lunes, 11 de enero de 2021

LLAMAME SEÑOR. CAPITULO 7

7. LO QUE TE ESTÁS PERDIENDO

Pasamos casi todo el día en la cama, lo que me hizo olvidar a Nico por unas horas. Aunque era difícil para mí no compararles, sobre todo en el plano sexual, donde Nico me hacía ver las estrellas y Julian... Julian sólo me servía para pasar el rato, para apagar las ganas, pero nada más.

Eran casi las cuatro de la tarde y acabábamos de comer cuando llamaron a la puerta, y antes de que abriera, Lidia gritó desde el otro lado de la puerta:

- Ábreme loquita.

- Voy, ya voy.

Abrí la puerta y al verme medio desnuda Lidia preguntó:

- ¿Estás sola?

- No, pero puedes pasar, acabamos de comer. Estoy con Julian - le informé.

- Vaya, vaya.

- Hola Lidia - la saludó Julian que salia de la cocina.

- Hola Julián - le contestó ella.


- Ven vamos a la salita, Julián fregará los platos, ¿verdad? - le dije sin darle opción.

- Claro, princesa.

Así pues Lidia y yo nos pusimos a hablar. Le conté todo lo sucedido con Julián aquel fin de semana.

- Así pues, parece que lo vuestro va viento en popa, ¿no?

- Sí, bueno, hay algo, aun no sé el que, pero sí - le dije a Lidia.

- Me alegro.

Nos abrazamos y justo en ese momento. Oí la voz de Julián detrás nuestro.

- Bueno, yo me voy.

- Bien.

Me levanté del sofá y le acompañé hasta la puerta.

- Gracias por todo - le dije antes de que se marchara.

- No tienes porque dármelas, me lo he pasado muy bien este fin de semana contigo.

- Y yo contigo - le dije.

Me dió un tierno beso en la boca y me dijo:

- Nos vemos Princesa.

- Sí, nos vemos.

- Bien, ahora ya podemos hablar tranquilamente - dijo Lidia al ver que nos habíamos quedado solas - Venga, dime que ha pasado con Julian.

- La verdad es que no gran cosa, hemos salido este fin de semana, pero poco más. En la cama es un poco soso, pero tampoco me va mal un poco menos de salsa, ¿no? Eso sí, en todo lo demás es un amor, friega los platos, me prepara la comida, esta mañana se ha presentado aquí con una bandeja llena de pastas para desayunar.

- Vamos, el hombre que toda mujer sueña - dijo Lidia.

- Bueno, si no te importa tener un muermo en la cama, claro.

- Ya, claro.

 

 

El lunes al volver al trabajo, traté de evitar a Nico todo lo que pude a pesar de formar parte del mismo equipo de trabajo. Pero él no dejaba de mirarme, de buscarme. A media mañana me envió un mensaje al móvil: "No puedo soportarlo, verte aquí, pasar por tu lado y saber que no podremos volver a..." Le respondí:"Pues tendrás que soportarlo, hemos terminado y eso es todo"

No volvió a escribirme en todo el día, hasta que a la hora de la salida, como casi siempre me quedé la última. Estaba recogiendo mis cosas, cuando oí su voz detrás de mí:

- ¿Aún por aquí?

- Sí, ya sabes, siempre soy la última, no me gusta dejar mi trabajo sin acabar.

- Ya - dijo simplemente.

Cogí mi bolso, coloqué bien mi silla y le dije:

- Adiós, nos vemos mañana.

- No, espera - dijo deteniéndome. Le enfrenté a los ojos y esperé a que me dijera lo que quería: - Tenemos que hablar, Carol.

- No tenemos nada más que de hablar, Nico. Hemos terminado, eso es todo.

- Pero yo... nosotros...

- Nico, no hay un nosotros, tú lo sabes, tú decidiste que así fuera. No sé porque estás tan empeñado en casarte con esa furcia de Victoria, pero no voy a ser la otra. No quiero. Te quiero y si no puedo tenerte como... prefiero alejarme de tí. ¿Entiendes?

- ¿Qué has dicho? - me preguntó sorprendido.

- Que si no puedo tenerte... - me interrumpió diciendo:

- No, antes de eso - y entonces me dí cuenta que acababa de confesarle lo que sentía por él.


- Que te quiero, me he enamorado de tí, no sé como ha pasado, pero es lo que siento. Pero tú...

- Sí, ya lo sé, estoy comprometido con Victoria. Y no voy a dejarla. Ella es... tú no lo entiendes.

- Claro que no lo entiendo, porque te aferras a alguien a quien realmente no quieres, ¿por qué, para qué?

- Sabes por qué, por la editorial, quiero esa editorial más que nada en el mundo, es lo que siempre he soñado y...

- ... ya, vale. Creo que no tenemos nada mas que hablar. Buenas noches -  dije finalmente cogiendo mis cosas y saliendo de aquel despacho.

 

 

Estaba viendo televisión, eran ya las once de la noche, cuando sonó mi móvil, era una llamada de Nico, no la cogí. Luego me escribió un mensaje, y así durante los siguientes días, me llamaba continuamente y me enviaba mensajes diciéndome que no podía vivir sin mí, que quería verme,  pero yo lo ignoraba. En el trabajo lo evitaba todo lo que podía, y cuando coincidíamos en algún sitio a solas, simplemente le decía que lo nuestro había terminado y que ya no había una segunda oportunidad.

Con Julián, la cosa iba avanzando. Me gustaba estar con él, salir con él, ir al cine, a tomar algo. El sexo no estaba mal, pero obviamente no tenía ni punto de comparación con lo que hacía con Nico. Eso era lo que más echaba de menos, la sesiones de bondage con Nico. Pero estaba decidida a dejarle atrás.

- Entonces no has vuelto a ver a Nico.

- No, fuera del trabajo, no - le respondí a Lidia.

Era nuestra noche de chicas. Viernes noche y nos estábamos arreglando para salir.

- ¿Ha dejado ya de llamarte y enviarte mensajes?

- Sí, creo que por fin ha entendido que no hay posibilidad de que vuelva con él. Por lo menos si sigue con Victoria.

- Bueno, me alegro por tí, la verdad, y espero que con Julian seas feliz.

- Gracias, aunque no sé, empiezo a aburrirme con él.

- Bueno, no tienes porque quedarte con él.

- No, es verdad, quizás lo deje, en algún momento.

Salimos a cenar primero y después fuimos a una discoteca. Y estaba bailando sola en un lugar un poco apartado de la pista, cuando oí una voz detrás de mí, en mi oído, diciéndome:

- Ve y siéntate en un privado, te quitas las braguitas y esperas a que yo venga - era Nico y sólo con susurrarme esas palabras en mi oído ya había conseguido que me pusiera húmeda como hacía semanas que nadie lo lograba - y sin protestar ni cuestionarme.

- Pero...

- Haz lo que digo, luego hablaremos.

Sentía un cosquilleo entre mis piernas que no podía evitar, algo que hacía tiempo que no sentía. Y aunque dudé un momento, finalmente decidí obedecer a Nico.


Entré en uno de los privados y me senté en el sofá. Había una mesa pequeña en el centro, además del sofá y poco más. Las luces eran muy tenues para dar privacidad. Nico no tardó en entrar. Se sentó junto a mí y metiendo su mano entre mis piernas empezó a acariciarme suavemente.

- Espera - le dije - ¿qué vas a hacer?

- Lo que realmente estás deseando, lo que ese tal Julián no puede ni sabe darte.

- Pero... no deberíamos, lo sabes.

- Sí, lo sé, sé que tu cabeza te dice que no debes, pero tu corazón te está gritando que esto es lo que más deseas en el mundo. ¿O acaso me equivoco? Sino no hubieras venido.

Tenia razón. Su mano ya había alcanzado mi sexo y empezaba a acariciar suavemente mi clítoris por encima de las braguitas.

- No - le respondí - pero no voy a volver contigo, lo sabes, no hasta que dejes a Victoria - le dije.

- Lo sé. Pero ahora, disfrutemos de este momento, por favor. Deja que te dé ese placer. Por favor.

Cerré los ojos y me abandoné, dejando que él controlara aquel momento, aquella situación. Apartó las tela de mis braguitas, y al sentir su dedo sobre mi clítoris todo mi cuerpo se estremeció. Nico se acercó más a mí y me envolvió en sus brazos, susurrándome al oído:

- Tú sólo déjate ir.

- Uhmm, sí - susurré empezando a sentir el placer que sus dedos me proporcionaban.

Metió uno de sus dedos dentro de mí y de nuevo todo mi cuerpo se estremeció. Me gustaba, me encantaba aquello, sentía que volvía a sentir el vértigo, la emoción y el placer que sólo él me hacía sentir. Algo mucho más grande y potente que lo que jamás hubiera sentido con ningún otro hombre y ni siquiera con Julián.

Empecé a gemir más fuerte, sintiendo oleadas de placer y justo cuando parecía que estaba a punto de alcanzar el punto culminante. Nico sacó sus dedos de mí. Se levantó, se arregló la ropa diciendo:

- Nos veremos, buenas noches, preciosa.

- Pero... - empecé a decirle atónita, sorprendida - ¿no vas a terminar, me vas dejar así?

- Sí, así te darás cuenta de lo que te estás perdiendo - dijo, saliendo del reservado.

Me arreglé la ropa, me recompuse como pude y salí del reservado, buscándole, enfurecida por lo que acababa de hacer, pero ya se había ido, se había escapado de mí. A quién si me encontré a Lidia.

- ¿Dónde estabas? - me preguntó - Llevó media hora buscándote.

- Yo, bueno, he ido al baño - le dije, escondiéndole la verdad, era mejor que no lo supiera porque estaba segura que me reñiría y con razón, ya que había sido una incauta dejándome engañar por Nico otra vez.

- Y te has enrollado con algún tio, ¿no? Eres incorregible - me recriminó sin posibilidad de explicarme - Anda, vámonos, estoy agotada.

- Bien, vale - Acepté, era lo mejor, así no volvería a caer en los brazos de Nico. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

DESEO OCULTO 4

— Ven a mi despacho ahora mismo — me ordenó sin preámbulos. Mi corazón se disparó, latiendo a mil por hora. ¿Le habría gustado la escena ...