lunes, 10 de octubre de 2022

EN UNA CALLE SOLITARIA Y OSCURA


Pasábamos por aquella calle para ir a la fiesta, ni siquiera sé de quién fue la idea de pasar por allí, era una calle estrecha y angosta, solitaria, y al llegar hacia la mitad él se detuvo. 

— ¿Qué pasa? ¿Por qué nos detenemos? — le pregunté extrañada.
Miró a lado y lado, luego me miró a mí y un escalofrío me recorrió, enseguida vi en sus ojos aquel brillo y me di cuenta, iba a hacerlo. Me empujó hacia la pared, me colocó de cara a esta y yo gemí. 
 — Voy a hacerte mía, ahora y aquí — musitó.
— ¿Ahora? — lo interrogué sorprendida, incluso un poco asustada.  
Pero no me respondió, estaba ocupado ya tratando de desnudarme, bajándome la blusa para poder acariciar mi pechos. Gemí al sentir como apretaba uno de ellos, y después lo estiraba, produciéndome cierto dolor. Con la otra mano subió mi falda, atrapó mi nalga desnuda y la sobó. Gemí, me gustaba aquello, me gustaba que me tratara como a una puta. Me gustaba que fuera así, salvaje, y sorprendente a la vez. Oí la cremallera de su pantalón bajando, suspiré, empujé hacía él, deseando tenerle ya dentro de mí. 
— Quieta — me ordenó él — Ya sabes quien manda aquí. 
Afirmé con la cabeza y dejé que fuera él el que decidiera. Sentí sus dedos pasando entre mis cachetes, después acariciar mi sexo, hundió uno de sus dedos dentro de mí e inmediatamente sentí su glande en la entrada de mi sexo, todo mi cuerpo tembló. Empujó, me penetró y ambos gemimos excitados. Empezó a empujar, a embestirme con urgencia, tenía prisa, alguien podía pasar por aquella calle y encontrarnos. Gemí al sentir como se adentraba aún más en mí, como entraba y salía, haciéndome estremecer, excitándome. Sentía el placer que me daba, sentía que estaba a punto de llegar al orgasmo, por eso él empujó fuerte, arremetió una y otra vez hasta que finalmente me corrí y él también lo hizo tan solo unos segundos después. Gemimos los dos, había sido un momento sublime y especial. Nos arreglamos la ropa y seguimos nuestro camino hacia el final de la calle y hasta casa, alejándonos de aquella calle solitaria y oscura. 

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