viernes, 1 de enero de 2021

LLAMAME SEÑOR. CAPITULO 4

LUEGO

Al día siguiente en la oficina todo fue como siempre. Nico se comportaba realmente como mi jefe y me trataba como a una más del equipo de traducción. Me admiraba su autocontrol, a mí me costaba controlarme, no mirarle, no recordar lo sucedido la noche anterior en mi casa, y disimular que le deseaba, que quería más. Porque si algo me causaba mi relación con Nico era adicción. Me sentía como un drogadicto que después de probar el primer chute, ahora no podía vivir sin el siguiente y deseaba más que nada en el mundo que llegara el momento de disfrutarlo.

Al final de la jornada laboral, yo seguía inmersa en una traducción, pues me había atascado y no encontraba las palabras adecuadas para que el texto tuviera sentido. Ya casi todo el mundo se había ido y estaba sola en la oficina. Cuando de repente oí su voz detrás de mí diciendo:

- ¿Qué haces aquí todavía?

Me asusté un poco, pues no esperaba que apareciera detrás de mí.

- ¡Oh, nada, estaba tratando de traducir esto, es que me he atascado y no consigo encontrar las palabras adecuadas para explicar ese concepto.


Y entonces, se acercó, pegándose a mí por detrás, y observando por encima de mi hombro leyó el texto. Mi corazón empezó a latir a cien por hora, podía oler el aroma de su colonia  y me estaba poniendo nerviosa. Me indicó como podía hacer la traducción, describiendo el texto y entonces antes de irse, alargó sus manos hasta mis pechos y me los acarició por encima de la ropa. Gemí, excitándome inmediatamente. Besó mi cuello suavemente, y con sus manos descendió hasta mi sexo, y metió sus manos por dentro de mis pantalones, acariciando mi sexo, mi clítoris, gemí y me removí en la silla al sentir sus caricias. Pero repentinamente, oímos la voz de Victoria acercándose:

- Cariño, tenemos que irnos ¿has terminado ya?

Nico sacó las manos de su refugio inmediatamente y señalando la pantalla del ordenador dijo:

- Ves, cambiando esa palabra por esta queda mejor.

- Gracias - le dije yo tratando de disimular.

Y justo antes de separarse de mí, para irse con Victoria, me susurró al oído:

- Esto no quedará así, luego seguiremos.

Suspiré y vi como se marchaba con Victoria. Hubiera preferido ser yo la que se marchaba con él.

 

 

 

"Luego" esa palabra quedó grabada en mi cerebro como si la hubiera marcado con un punzón. "Luego". Y por eso, ya en mi casa, al filo de la medianoche seguía despierta, mirando la televisión y esperando que llegara ese "Luego". Y estaba a punto de irme a la cama, pues empezaba a tener sueño, cuando me llegó un mensaje de él:

Nico 12.45: ¿Estás aún despierta?

Carol 12.45:  Sí, estoy esperando que llegue ese “Luego”.

Nico 12.46: La cosa se ha complicado. Así que hoy no habrá luego. Pero te prometo que mañana a primera hora paso por ahí y tendremos ese "Luego"

Carol 12.46: Vale, buenas noches.

Nico 12.47: Pero no voy a dejar que te duermas sin darte una orden.

Carol 12.47: ¿Qué orden?

Nico 12.48: ¿Tienes algún consolador?

Carol 12.48: Sí, varios.


Nico 12.49: Bien, pues coge el más grande que tengas y te lo metes en el coño y duermes con él. Trata de que no se salga en toda la noche. Te quiero excitada y caliente cuando venga mañana por la mañana, ¿entendido?

Carol 12.50: Sí, Señor.

Nico 12.50: Ahora sí, buenas noches gatita

Carol 12.51: Buenas noches, Señor.

Me sentía feliz, alegre tras la conversación. Y como él me había pedido, busqué el consolador, me puse el pijama, y me puse el consolador. Para que se sujetara y no saliera me puse un tanga que me iba bastante apretado. Y me metí en la cama dispuesta a dormir. Me costó un poco, pues en cada movimiento sentía el vibrador moviéndose dentro de mí. Pero finalmente caí en un sueño.

Me despertó el sonido del timbre, que sonaba insistentemente. Primero me sentí extraña al notar el vibrador dentro de mí, luego recordé lo sucedido la noche anterior, la conversación y...

- ¡Ostras, Nico! - Exclamé - ¡¡Ya voy!!

- ¡¡No espera, no lo saques!! - Respondió él desde la puerta, ¿cómo sabía que iba a sacarlo, intuición o me veía por algún agujerito?.

- ¡¡Pero...!!

Me levanté despacio y despacio fui hasta la puerta, de modo que traté de que el vibrador no se saliera. Abrí la puerta y entonces Nico me cogió en brazos, cerró la puerta tras de sí, y me dijo:

- Buenos días, gatita. Vamos a la habitación. Dime ¿estás mojada, excitada?

Me reí de su pregunta, como no iba a estarlo sí había tenido un vibrador dentro de mí toda la noche. Y Nico parecía estar feliz, alegre por primera vez desde que estábamos juntos y era su sumisa.

En la habitación, Nico me hizo acostar sobre la cama. Yo creía que él también se acostaría conmigo, pero en lugar de eso, se quedó de pie junto a la cama y me ordenó:

- Quítate las braguitas y el consolador.

Obedecí, quitándome las braguitas y el consolador cuidadosamente. Estaba bastante excitada.

- Muy bien. Ahora ponte en equis con las piernas y los brazos abiertos.

De nuevo obedecí. Y entonces, se acercó a mí, empezó a caminar en cuatro sobre mí y cuando su cara quedó frente a la mía me preguntó:

- ¿Qué es lo que quieres, putita?

Todo mi cuerpo se estremeció, no sé por qué, pero esas simples palabras, sus ojos clavados en los míos y la vibración de su voz hacían que me estremeciera. Empecé a respirar agitadamente. Movió su mano sobre mi brazo acariciándolo suavemente hacía abajo, luego la posó en mi cadera mientras me besaba. Me sentía como si fuera a explotar de deseo.  Y entonces, movió su mano hasta mi sexo y acarició suavemente mi clítoris, temblé cuando sentí el placer empezando a crecer entre mis piernas. No podía evitar que todo mi cuerpo se convulsionara.

- Sí, decididamente, estoy seguro de que lo quieres - dijo malévolamente, sacando su mano de mi sexo, lo que hizo que me sintiera decepcionada.

 


 Se quitó la corbata, cogió mis manos y las puso por encima de mi cabeza, atándome una muñeca a otra. Luego buscó por la habitación, hasta que cogió un par de cinturones y me ató los pies a cada una de las patas de mi cama, para que quedara abierta para él.

- ¡Oh, Dios, por favor, Amo! - Le supliqué

- ¿Qué?

No me atreví a decirle nada más, pues su tono fue bastante severo. Pasó su mano por mi cuerpo suavemente, y finalmente se colocó entre mis piernas y empezó a lamer mi sexo.  El placer empezó a crecer y crecer, haciendo que me estremeciera nuevamente, y cada vez que me sentía cerca del orgasmo. Nico se detenía haciendo que el placer disminuyera. De nuevo, su lengua sobre mi sexo, lamiendo, excitándome y de nuevo el placer incrementándose hasta que casi al borde del orgasmo, se detenía, lo que me causaba cierta decepción. Quería llegar al orgasmo, liberarme y él no me dejaba. Por eso le supliqué nuevamente:

- Amo, por favor.

- ¿Qué? Dime que quieres.

- Quiero correrme, Señor - dije por fin,

Y entonces, se puso sobre mí, me penetró y empezó un baile hacia el placer de su cuerpo con el mío mientras sus ojos se clavaban en los míos y podía ver el deseo que sentía.Y así mientras se movía sobre mí,  me llevó hasta el placer supremo, al igual que a él. Y nos quedamos abrazados como dos amantes. Fue un momento maravilloso y feliz.

De repente el ruido de mi despertador nos alertó.

- Vaya, creo que deberíamos... - empezó a decir Nico deshaciendo el abrazo.

- Sí, es mi despertador, hora de ir a trabajar - añadí yo - ¿Te duchas tú primero? Yo prepararé el café de mientras.

- Bien.

Media hora más tarde ambos llegábamos a la oficina, obviamente por separado. Nico convocó una reunión para saber como iban los trabajos que todos teníamos asignados y durante toda la reunión no pude dejar de mirarle recordando cada segundo y cada minuto de nuestro encuentro matutino, sonriendo cuando el recuerdo se volvía más vívido y él cruzaba su mirada con la mía. Y al salir de la reunión Nico me dijo:

- Espera, Carol.

Me detuve y Nico acercándose a la puerta la cerró tras de sí.

- ¿Se puede saber que haces? - Me preguntó.

- ¿Yo? ¿Qué he hecho yo? - Pregunté sin saber a qué se refería.

- No has dejado de mirarme en toda la reunión con cara de corderito degollado. Se supone que aquí, en la oficina, tenemos que mantener en secreto nuestra relación. ¿Entiendes? Si Victoria se entera de lo nuestro se acabó todo.  Ya puedo despedirme de ella, de la editorial, de todo. Y tiene amigos en todos los departamentos, ¿sabes? Para algo es la hija del dueño.

- Lo siento, yo..- traté de disculparme, sintiéndome culpable - Creí que nosotros... No sé, quizás me estoy haciendo ilusiones con algo que no tiene ningún sentido. Yo pensé que tú y yo... no sé, me pediste que fuera tu sumisa y...

- Ya te dije que no hay un nosotros. Eres mi sumisa, y te lo pedí, porque me gusta follar contigo, porque me lo paso bien y ese es mi modo de ver el sexo y con Victoria no puedo llevar a cabo esa fantasía.  

- Pero si tú y ella no... no sé, ¿Por qué estás prometido con ella? ¿Por qué te vas a casar con ella? ¿Por qué no la dejas? No lo entiendo.

- Porque ella es mi futuro, ¿Sabes? Porque gracias a ella, podré llegar a ser el gerente de esta editorial ¿Y sabes lo que eso supone? - Me pregunto mirándome con cierto desprecio - No, claro, tú eres una simple traductora, que vas a saber. Es lo que siempre he deseado, y gracias a ella, puedo conseguirlo.

- Pero yo, entonces yo, supongo que no soy nada para tí.

- Bueno, me gustas, me lo pasó muy bien contigo, pero si lo que quieres es un futuro juntos, no lo vamos a tener, el único futuro que podemos tener, es que seas mi amante, pero supongo que eso no es lo que quieres, ¿No? - sentenció.

- Pues no, la verdad es que no, me gusta mucho lo que tenemos, pero me gustaría que lo nuestro fuera algo más que sólo un revolcón de vez en cuando - le dije armándome de valor

- Pues entonces, quizás sea mejor que lo dejemos.

- Sí, será lo mejor - le dije saliendo del despacho. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

DESEO OCULTO 4

— Ven a mi despacho ahora mismo — me ordenó sin preámbulos. Mi corazón se disparó, latiendo a mil por hora. ¿Le habría gustado la escena ...