violeta se quedó sin aliento.

—¿Tú...?—susurró Violeta, sin poder creer lo que veía.

—Sí, Violeta—respondió él, con una voz suave—. Soy yo.

Era su jefe. Un torbellino de emociones invadió a Violeta. La sorpresa, la incredulidad, el deseo... todo se mezclaba en un cóctel embriagador. Había deseado que fuera él, pero por momentos había desechado la idea. Ahora lo entendía todo, claro, por como sabía él todo aquello de ella, como… Y entonces él le contestó diciendo:

— Leí tu diario, el que guardas en el segundo cajón de tu mesa bajo una caja de madera.

Violeta rió, alegrándose y a la vez avergonzándose de que lo hubiera hecho. Él la miró a los ojos nuevamente y se besaron con pasión.

                                                                    ____________________

Si está historia de ha gustado, puedes leer más de mis relatos o novelas aquí: 

https://www.amazon.es/s?i=digital-text&rh=p_27%3AErotika++Karenc&s=relevancerank&text=Erotika++Karenc&ref=dp_byline_sr_ebooks_1 

Para saber más de mí o de futuros proyectos, puedes seguirme en mis redes:  

INSTRAGRAM: https://www.instagram.com/erotika.karenc/ 

TWITTER: https://twitter.com/erotikakarenc 

o escribirme a mi email: erotikakarenc@yahoo.es (siempre que sea de manera educada y respetuosa, no contesto a mensajes de tipo sexual) 

DESEO OCULTO 4

— Ven a mi despacho ahora mismo — me ordenó sin preámbulos. Mi corazón se disparó, latiendo a mil por hora. ¿Le habría gustado la escena ...